Para Jesús. Por María Margarita Pérez Vallejos

Para Jesús. Por María Margarita Pérez Vallejos

Es que soy el fracaso solitario en medio de unas fuentes que hacen sonar la caída de sus aguas a la corriente. Es que me falta todo y me creo independiente, sin embargo, no puedo trasladarme desde un sitio a otro de manera decente, que nadie se espante, ni que me digan que soy inconsciente. De esta misma agua que cae, en donde se hace el remanso más próximo, hago líneas, escribo palabras, hago promesas y al mismo tiempo no estoy haciendo nada. A veces, creo estar preparada para los cambios que surgen en esta existencia y tampoco lo estoy. También me sorprende y caigo al abismo, lentamente, como tierra suelta o como beso dado a la pared del frente del que me limpio hasta hacerme daño. Soy tan peñasco a medio encaje que, al primer movimiento, soy sandalia vieja que resbala y nuevamente estoy abajo haciendo el mil y un intento por estar allá arriba, nuevamente. Era tan fácil ¿recuerdas? Hoy me acomodo simple en tu pena y lo más estúpido es que no puedo ayudarte con ella. Presumo de poder y no soy mas que la siempre enana de los puentes que nadie ve porque nada hace. ¿Te conté que te dije que quería ser una Magdalena y lavarte los pies? Creo que te reíste y en mi propuesta no había nada de gracioso. Hoy que te visualizo, levantando el féretro de quién más te quiso y con los ojos que te empapan sin dejarte ver. No puedo ser tu playa para recoger tu lágrima y secarla en la arena. Más cactus desértico soy y este estío inútil acabará con mi frente de águila, levantada siempre para ver si en ello encuentro un gesto que me haga sentir decente ante tu mirada siempre oculta de la gente. Yo no quiero que me hagas brillar porque los brillos me ciegan y perturban el poco nutriente de esta vida que me abofetea. Quiero que brilles tú porque te hace falta creerte y hoy, en todo tu dolor, oí que me dijiste que no quieres nada y yo entiendo que no quieras nada. Entiendo que la tarde no tengo un sentido para ti ni pienses siquiera que mañana será mejor y diferente. Yo dejo estas palabras por aquí y es posible que ni las mires, que ni te hagas presente, pero a eso a ya estoy acostumbrada, es más, ojalá que no las veas, sólo intuyas, cuando tomes el féretro que conduce al amado, que estoy aquí y voy a tu lado porque también lo quise a él. Que no abandono la idea pura de lavarte los pies en medio de la angustia que será difícil y eterna.

La cruz hacia el Gólgota, tampoco fue fácil para Jesús.

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