Carta abierta de Unicef a los niños del mundo

Carta abierta de Unicef a los niños del mundo

Queridos niños de hoy y de mañana,

Hace 30 años, cuando el orden mundial se encontraba en un flujo de cambio constante –la caída del muro de Berlín, el declive del apartheid, la creación de la Red Informática Mundial– el mundo se unió en defensa de los niños y de la infancia. Si bien la mayoría de los padres y madres del mundo de entonces habían crecido bajo dictaduras o gobiernos fallidos, esperaban que sus hijos disfrutaran de una vida mejor, de mayores oportunidades y de un mayor número de derechos. Por lo tanto, cuando los dirigentes de numerosos países se reunieron en 1989, en un momento de rara unidad mundial, para contraer un compromiso histórico con los niños del mundo destinado a proteger y hacer realidad sus derechos, surgió un verdadero sentimiento de esperanza para la próxima generación.

¿Cuánto hemos progresado? En las tres décadas posteriores a la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño hemos conseguido reducir el número de niños que no asisten a la escuela primaria en casi un 40%, a pesar de la explosión demográfica mundial. El número de niños menores de cinco años con retraso en el crecimiento disminuyó en más de 100 millones. Hace tres décadas, la poliomielitis paralizaba o mataba a casi 1.000 niños todos los días. Hoy en día, se han eliminado el 99% de esos casos. Muchas de las invenciones que han hecho posible estos progresos –como las vacunas, las sales de rehidratación oral y una mejor nutrición– han demostrado que no solo eran prácticas sino que también eran rentables. El auge de la tecnología digital y móvil, y otras innovaciones, han facilitado y aumentado la eficiencia en la prestación de servicios esenciales en comunidades de difícil acceso, y la ampliación de las oportunidades.

“Ocho razones por las que estoy preocupada por su futuro, y ocho razones por las que creo que hay esperanzas.”

Sin embargo, la pobreza, la desigualdad, la discriminación y la distancia siguen impidiendo que millones de niños disfruten cada año de sus derechos, ya que 15.000 niños menores de cinco años siguen muriendo todos los días, en su mayoría debido a enfermedades que se pueden tratar y a otras causas evitables. Estamos haciendo frente a un aumento alarmante del número de niños con sobrepeso, pero también de niñas que sufren anemia. Los persistentes problemas que presenta la defecación al aire libre y el matrimonio infantil siguen amenazando la salud y el futuro de los niños. Aunque el número de niños escolarizados es más alto que nunca, el desafío que supone lograr una educación de calidad no se ha conseguido superar aún. Estar en la escuela no es lo mismo que aprender; más del 60% de los alumnos de las escuelas primarias de los países en desarrollo todavía no alcanzan un nivel mínimo de competencia en el aprendizaje, y la mitad de los adolescentes del mundo hacen frente a la violencia en la escuela y no consideran la escuela como un lugar seguro. Los conflictos siguen privando a los niños de la protección, la salud y el futuro que merecen. La lista de problemas actuales en materia de derechos del niño es considerable.

Y la generación de todos ustedes, los niños de hoy, confronta una nueva serie de desafíos y cambios mundiales que eran inimaginables para sus progenitores. Nuestro clima está cambiando de manera irreconocible. La desigualdad se está agravando. La tecnología está transformando la forma en que percibimos el mundo. Y el número de familias que tienen que emigrar es mayor que nunca. La infancia ha cambiado, y nosotros necesitamos cambiar nuestros planteamientos con respecto a ella.

Así que, al contemplar los 30 años transcurridos desde la Convención sobre los derechos del Niño, nosotros también deberíamos mirar hacia adelante, hacia los próximos 30 años. Debemos escucharlos a todos ustedes –a los niños y los jóvenes de hoy– sobre las cuestiones que más les preocupan y empezar a trabajar con ustedes para encontrar soluciones del siglo XXI a los problemas del siglo XXI.

