Beatriz Guido, Silvina Bullrich y Marta Lynch
Hace unos meses saliĆ³ la nueva ediciĆ³n de mi novela El equipo de los sueƱos, publicada originalmente en el 2004. Si bien hubo distintas reediciones en estos aƱos, el hecho de que saliera en otra editorial me hizo repasar el texto, volver a leerlo. A medida que avanzaba en la lectura me daba cuenta de que algunas cuestiones de fondo las hubiera escrito distintas ahora. BĆ”sicamente lo que me hacĆa ruido era el comienzo de la segunda parte, cuando el protagonista, Ariel, decide entrar a Villa Fiorito para rescatar la primera pelota con la que jugĆ³ Maradona, cuyo dueƱo es el padre de Patricia, su novia. Los dos tienen 14 aƱos y estĆ”n viviendo su primer amor. Pato vive en Fiorito y Ariel en LanĆŗs, asĆ que ella conoce mejor que Ć©l el territorio por el que tienen que moverse. Sin embargo, Ariel decide salir a la bĆŗsqueda de la pelota con sus tres amigos varones y dejar a Pato esperando el regreso del hĆ©roe.
Si hoy escribiera de nuevo El equipo… la mandarĆa a ella a buscar la pelota, solita. Ariel se enterarĆa de eso e irĆa tras ella. Me imagino que la historia tendrĆa muchos desencuentros entre los dos mientras viven aventuras llenas de peligro.
ĀæQuĆ© cambiĆ³ en estos casi veinte aƱos en mi cabeza para pensar en modificar la trama de una novela? La respuesta rĆ”pida que se me ocurre es la militancia feminista. No la mĆa, que no lo soy, pero sĆ de gran parte de las mujeres que se pusieron sobre los hombros diversas causas que modificaron a toda la sociedad. Una respuesta mĆ”s compleja es que el mundo cambiĆ³, la sociedad argentina cambiĆ³, y la literatura siempre acompaƱa esos cambios, muchas veces sin ser conscientes de lo que estĆ”n haciendo. Por supuesto, no modifiquĆ© mi novela porque los libros son hijos de su tiempo y estĆ” bien que sea asĆ.
La literatura argentina tiene un fuerte componente machista. Tratar de abarcar en un artĆculo todos los aspectos de ese machismo serĆa imposible. AsĆ que intentemos una aproximaciĆ³n a vuelo de pĆ”jaro. La tradiciĆ³n literaria rioplatense (uso esa expresiĆ³n porque estoy pensando en uno de mis autores mĆ”s queridos, el uruguayo Juan Carlos Onetti) es de un machismo inconmensurable, tanto en los textos, como en las actitudes pĆŗblicas de los autores, la recepciĆ³n crĆtica y los movimientos del mercado editorial. HistĆ³ricamente, los personajes construidos por autores varones ubican a la mujer en un lugar pasivo, objeto de admiraciĆ³n, de deseo, de odio, sin sutilezas: o son buenas y virginales, o son perras que vuelven locos a los varones. Los personajes femeninos no suelen pensar o actuar, simplemente se emocionan. Pasa en los cuentos de Abelardo Castillo, en las novelas de Bioy Casares, en los mejores textos de Jorge AsĆs, en las ficciones de David ViƱas, solo para nombrar a escritores que admiro. Un cuento como āEmma Zunzā, es una bella excepciĆ³n. No voy a meterme con el ālector hembraā de CortĆ”zar, pero sĆ quiero dejar constancia de que Libro de Manuel tiene personajes femeninos construidos de manera mĆ”s compleja y que es una novela que plantea la sexualidad desde un lugar polĆtico, algo inusual en la literatura argentina de los aƱos 70.
En pleno furor del feminismo de hace medio siglo se popularizaron algunas autoras mujeres que venĆan a aportar una voz narrativa propia, con personajes femeninos mucho mĆ”s sutiles. Beatriz Guido, Silvina Bullrich y Martha Lynch, con una obra literaria menos reconocida por el mundo acadĆ©mico, contaban con un pĆŗblico masivo, difĆcil de igualar por sus colegas varones. Sin embargo, sus obras cuentan con escasas reediciones, a diferencia de la mayorĆa de los autores exitosos en la dĆ©cada del ’60.
