La bajada del Puente. Por Darío Melo

La bajada del Puente. Por Darío Melo

La bajada del puente de Gerli, del lado este, es una pequeña jungla de cemento donde no rige la ley, donde no existe la senda peatonal y los valientes que vienen bajando a pie sintiendo el viento que produce el fino pasar de los vehículos deben decidir si continúan caminando por la avenida a su suerte o se pegan una corrida hasta alguna de las dos veredas. Ahí también se suele doblar en U para tomar alguna de las dos calles laterales, siempre teniendo la precaución de no encontrarte alguno que venga de frente.

Justo en este lugar la avenida Bustamante divide los partidos de Lanus sobre el lado derecho y Avellaneda del lado izquierdo. Bajando el puente hacia la derecha se puede ver la ferreteria de Carlitos, frente al autoservicio “El galpón”. En esa esquina nace la calle Lacarra, que pertenece al partido de Lanús. Antiguamente era mano hacia el sur pero ya hace un tiempo le cambiaron el sentido hacia el norte, aunque para todos y sin importar las ordenanzas municipales, siempre fue mano y contramano. Incluso no ha durado mucho el cartel de CONTRAMANO sobre uno de los postes de luz antes que algún vecino lo quitara ni el circulo azul con la flecha blanca que indica la mano de la calle antes que Carlitos pinte la fachada de la ferreteria.

Siguiendo por Bustamante, a pocos metros sobre el margen izquierdo nace la avenida Lacarra que es doble mano y pertenece al partido de Avellaneda, formando una especie de “T” entre las dos avenidas. Y acá es donde se produce el mayor quilombo, en la famosa intersección vulgarmente conocida como Bustamante y Lacarra. Esta esquina no es apta para conductores principiantes y no hay lugar para los débiles ni los que dudan. Si venís por Bustamante y tenes pensado doblar ya andá midiendo de antemano porque el que viene atrás tuyo te lleva puesto. Y si venis por Lacarra te aconsejo frenar y ceder el paso a los de Bustamante hasta encontrar el momento justo para mandarte en tiempo record. No te aconsejo asomar la trompa hasta no estar seguro de avanzar. Hace poco, con el avance de la urbanización y la competencia entre municipios para ver quien realiza mayores aportes a alguno de los dos intendentes no se le ocurrió mejor idea que poner un semáforo. Si tenían pensado mejorar la circulación lamento informarles que le erraron feo. Ahora resulta que cuando tienen verde los que vienen por la avenida Lacarra y doblan hacia la derecha para cruzar el puente se encuentran con los que vienen del otro lado, desde la calle Lacarra, que curiosamente también tienen verde y se arma una orquesta de bocinazos constante porque los dos creen tener el paso.

Yo no quiero avivar giles, pero este es el lugar ideal para que recauden los zorros municipales, los abogados caranchos con los peatones distraídos atropellados, o incluso si se les ocurre poner alguna cámara de fotomultas se cansarían de facturar. También es un buen lugar apto para los suicidas que quieran innovar y evitar arrojarse a las vías del tren. Por acá pasan varias líneas de colectivos que bajan el puente a los pedos o vienen tomando envión para subirlo. Este lugar también forma parte de la ruta de los ceberos, esos famosos camiones que pasan por las carnicerías recolectando el cebo y que parecen estar en una carrera sin fin mientras dos personas van separando la grasa de la carne en la parte trasera. Sólo es cuestión de cruzar caminando cuando pasen cualquiera de estas dos opciones y tendrás una muerte asegurada.

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