Con todas estas cuestiones en mente, quisiera describir las ocho razones por las que estoy preocupada por su futuro, y las ocho razones por las que creo que hay esperanzas:

1– Ustedes necesitan agua limpia, aire limpio y un clima seguro

Por qué estoy preocupada:

Podría resultar obvio que todos los niños necesiten estos elementos básicos para disfrutar de una vida saludable –un ambiente limpio en donde vivir, un aire limpio para respirar, agua para beber y alimentos para comer– y resulta extraño que tengamos que hacer esta afirmación en 2019. Sin embargo, el cambio climático podría socavar todos estos derechos básicos y, de hecho, la mayoría de los avances en materia de supervivencia y desarrollo infantil que se han logrado durante estos últimos 30 años. Tal vez no exista una amenaza mayor que esta para los derechos de la próxima generación de niños.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura señaló el año pasado que el cambio climático se está convirtiendo en una fuerza esencial para explicar el aumento reciente y constante del hambre en el mundo, y que, a medida que la escalada de las sequías y las inundaciones degradan la producción de alimentos, la próxima generación de niños soportará una mayor carga de hambre y malnutrición. Ya estamos viendo pruebas que indican que los fenómenos meteorológicos extremos provocados por el cambio climático generan desastres naturales más frecuentes y destructivos, y aunque las previsiones sobre el futuro son diversas, la Organización Internacional para las Migraciones ha indicado que el número de migrantes debido al medio ambiente en todo el mundo que se cita con más frecuencia es de 200 millones para 2050, con estimaciones que ascienden a los 1.000 millones.

A medida que las temperaturas aumentan y el agua se vuelve más escasa, los niños sentirán las repercusiones más mortíferas de las enfermedades transmitidas por el agua. En la actualidad, más de 500 millones de niños viven en zonas donde las inundaciones son extremadamente altas y casi 160 millones en zonas donde las sequías son muy graves. Regiones como el Sahel, que dependen especialmente de la agricultura, el pastoreo y la pesca, se encuentran entre las más vulnerables a los efectos del cambio climático. Se prevé que, en el futuro, las lluvias serán aún más cortas y menos predecibles en esta región árida, que además se está calentando a un ritmo 1,5 veces más rápido que el promedio mundial, un dato alarmante. En el Sahel, el clima se calienta y los pobres se empobrecen, y es muy común que los grupos armados exploten los agravios sociales que surgen bajo estas condiciones de presión.

Más de 500 millones de niños viven en zonas donde las inundaciones son extremadamente altas

Estos desafíos se verán agravados por las consecuencias de la contaminación del aire, de los residuos tóxicos y de las aguas subterráneas, que perjudica la salud de los niños. En 2017, aproximadamente 300 millones de niños vivían en las zonas con los niveles más tóxicos de contaminación atmosférica exterior, seis o más veces superiores a los límites de las directrices internacionales, una situación que contribuye a la muerte anual de unos 600.000 niños menores de 5 años. Un número incluso mayor sufrirá daños duraderos en sus cerebros y pulmones en desarrollo.

Y para el año 2040, uno de cada cuatro niños vivirá en zonas de extrema escasez de agua y miles contraerán enfermedades a causa de la contaminación del agua. La gestión y la protección de los suministros de agua subterránea limpia, abundante y accesible, y la gestión de los residuos plásticos, se están convirtiendo rápidamente en un tema de nuestro tiempo en materia de salud infantil.

Por qué hay esperanza:

Para mitigar el cambio climático, los gobiernos y las empresas deben trabajar juntos para abordar las causas profundas de estos problemas mediante la reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero, de conformidad con el Acuerdo de París. Mientras tanto, debemos otorgar la mayor prioridad posible a los esfuerzos para poner en marcha adaptaciones que reduzcan el impacto ambiental sobre los niños.

UNICEF trabaja para frenar los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos, entre otras cosas mediante el diseño de sistemas de abastecimiento de agua que puedan resistir los ciclones y la contaminación de agua salada; el fortalecimiento de las estructuras escolares y el apoyo a los simulacros de preparación; y la asistencia a los sistemas de salud de la comunidad. Innovaciones como los sistemas de gestión de la recarga de acuíferos (MAR), si se aplican a gran escala, podrían preservar la reservas de agua potable para proteger a millones de niños de los peligros de la escasez del agua y de las enfermedades.

