“Si hay errores es que ni pensé…”. Por María Margarita Pérez Vallejos

“Si hay errores es que ni pensé…”. Por María Margarita Pérez Vallejos

Me siento tan conmovida con las noticias que veo. Busco buenas fuentes porque la televisión la descarté hace mucho tiempo y las crudezas de las que me informo cada día, me estremece el alma y me doblega el nervio que me hace entender un poco más las cosas. ¿Te imaginas en qué pienso? Que me alegra que mi madre no esté en este mundo porque ella, una mujer piadosa, de puertas y manos abiertas para todo el mundo, no sabe o tal vez, sí y a su manera que de humanidad muy poco nos va quedando. No conozco las estadísticas numerales, pero calculo que tres cuartos de la mitad del mundo está caminando bajo el sol calcinante, la lluvia, la nieve y lo que es peor, con hambre, frío, sed, falta de un techo, con hijos pequeños y seguramente, también, ancianos y enfermos. Peor que la Pandemia es este movimiento social porque no creo que haya un alma sentida que no se consuela ante la realidad que pasa delante de nuestros ojos con la mirada perdida, a media vida y creo yo que muchos desearían no estar más en este mundo mezquino, indiferente que se olvidó y ya los pueblos sin ley no están aislados en su país ni en una pequeña isla. Son náufragos en una isla-planeta-mundo y son los únicos que no se ven. Cada vez son más y ante su indigencia brutal y el miedo, su energía negativa se esparce por cada rincón de la tierra y nos afecta porque somos un todo y si a una parte del alma nuestra la daña el olvido, nos duele, nos comprime el cuerpo. Todo se hace sólido y es herida.

Me duele América Latina porque es el lugar donde me duelo. Porque mi tierra está seca. Ya no queda llanto. No hay lágrimas y tampoco factura. Crece la patria ambulante, se potencia el odio y de este, nace, casi siempre la delincuencia. Todo es un cordón, una red que se une y provoca todas las preguntas que no son respondidas y por eso mismo, cada cual toma la justicia por su mano.

Yo, pobre pelada, que no aporto más que con estas letras angustiadas, todo lo que veo en las noticias “de buena fuente”, soy un poco del inmigrante que desea una cama para dormir unas horas. Agua para beber y mojar un poco la cara agrietada por el sol y el frío y el lloro salino que queda a medio rostro porque lo seca el sol. Soy la desesperanza y el no saber adónde voy, hoy mismo.

Miles de nuestros hermanos inmigrantes y del país que sean porque hoy el mundo se ha vuelto eso, están quedando en el camino porque su vida les dijo -hasta aquí no más- y a nadie importa porque de alguna forma hay que desocupar el mundo.

Voy contigo, América Latina, América del Norte y en cada emigrante, va un poco de mí porque aún vivo y me lleno de impotencia ante tanta crueldad por los poderosos, concebida.

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