Llueve en Mármol. Por Mariano Bucich

Llueve en Mármol. Por Mariano Bucich

Llueve, y las canchas anegadas del viejo club inglés se toman un respiro, de tanta pisada ajetreada.
Llueve, y la cuneta de Amenedo y Sáenz Peña está repleta de agua. Mientras desde lo de Lanzillotta no hay sifón vacío que no la mire sin soñar con llenarse de ella, y con suaves burbujas de placer también . Para ser, de nuevo, la leyenda urbana con soda en alguna mesa.
Llueve, y la iglesia ve, como la plaza feliz sonríe, porque sabe que dejará de ser solo tierra, para reverdecer en cada pic-nic de una nueva primavera.
Llueve, mientras se ven brillantes y relucientes los añosos adoquines de las primeras calles del barrio que ostentaron el lujo, dejar de ser de barro.
Llueve, y las palmeras hospedan a las cotorras que como pocas veces, calladas, al final de la lluvia esperan.
Llueve, y hoy el tren parece que no pasa… Para que en éste silencio gris, por fin reposen las almas.

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