Incluso en entornos complejos como el Sahel hay esperanzas: allí vive una población joven deseosa de obtener trabajo y oportunidades, y el clima ofrece un enorme potencial para aprovechar las fuentes de energía renovables y sostenibles. Con la inversión en oportunidades de educación y empleo, una mayor seguridad y una mejor gobernanza, hay motivos para ser optimistas con respecto a la capacidad de la región para generar una resiliencia al cambio climático y la adaptación a este fenómeno.

Para invertir la tendencia de la contaminación del aire, los gobiernos y las empresas deben trabajar estrechamente con el objetivo de reducir el consumo de combustibles fósiles, establecer sistemas agrícolas, industriales y de transporte más limpios e invertir en la ampliación de las fuentes de energía renovables. Muchos gobiernos han tomado medidas para frenar con normas estrictas la contaminación que generan las centrales eléctricas, las instalaciones industriales y los vehículos de carretera. Un estudio realizado en 2011 por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos encontró que la Ley de Aire Limpio de 1990 había generado 30 dólares en beneficios de salud para los ciudadanos por cada dólar empleado. Estas políticas son fundamentales para proteger los pequeños pulmones y cerebros de los bebés contra los contaminantes que hay en el aire y las partículas en suspensión.

Mientras tanto, buscar soluciones que puedan mejorar los peores efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud infantil cobra una importancia fundamental.  Ulaanbaatar, la capital de Mongolia, es una de las ciudades más contaminadas del mundo durante el invierno. La mayor fuente de la contaminación proviene de la combustión del carbón que utiliza el 60% de la población de Ulaanbaatar. Los expertos en innovación de UNICEF, junto con la comunidad, el gobierno, el mundo académico y el sector privado, han comenzado a diseñar y poner en práctica soluciones energéticas para los hogares tradicionales a fin de reducir el consumo de carbón y mejorar la calidad del aire, entre otras cosas mediante el diseño de “Ger para el siglo XXI”.

También estamos buscando formas de reciclar y reutilizar los plásticos de una manera innovadora, reduciendo los residuos tóxicos y haciendo un buen uso de la basura. Conceptos Plásticos, una empresa social colombiana, ha establecido una técnica para fabricar ladrillos a partir de plásticos PVC que son más baratos, ligeros y duraderos que los ladrillos convencionales, y los está utilizando para construir aulas. La primera aula de plástico reciclado en África se construyó a principios de este año en Côte d’Ivoire, durante un periodo de tan solo unas semanas. Cuesta un 30% menos que las aulas tradicionales. Este planteamiento innovador para transformar los residuos plásticos en ladrillos de construcción tiene el potencial de convertir el problema que representa la gestión de los residuos plásticos en una oportunidad, al mismo tiempo que permite abordar el derecho a la educación mediante la construcción de escuelas, empoderar a las comunidades y purificar el medio ambiente.

2- Es muy probable que cada uno de ustedes viva y se eduque en zonas de conflicto y de desastre

Por qué estoy preocupada:

Los niños siempre han sido las primeras víctimas de la guerra. Hoy en día, el número de países en conflicto es el más elevado desde la aprobación en 1989 de la Convención sobre los Derechos del Niño. Uno de cada cuatro niños vive en la actualidad en países afectados por conflictos violentos o desastres, y 28 millones de niños tienen que abandonar sus hogares a la fuerza debido a las guerras y la inseguridad. Muchos pierden varios años de escuela, así como los documentos que reflejan los logros y las calificaciones que les pueden servir para su enseñanza futura y en sus carreras. Los conflictos y los desastres naturales ya han impedido seguir estudiando a 75 millones de niños y de jóvenes, muchos de los cuales han emigrado a través de las fronteras o han sido desplazados. Es una tragedia personal para cada uno de estos niños. Abandonar las aspiraciones de toda una generación es un terrible desperdicio del potencial del ser humano. Y lo que es peor aún, la existencia de una generación perdida, desilusionada y enojada, compuesta por niños que no han recibido una educación, es un riesgo peligroso que podría costarnos muy caro a todos.

