Carta abierta de Julio César Martínez a una niña que quiere su arcoiris

Carta abierta de Julio César Martínez a una niña que quiere su arcoiris

Como un homenaje a esas criaturitas que son la razón para que valga la pena cada esfuerzo, cada sueño de nuestra vida. Esos pequeños gigantes que con un beso, una caricia, una mirada, tumban cualquier muro y nos desarman a los adultos: Va dedicado a todos los niños del mundo.

LA NIÑA QUIERE SU ARCOIRIS

La pequeña niña lloraba inconsolable en brazos de su bisabuela, en una hermosa imàgen familiar transgeneracional digna del pincel màs famoso; entre gemidos y sollozos, con sus bracitos extendidos hacia el firmamento, en un gesto desesperado por alcanzar, lo que para los humanos adultos es un imposible, el bello arcoiris que en esos momentos lucìa su magestuoso colorido en el manto celeste.

Le explicaron sus padres, sus abuelos y sus bisabuelos que no era posible aprisionar el arcoiris, porque no era màs que una “ilusiòn òptica”, una “realidad virtual”, como solemos llamar ahora, con aires de suficiencia y grandilocuencia, a lo que vemos pero no comprendemos.

Màs… lejos estaban los “mayores” de saber que la niña no lloraba porque deseaba poseerlo (a diferencia de la princesita dariana con su estrella), sino que su llanto desconsolado obedecìa a que su ARCOIRIS se le estaba fugando, porque ella ya lo había poseìdo; tenìa tantos ARCOIRIS en su haber, como tantas làgrimas habìan brotado de sus tiernos ojitos y habìan acudido al encuentro de cada amanecer que nos regala El Creador; cada làgrima es un ARCOIRIS a travès de los cuales El Buen Dios nos regala la Promesa de Paz, Amor, Concordia, Esperanza y Serenidad.

Quiso ir a buscarlo, a semejanza del Buen Pastor, dejando sus “noventa y nueve” arcoiris para ir en busca y rescate de su fugitivo fenòmeno lumìnico;

lo veìa tan lejano, despuès que lo habìa tenido incorporado en su pequeño ser.

Es asì pues, que los adultos estamos invitados por nuestro Hermano Mayor, Cristo Jesùs, a ser “como niños” y defender esos VALORES DE LA NIÑEZ hasta con la vida misma si es preciso; porque: (repitiendo un antìguo pensamiento) “La vida no tiene razòn de ser, si no hay algo grande y noble en cuya hoguera quemarla”.

¡ Gracias NIÑA !… ¡ Gracias a todos los niños del mundo ! porque dìa a dìa nos estàn aleccionando, a nosotros los adultos, que creemos que ganar experiencia es sinònimo de perder sensibilidad. Y cierro mi mensaje con una frase muy conocida en el àmbito del espectàculo: “¡ Ay… como duele crecer!”.

LA NIÑA QUIERE SU ARCOIRIS

De luz y colores el cielo se viste,

el sol temeroso tras nubes se asoma;

la cándida niña, cual blanca paloma,

extiende sus brazos en gesto muy triste.

La luz muy traviesa va y se desparrama

en cada gotita de lluvia muy fina;

al bello arcoiris, promesa divina,

la niña cual propio y suyo, reclama.

Ya ha tenido tantos y tan glamorosos,

pero este supera en brillo al tropel,

este arco es muy bello, brillante y hermoso,

pues no hay en el cielo ninguno como él.

Es Fe y Esperanza que el Padre Amoroso

nos da cada día, generoso y fiel.

Desde Managua, Nicaragua

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