Gracias por siempre, Galicia. Por María Margarita Pérez Vallejos

Gracias por siempre, Galicia. Por María Margarita Pérez Vallejos

Se agradece a la vida con las palmas arriba si la vida te da un tiempo. Un tiempo para soñar que la luna es de queso. Que no duele ni un hueso ya que la felicidad es el estado ideal.

Es la transfiguración que experimenta el alma que humilde se doblega a las emociones del placer, viviendo en un mundo de Bilz y Pap y lo digo con mucho respeto a estas gaseosas que en algunos lugares todavía existen. Que es necesario para continuar este camino largo a veces, que a ratos se nos pone generoso y en otros, no tanto.

Yo doy gracias porque mañana podría ser tarde y lo que siento en mi alma es demasiado grande para quedarme con ello. Perdón por los desajustes primarios que son lógicos cuando se viaja a lugares tan desconocidos y con costumbres tan diferentes a la que estamos acostumbrados. Salir de la zona de confort hace conocer otras formas de vida, otro trato, otro acento, otros lugares, incluso cómo sirven la comida es distinto y eso va llenando de un aprendizaje y sumadas las cosas, va engrosando la cultura que vamos recogiendo por los caminos quienes somos andariegos.

Se piensa, en momentos de demasiada euforia, por decir de algún modo, que gustaría quedarse allí y no regresar jamás de dónde salió y luego comprende que el camino marca seguir, que si se queda ya no lo verá con la misma adoración todos los días, que se le hará conocida y ya no será novedad. Nunca uno quiere irse para siempre de los lugares donde ha sido feliz y ese es el momento de serlo. La vida no se detiene y podría ser que mañana ya no lo sea y se transforme en descontento. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”. Lo dijo Antonio Machado y por algo lo dijo una mente brillante que cobijó en poesía sus pensamientos sabios. Seguramente, también lo fue.

No cortaré la corriente de mi río porque no deseo que se aconche en ensenadas y se ponga fétido de tanto recoger y guardar lo que el caudal lleva por los lados y se queda enganchado. Quiero que vaya libre hasta que llegue a su destino final para llegar con todas las rutas finalizadas y dar gracias otra vez, por haber tenido la suerte de recorrer este camino largo y muchas veces estrecho de la vida.

Por siempre, Gracias, hermosa Galicia y todos sus lugares porque en ellos se quedó un pedacito de mi corazón. Gracias a ti Jota porque me diste mucho más de lo que yo imaginé y esperé.

“O baile de Noró”

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