Cientos de kilómetros. Por María Elena Gómez

Cientos de kilómetros. Por María Elena Gómez

“A cientos de kilómetros muere mi gratitud”. Cierta cosa efímera que es capaz de devorar un cuervo, pero no lo hace…espera paciente, mientras esa cosa a devorar camina , habla , mira… pero no la hace, se esconde hasta el momento preciso.
Eso dijo él , mientras le daba la espalda.
A decir verdad, estaban dentro del desierto de sus vanidades.
Allí tampoco florecen rosas, ni hay pájaros cantando. Sólo cuervos salvajes esperando con ganas, que entre ellos se arranquen los ojos, para después volar hasta allí, comiendo la sobra.
“La gratitud, amigo. No es algo que conlleva una recompensa en el futuro.” – dijo un hombre desconocido-, él ni caso, lo insultó por meterse en una conversación que no le pertenecía.
Al rato caminó solo por el desierto de esa vida construida en su mente, después de un tiempo quiso volver.
Y allí encontró a los cuervos ….habían devorado todo.
A kilómetros había sólo una flor creciendo sola, en medio del desierto.
Por supuesto que llamó su atención. Se acercó, la tocó, pero ésta estaba llena de espinas.
La flor habló diciendo : ” la vanidad queda a la vuelta de la esquina, siempre está; el amor -en cambio- es algo que cuesta encontrar y hacer crecer. Mirame yo soy la prueba de ello, crecí así, sin más en el desierto que vos construiste.
Sin embargo ella me embellece todas las mañanas. Y por las noches me cubre, para que ninguna ave de rapiña me destroce.
Yo soy más bella que ella, sin embargo, no le importa porque su corazón es puro, no encuentro vanidad en él, sólo amistad, compañerismo y lealtad, eso no va con vos? Entonces vete por el mismo camino que has trazado, porque, sabes? A cientos de kilómetros muere mi gratitud. “

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