El hecho de que hoy sean escritoras en su gran mayorĆa las que mejor nos representan en el mundo (como Claudia PiƱeiro, Mariana EnrĆquez, Samantha Schweblin, Gabriela CabezĆ³n CĆ”mara, Camila Sosa Villada), es solo la punta del iceberg, porque el cambio influye en la manera en que escribimos, y tambiĆ©n en nuestra forma de leer y de cĆ³mo percibimos la figura del escritor. El escritor macho tocĆ”ndole el culo a una periodista en la presentaciĆ³n de una revista (situaciĆ³n que ocurriĆ³ hace menos de veinte aƱos) hoy tendrĆa algĆŗn tipo de consecuencias.
Si bien Argentina tiene una pobrĆsima polĆtica editorial de reeditar textos literarios de otras Ć©pocas, son las escritoras las que mĆ”s sufren el olvido. Por eso es muy destacable la colecciĆ³n āLas antiguasā de la editorial cordobesa Buena Vista, que publica a autoras fundamentales, pero que el mundo editorial y los crĆticos decidieron olvidar. Algunas de las escritoras son Emma de la Barra (que debiĆ³ firmar su primera novela con nombre de varĆ³n), Elvira Aldao, Leonor Allende, Rosa Guerra, Lola Larrosa, entre otras. Pero no es solo que nadie las habĆa vuelto a publicar por casi un siglo (algo que ocurre tambiĆ©n con los autores varones que no entran en el canon acadĆ©mico), sino que ni siquiera son recordadas. Por eso sus nombres no nos resultan familiares.
Y si bien hoy las escritoras argentinas despiertan un mayor interĆ©s editorial, gran parte de la literatura escrita por mujeres sigue siendo ignorada o despreciada por la crĆtica. Son las escritoras de novela romĆ”ntica o histĆ³rica con impronta romĆ”ntica. La literatura de gĆ©nero como el policial, la ciencia ficciĆ³n, o el terror, consumida mayoritariamente por un pĆŗblico masculino, consiguiĆ³ reconocimiento acadĆ©mico e institucional, incluso escrita por mujeres. Pero la novela romĆ”ntica estĆ” mal vista y sus autoras funcionan para el mainstream literario como en un mundo paralelo, por fuera de la āverdaderaā literatura. ĀæAbrirĆ” la Feria de Libro de Buenos Aires alguna vez una autora de novela romĆ”ntica o histĆ³rica? ĀæCuĆ”ntas escritoras de este gĆ©nero participan del FILBA cada aƱo? ĀæCuĆ”ntas son invitadas a participar en ferias internacionales representando a la literatura argentina? Como ocurre en todo gĆ©nero, hay buena y mala literatura romĆ”ntica, pero ese desprecio general por parte del mundo literario se debe, no lo dudo, a que es consumida por un pĆŗblico mayoritariamente femenino.
Y si creemos que el machismo solo estĆ” en los editores, autores y crĆticos, no nos olvidemos del lector (āhipĆ³crita lector, mi semejante, mi hermanoā, como decĆa Baudelaire). Solemos normalizar situaciones que nos deberĆan hacer ruido. Un solo ejemplo: en 2019 apareciĆ³ Historia de una investigaciĆ³n, de Enriqueta MuƱiz, diario publicado pĆ³stumamente por la periodista que trabajĆ³ con Rodolfo Walsh en la investigaciĆ³n de OperaciĆ³n Masacre. El propio Walsh le reconoce en el prĆ³logo, a partir de la tercera ediciĆ³n, una gran importancia al trabajo de MuƱiz. Leyendo el diario nos damos cuenta de que MuƱiz participĆ³ todavĆa mucho mĆ”s de lo que uno imagina a partir de las palabras de Walsh. Y ese agradecimiento, ese reconocimiento afectivo, no parece a la altura del trabajo de Enriqueta MuƱiz. Por lo menos su nombre deberĆa aparecer, de alguna manera, en los crĆ©ditos de OperaciĆ³n Masacre. Tal vez suene exagerado. OjalĆ” que en unos aƱos, nos parezca una obviedad.
Fuente: PƔgina 12