Llora, hazlo hasta que sonrías. Por Horacio Aníbal Vilardel

¿Qué te parece la vida hasta ahora?
Dime. Piensa y contesta mi pregunta.
Ahora,
que llegaste a este dónde,
-un dónde que es lugar de reencuentro-.
Ahora que me has reconocido
-porque es saber que antes ya sabías
cuando, al fin, conoces lo esperado,
sabiendo que tu mirada se posa
en la de otro que puede
descubrirte siendo tal como eres-;
ahora que, a veces, te despiertas
con ese alegre ánimo
que me saluda acortando distancias,
doméstico,
familiar, amistoso y hogareño
y otras
despiertas tan sensible
que el giro de la tierra
se hace vertiginoso
y mucho
y tanto
que el YA se te hace pronto,
que AYER son tantos ayeres sumados,
que MAÑANA es apenas un presente
tan doloroso como el que ha pasado
recién, justo al colocar el acento
donde debía.
Ahora, que creciste
tanto y lo suficiente
para darte cuenta que sigues siendo
tan frágil
como esa pequeña niña que extraña,
que extraña y se promete
y les promete a los que ya no escuchan
renacer entre ascuas de esos recuerdos
a los que les pregunta
que es lo que ha pasado en todo este tiempo
-y, tan solo, le responde el silencio-.
Ahora que esos días
-¿antes eran menos? ¿ahora muchos?-
te albean con el creciente deseo
de regar con tus lágrimas
el tiempo,
su vértigo,
la angustia,
tú misma,
el pasado imperfecto
el futuro que es siempre indefinido,
lo que no es, lo que quisiste o querrías,
lo que falta, pues siempre falta algo
-como ese espejo de luna imperfecta
que será perfecto cuanto te mire
sonreír con la mirada-…
Dime ahora como es que ves la vida…
ahora que hay dolores compartidos,
que podrías saberte bien querida,
ahora que sabes de ese refugio
que acoge por fragmentos
tu alma,
ahora que todo está definido
con precisión exacta,
ahora que las palabras se sueltan
con mejor vuelo desde ese otro cielo
que es el tuyo, más alto,
que no debería haber ningún pero
ni excusas
y aún está el temor, justificado,
por lo único perfecto e irremediable
del mundo
-el tiempo-
¿cómo no lo mirarías con vértigo
desde esa altura tuya?
No temas.
Que ya lo has derrotado
porque está tu herencia entregada al mundo,
el futuro más importante, único
que es tu verbo ya, ahora, presente.
Míralo como está siendo, sin vértigo.
Y eso que falta, porque siempre falta
dilo, con la magia de tus palabras
dilo con la crudeza de un reclamo
dilo con la esperanza de un pedido
y con la devoción de una plegaria
dilo con ese lenguaje tan puro
que es el que hablamos, el tuyo, el mío
el que se inclina a expresarse en poesía…
¿Qué te parece ahora?
La vida…
Digo esta vida que no es más que eso:
un lento transcurrir hacia la muerte
un tránsito
camino
y su andar, recorriéndolo
muy solos…
Tu podrías contestarme, entonces,
Y ¿¡cómo no asaltarme la tristeza!?
¿cómo no salar toda esa amargura
con un llanto incesante?
Y yo respondería, dentro mío
¿cómo no buscar esas soledades
que, sin quejas, son mejor compañía?
-de esas que importan tanto
como los pliegues que el sol nos ofrece
en cada nuevo día,
que importan y admiran en la simpleza
de lo que es cotidiano,
que preguntan por todo
y se reprochan pequeños olvidos
que sufren el silencio
lo sufren en silencio
o pretenden callarlo con la música
que vive y suena en esa voz amable,
que atesoran y crecen
y viven-.
Viven la vida….
¿Qué te parece ahora?
Tú, dime, ¿aún tienes
esas ganas de llorar, incesantes?…
Llora, llora aquí en éste
mi hombro
que yo sea tu apoyo
tu lugar de descanso, tu refugio..
Ven, ven a mí…acércate
que si vienes herida
a todas
a cuantas heridas traigas contigo
las curaré con los mismos pedazos
de alma
que me entregaste para que los cuide
-amigo es eso, un refugio, guarda
amplia la idea, pequeña palabra-..
Llora si quieres, hazlo
llora en mí, llora todo
hazlo hasta que puedas alzar el rostro
seco el mirar, salada la amargura
mirándome sin dudas…
Mirándome
Sonriendo…
HAV
07-VI-2023