Carta abierta de María Margarita Pérez Vallejos a Juan Ares

Carta abierta de María Margarita Pérez Vallejos a Juan Ares

Sí, sólo es porque ya agoté las instancias de hablar contigo sin respuesta.

Yo soy sincera al decirte que nunca pensé que esto funcionara porque había cosas que no me agradaban de tus misterios, de tus problemas, de accidentes, cosas que después me quedaron claras. Lo agradezco. Sin embargo, conociéndote, hubo nuevas actitudes tuyas, algunas las dije, otras no porque quería dejar la fiesta en paz. Esa fiesta nuestra o sólo mía, la disfruté plenamente. Ya sabes que estoy agradecida y que siempre que lo recuerde, seguiré estándolo.

Si bien es cierto, yo más menos sabía con lo que me encontraría allí. Nunca esperé que en el aeropuerto estuviera un hombre sonriente, que me estrechara en un abrazo o que en sus manos tuviera una flor para mí. Menos con la demora desde Madrid a tu tierra, ya imaginaba tu cara de disgusto. Que no sabía siquiera si estarías o debería dormir esa noche allí mismo si no era posible encontrar un hospedaje. Fue muy difícil controlar mi mente de ese estrés. Has de saber que en asunto de vuelos es siempre así. Lo último es la espera de tu maleta en la ronda que con suerte pasa rápido. Tampoco en esta ocasión fue así. Eso una tardanza de más de media hora.

Me desilusioné de ti, Jesús o Juan Ares. Eran más de veinte horas de viaje, pero pensé que nadie que no lo haya hecho puede comprender el cansancio extremo, la deshidratación, el dolor de las extremidades por ser un vuelo económico donde no puedes viajar cómodo, indiferente a que yo me lo haya pasado durmiendo durante este, fue cansador.

Así empecé una pequeña vida contigo, llena de dudas que no exterioricé. No te conocía y elegí viajar hasta ti porque deseaba estar con alguien diferente después de tanto encierro (pandemia). Muchas cosas callé, yo que soy de las que nada me callo y solamente porque me hice la idea de demostrar que eras importante para mí, así como fuiste cuánto no te veía, hasta los primeros momentos de ver tu cara. La desilusión primera no impedía a mis deseos de demostrarte mi ternura porque eso provocabas en mí desde el momento de tus mensajes en línea y de lo que hablábamos.

Empezó a sumar la tristeza cuando me escondías en ciertos lugares públicos y llegué a maldecirme y también a perdonarme por no haberlo pensado más. Ya estaba allí y en lugares preciosos, pero oculta. Necesité muchas veces comprar algo y me rebelaba una vez más -Por mi decisión había optado estar así- Bellamente instalada en una jaula de cristal de la que sólo podía salir cuando tú habrías la puertita para irnos a descubrir tu mundo.

Seguiste equivocándote, queriendo cambiar mis estilos, mi ropa, mi peinado y en algunos tuviste acierto, debo reconocer eso, pero ahí supe que no te gustaba cómo era, que deseabas hacerme a tu forma. También lo acepté porque yo empezaba a quererte. Era un amor no sexual, era más allá de eso y por ese tipo de amor, yo lo aceptaba. Eres diferente al común de los hombres y me consideraba afortunada, aunque esto a ti no te parezca creíble. También dolía que hicieras risión de los años más que los tuyos que yo tengo, sin poder poner reparo a eso porque sí los tengo y toda mi persona lo deja en evidencia y me preguntaba en silencio, repito, nada dije que fuera a dañar esos días contigo, pero pensaba que debías mirarte un poco más al espejo y ver tu realidad que no reflejaba en ningún momento tu manera de escribir que admiraba. Había banalidad en tu forma de ver a las personas, en este caso a mí, todo lo visible importaba más que nuestras escasas conversaciones profundas y que yo deseaba que fueran más para conocernos en ese sentido porque hubiera sido enriquecedor lo que tenías que aportar, aunque discrepara de lo mío.

Hoy recuerdo todas tus atenciones. Recuerdo algunos detalles que me sorprendían gratamente. Muchas veces ahondé pensando que hacía que me encontraras tan diferente y llegué a esclarecer que tú has vivido como un lobito en tus campos, en tu tierra-paraíso, allí donde el olvido parece haber florecido para siempre y que la gran evolución de los tiempos no los ha tocado, felizmente. Por mi parte, he llevado mi vida con todo lo que se llama desenvolverse, cumpliendo misiones, cerrando ciclos diferentes, inmersa entre gentes de todo el mundo y una y mil veces, empezando de nuevo como intento hacerlo ahora.

Debido a esto y porque cerraste tu puerta, no sé si por aclararte mis dudas, las fuertes verdades o porque nunca me quisiste y sentirte libre ha sido respirar de nuevo el aire fresco y sanador de tu hermosa tierra.

Era esto y ya no volveré a molestarte ni a llamar a tu puerta tapiada porque cualquiera sea la razón, para mí la siento cerrada. La mía quedará abierta porque duele cerrarla y estar pensando que no veo ni tu nombre amado y mis deseos de abrir estarían siempre, amenazando mi corazón que se quedó contigo y desde aquí lo amenazan las espinas de mis rosas.

Escribiré una novela pequeña y no sé si necesite tu aprobación para publicar.

Desde Temuco, Chile

Written by:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *