Esposa virtual. Por María Margarita Pérez Vallejos

Esposa virtual. Por María Margarita Pérez Vallejos

Veredaprosa

Aquí se inspira, se expone y no importa cuál sea el motivo de por qué se plasmó, qué pensó el autor o en qué momento de su vida se encontraba que se puso a vaciar el pecho de todo lo que agobiaba, sí, de eso porque la felicidad se vive y sucede que no alcanzaba el tiempo para volcarla sobre un papel o un teclado y quién lea puede opinar si desea, como lo sienta o le llegue.

Cuando se ha tenido un buen tiempo sola en la vida por los motivos que sean, se han vivido procesos, se ha llorado, se ha meditado, se ha aprendido a conocer a sí misma, va para ambos géneros, debe ser parecido, sólo que hoy escribe una mujer que soy yo.

Yo aprendí mucho en esto de estar sola, de sentirme bien, de hacer cosas como dedicarme a las plantas, además de mi jardín; de aprender cosas nuevas como idiomas de los cuales aprobé el primer nivel rapidito y cada logro era motivo de gran felicidad. Gimnasio, dos horas de oficina y escribir. Las veinticuatro horas no me alcanzaban, quería sí o sí, La Hora Veinticinco y pensaba: ¡Cuánto he perdido el tiempo y cuánto he dejado de aprender por “estar triste” y por alguien con quién ya matamos la flor! La costumbre es más fuerte que el amor, dicen y es cierto. Después que me puse de pie,  me di cuenta de lo que conseguía, sola, era como si se me abriera una puerta grande, llena de magia, de flores, de rostros nuevos, algo que no puedo describir porque ni yo entendía, sólo sabía cómo se me ensanchaba el pecho al descubrir mundos pequeños, pero llenos de misterios para descubrir y lo más increíble, todo lo estaba haciendo sola, con mis manos, con mi mente, con mis ganas. ¡Yo estaba conmigo, no estaba sola! Es que “estar sola”, no es sinónimo de no tener un amor o una pareja. Significa -tenerse a sí misma- pero me ha sucedido lo que ya no deseaba.

Tengo lo que no era vital para mí, aunque a veces, pensaba: “Me gustaría enamorarme, tener una pena, desesperarme, dar mi vida, volverme loca”, así como si me faltara y luego decía, ¡no!, pero lo conocí, es decir, conocí su embadurnadora forma de seducir con mensajes. De la manera en que se conoce en las Redes Sociales, Social Media, jajá, ¿Ven que sé inglés? jajá

Debo reconocer que nadie me obligó, nadie me dijo las decisiones a tomar porque siempre la última palabra es la mía y es sagrada, además, sobre mis cosas privadas no pregunto. Sólo hubo un acercamiento sutil, insistente lo vi yo, (capaz que vi mal también), pero también después de un tiempo, empecé a responder, mediando las temperaturas de los mensajes. Ni menos ni más. Al principio sí, con sigilo y después: ¡Con todo! Luego descubrí que era su forma y lo hacía con todas las damas que conocía, ¡vaya lío!, pero ya estaba bastante adelantada en el camino de su sofisticada seducción. Me gustaba…

Hasta ahí era un juego entretenido, pero empezó a ponerse pesada la pista, más encima soy celosa y empecé a enredarme como un gato en un ovillo de lana. Maneada de pies a cabeza. Dejé de ser la primera en inglés; dejé de tener ganas de tomar otros idiomas, las plantas no las abandoné ni menos el gimnasio y la oficina porque eso es con horario. Me puse a vigilar sus movimientos. A leer sus mensajes de amigas, sus respuestas, uf ¡Bloqueado! a ver si estaba Activo en el chat y cuántas horas, pero ¡Uy! Tóxica total. Muchas veces bloqueado y desbloqueado.

Nos conocimos y vivimos de todo y no todo fue genial, pero vivirlo es lo mejor que me ha pasado.

Los sueños duran eso, lo que es una siesta y aunque mi anhelo no llegó a tanto como a verlo tan pronto, Maktub, estaba escrito y conocí la gloria, el infierno lo obviaré porque fue menos y por desconocimiento, también cometí errores.

Hoy les digo cómo estoy: -Pensándolo de la noche hasta la otra noche, es decir, veinticuatro/siete. Hago las cosas por inercia. En mis ramos cumplo mi meta diaria y sería. El jardín empiezo a ponerlo bien, porque, pobrecito, las flores me hablaron y me di cuenta que me necesitan, pero igual me duele todo el cuerpo. Con él no me dolía nada. Que hago menos ejercicios y ya morí. Mi rutina la termino hasta quedar exhausta y yo era buena, muy buena, me sobraba energía cada vez. Ahora duermo más de lo normal. Me estoy farreando el tiempo y no es justo porque me queda menos-

Recorro nuestros recuerdos, vuelvo a vivirlos, estoy un poco allá y la otra mitad aquí, no tengo apetito (allá tampoco) pero igual comía y cuando iba a buscarme el mundo quedaba lejos, creábamos otro, juntos o eso me pareció a mí. Tengo su voz susurrándome al oído, diciendo que “a la tortilla de patatas se dan tres vueltas y no dos”, no sé.

Me ha costado cara la apuesta de jugar a tener pena porque salí ¡Vencedora!

Me hace falta todo. Nos decimos Esposos. No lo tengo.

No me tengo.

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