Los conflictos y desastres naturales han impedido seguir estudiando a 75 millones de niños y de jóvenes

Por qué hay esperanza:

Algunos estados han demostrado que es posible poner en práctica políticas eficaces para que los refugiados puedan seguir aprendiendo. Cuando un gran número de niños que escaparon de la guerra en la República Árabe Siria llegaron al Líbano, el gobierno tuvo que hacer frente al problema que suponía acoger a cientos de miles de niños en un sistema de escuelas públicas que ya se encontraba bajo una enorme presión. Con el apoyo de los asociados internacionales, convirtieron ese problema en una oportunidad e integraron a los niños refugiados en las escuelas, al mismo tiempo que reforzaban el sistema educativo de los estudiantes libaneses.

Asimismo, las innovaciones digitales pueden ayudarnos a avanzar. UNICEF colabora con Microsoft y la Universidad de Cambridge para crear un “pasaporte del aprendizaje”, una plataforma digital que facilitará que los niños y los jóvenes puedan aprender dentro y fuera de las fronteras. El pasaporte del aprendizaje se está poniendo a prueba y experimentando en varios países que acogen a refugiados, migrantes y desplazados internos. Un mundo digitalmente inclusivo debería permitir a los jóvenes, independientemente de su situación, acceder a la educación. La ampliación de soluciones como el pasaporte digital del aprendizaje podría ayudar a millones de niños desplazados a adquirir las aptitudes que necesitan para prosperar.

3- Debemos lograr que hablar de la salud mental sea una cuestión saludable

Por qué estoy preocupada:

Si creyéramos todo lo que leemos sobre los adolescentes de hoy, y las imágenes que vemos en la televisión y en el cine, se nos podría perdonar por pensar que son un grupo de personas salvajes y antisociales. Sin embargo, nada está más lejos de la realidad. Las pruebas indican que los adolescentes de hoy en día fuman menos, beben menos, se meten en menos problemas y generalmente asumen menos riesgos que las generaciones anteriores. Incluso se les podría calificar de la Generación Sensible. 

Sin embargo, hay un factor de riesgo para los adolescentes que revela una tendencia extremadamente preocupante en la dirección equivocada, y que nos recuerda la vulnerabilidad invisible a la que se enfrentan todavía los jóvenes. Los trastornos de salud mental entre los menores de 18 años han aumentado constantemente en los últimos 30 años y la depresión se encuentra ahora entre las principales causas de discapacidad entre los jóvenes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 62.000 adolescentes murieron en 2016 a causa de lesiones infligidas por ellos mismos, un problema que es en la actualidad la tercera causa principal de muerte entre los adolescentes de 15 a 19 años.

No se trata solo de un problema de los países ricos: la OMS estima que más del 90% de los suicidios de adolescentes en 2016 se produjeron en países de bajos o medianos ingresos. Y aunque los jóvenes con trastornos mentales graves en los países de bajos ingresos no suelen recibir tratamiento ni apoyo, no hay ningún país en el mundo que pueda afirmar que ha superado este problema. Como dice el experto en salud mental de la OMS Shekhar Saxena, “cuando se trata de la salud mental, todos los países son países en desarrollo”. Dado que la mayoría de los países de bajos y medianos ingresos gastan menos del 1% de su presupuesto total de salud en la salud mental, y los países de altos ingresos gastan solo el 4% y el 5%, está claro que es necesario que este sector tenga una mayor prioridad en todo el mundo.

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UNICEF trabaja con niños que han sufrido traumas increíbles, discriminación por motivos de género, pobreza extrema, violencia sexual, discapacidad y enfermedades crónicas, y que viven en zonas de conflicto y en otras situaciones que los exponen a un alto riesgo de sufrir trastornos mentales. El costo no es solamente individual, sino también social: el Foro Económico Mundial clasifica sistemáticamente la salud mental como una de las mayores cargas económicas entre los problemas de salud que no son contagiosos. A pesar de estas pruebas abrumadoras que señalan la posibilidad de una inminente crisis, y de las alarmantes tendencias en el aumento de las tasas de autolesiones y suicidios, los programas mundiales de salud han pasado por alto con demasiada frecuencia la salud mental y el bienestar de los adolescentes.
 

