Felicidad: tan simple que se complica. Por Aurora González de Mendoza

Felicidad: tan simple que se complica. Por Aurora González de Mendoza

Lunes por la tarde en la oficina, cuando ni siquiera son suficientes los post-its de los que dispones en tu lugar para anotar pendientes, y lo único que te ilumina el día es la luz de la computadora. Era imposible no sentir una micro-dosis de alegría cada que el reloj avanzaba hacía mi hora de salida.

No hay otra sensación más que placer para describir lo que sentí al cerrar sesión, acomodar mi lugar, y salir corriendo diciendo entre un grito apresurado: “¡Hasta mañana!”. La felicidad duró hasta que me topé con el tráfico de las seis de la tarde, no todo puede ser siempre bueno…

¿A dónde fuiste?¿por qué tan rápido? – porque soy efímera – contestó con un tono lógico y egocéntrico. Easy come, easy go… pero, entonces si es tan fácil de encontrar, por qué hace que todos se atormentan buscándola.

Naveguemos un poco por los pantanos teóricos:

El famoso Aristóteles ligaba este sentir con el eudemonismo, traducido como algo que está muy dentro del trending topic social: la autorrealización. Los estoicos que se caracterizaron por siempre darle puntos a la razón opinaban del tema como algo basado en la autosuficiencia; eso ser feliz es no depender de nadie ni de nada. Pero, aquí viene el grande Epicuro con una idea —que creo es la que más difundida— decía que para ser feliz se necesita experimentar el placer (intelectual y físico) esquivando siempre el sufrimiento.

¿La felicidad es algo que depende solamente del individuo?

Porque según la  41 Encuesta Anual Global hecha por Gallup International, México está situado en el cuarto lugar dentro de la lista de los países más felices ¿será? Si utilizamos el concepto sobre la felicidad de Nietzsche como respuesta, esta depende solamente del individuo, la nombra así como una simple recomendación impuesta por la sociedad. Salgamos y dejémoslo así, debido a que mi cultura no me da para seguirte llenando con mi lodo teórico mal batido.

Yo la considero como un estado, que sólo se puede obtener a través de la praxis. Es imposible separar el procedimiento. Convirtiéndola entonces en una consecuencia flexible, adaptable, simple, sin ninguna fórmula, ni claves inencontrables. Basta con desarrollar la sensibilidad, para apreciar plenamente y sin complejos, las pequeñas alegrías que se presentan generalmente como algo insignificante. Así, como me pasó a mí al momento de girar la llave para encender el carro.

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