Inmigrantes. Por María Elena Gómez

Inmigrantes. Por María Elena Gómez

Escapa a la realidad cierta historia.
Viene a la mente como si fuera un legado, viejos vales tocados en antaño.
Veo a los inmigrantes llegar: rostros cansados, valijas, baúles lleno de recuerdos.
¿Quién sabe con qué ilusión llegaban?
Pero seguro tenían hambre y tristeza.
Familias separadas, el horror de la guerra.
No entendían el idioma, ni los de aquí a ellos. Por lo tanto le ponían otro apellido, uno bien nuestro, que pegara con alguna pronunciación con el de ellos.
Del otro lado del océano, gente resistiendo, perdiendo amores, pasiones, todo.
De este lado, la gente tratando de hacerse un lugar, entre los ya vivientes, los autóctonos los del : “Che..aquí, che allá “
Muchos cambiaron hasta su fe por miedo, y otros hicieron de todo, trabajando sol a sol, cumpliendo con las tareas , que los autóctonos no querían hacer.
Salieron los apodos a relucir: el tano, el gallego, el judío, el turco. Empezamos con las diferencias, nos venía de otro lado, muy lejos, el racismo. Indiferencia.
Y acá estamos siglos después de esa gran llegada de barcos con gente que no sabían dónde estaban, ni el idioma, ni nada. Separadas de sus familias mutiladas. A pesar de todo eso, salieron como pudieron. Lo pensé, lo quise expresar. Digo, no hagamos oídos sordos al dolor del otro.
Porque el otro, un día podemos ser nosotros.

Desde Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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3 comentarios en «Inmigrantes. Por María Elena Gómez»

  1. Especiales palabras para un espinoso asunto tan antiguo como el hombre, que empezó su vida siendo un nómada viajando en busca de su manutención.

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