Estimado amigo:
Acerca de sus palabras del día de ayer debo decirle que me han resultado muy interesantes sus reflexiones (rayando lo filosóficas y con ciertos matices metafísicos) acerca de lo indefectible.
Tiene usted razón cuando dice que, a veces, la noche empieza a llegar de todos lados y no se la puede detener. Es eso muy cierto porque, si usted quisiera (eso no es de mi conocimiento) no lo conseguiría.
Quizás el secreto esté en cerrar los ojos, pero a veces eso solo empeora la situación. Detrás de los ojos hay más noche todavía.
Aunque pensando un poco más allá (y por qué no más acá) puede ser que esta sea una cosa muy simple (a pesar de que muy pocas cosas son simples) aún más de lo que parece y tal vez (pero cuidado porque es solo un tal vez) la noche no sea más que noche y nos ofrezca un decorado digno de ser observado.
Desde este punto de vista, y sin la más mínima (ni hablar de la máxima) intención de refutar ni de socavar su inquietud, le sugiero que otorgue a la noche la felicidad de crear sus propias historias, de soñar sin sueño, de peregrinar el Camino de Santiago, de esperar las caricias del amanecer que siempre llega.
Podría continuar con mis sugerencias acerca de la noche (ya que no podrá usted detenerla) pero se ha ido.
Y yo, desde que el mundo es mundo con un solo sol, voy detrás de ella.
Alba
Desde Tandil, Buenos Aires, Argentina