Por qué hay esperanza:

Debido a que la mitad de los trastornos de salud mental que duran toda la vida comienzan antes de los 14 años, se debe dar prioridad a la promoción de la salud mental, la prevención y el tratamiento terapéutico, y la rehabilitación. La detección y el tratamiento tempranos son fundamentales para evitar que los episodios de angustia mental lleguen a un punto crítico y que los jóvenes sufran daños que echen a perder sus vidas, que son tan valiosas. Sin embargo, ocurre con demasiada frecuencia que los jóvenes, cuando buscan ayuda en las primeras etapas del problema, tropiezan con el estigma y el tabú que impiden que las comunidades hablen abiertamente de los problemas de salud mental. Por fortuna, este tabú está empezando a desmoronarse, y los jóvenes, una vez más, están señalando el camino, fundando organizaciones no gubernamentales, creando aplicaciones, realizando labores de concienciación y expresando sus opiniones sobre su propia lucha contra las enfermedades mentales y sus esfuerzos para abordar su enfermedad, con la esperanza de que otros se sientan capacitados para hacer lo mismo.

UNICEF realiza campañas en las escuelas para promover un debate abierto sobre la salud mental. Por ejemplo, en Kazajstán, donde se registra una de las tasas de suicidio más elevadas entre los adolescentes de todo el mundo, UNICEF intensificó sus esfuerzos para mejorar el bienestar mental de los adolescentes mediante un programa piloto a gran escala realizado en más de 450 escuelas. El programa aumentó la concienciación, capacitó al personal para identificar los casos de alto riesgo y garantizó el envío de los adolescentes más vulnerables a especialistas en salud. Cerca de 50.000 jóvenes participaron en el proyecto piloto, que logró grandes mejoras en su bienestar. Desde entonces, el programa se ha ampliado a más de 3.000 escuelas.

Otorgar prioridad a la promoción de la salud mental de los adolescentes y la prevención del suicidio ha dado lugar a una disminución del 51% de la mortalidad por autolesiones en el grupo de edad de 15 a 17 años a nivel nacional, y el número de casos de suicidio disminuyó de 212 en 2013 a 104 en 2018 para este grupo de edad. Y quizás lo más importante es que la salud mental se está integrando ahora en los principales servicios de atención primaria de la salud, un factor que ha ayudado a superar el estigma que solía llevar a que muchos jóvenes abandonaran la búsqueda de ayuda.

4- Más de 30 millones de jóvenes han emigado de su lugar de nacimiento

Por qué estoy preocupada:

La migración ha formado parte de la experiencia humana a lo largo de la historia. Durante miles de años, los niños y las familias han dejado su lugar de nacimiento para establecerse en nuevas comunidades en busca de oportunidades educativas o de empleo. Hoy no es diferente. Vivimos en un mundo móvil en el que al menos 30 millones de niños se han trasladado a lo largo de las fronteras.

Para muchos, el deseo de disfrutar de una vida mejor es el factor que impulsa la migración. Sin embargo, para un número excesivo de niños, la migración no es una opción positiva, sino una necesidad urgente: simplemente no disponen de la oportunidad de establecer una vida segura, saludable y próspera en el lugar donde nacen. Cuando la desesperación impulsa la migración, puede llevar a que los niños migren sin los permisos legales que necesitan, convirtiéndose en lo que se denomina como “migrantes irregulares”. A menudo, realizan viajes peligrosos a través de los desiertos, los océanos y las fronteras militarizadas, encontrándose en el camino con situaciones de violencia, abuso y explotación.

Y una de las mayores migraciones que el mundo ha conocido jamás no está ocurriendo a través de las fronteras, sino dentro de las fronteras, ya que millones de personas están migrando internamente de las zonas rurales a las urbanas. En 1989, cuando se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, la mayoría de los niños del mundo vivían en zonas rurales. Hoy en día, la mayoría vive en las ciudades, y es muy probable que la tasa de urbanización siga en aumento. Aunque los residentes urbanos disfrutan como promedio de un mejor acceso a los servicios y a oportunidades, las desigualdades pueden ser tan graves que muchos de los niños más desfavorecidos de las zonas urbanas corren peor suerte que los niños de las zonas rurales. Por ejemplo, los niños más pobres de las zonas urbanas de 1 de cada 4 países tienen más probabilidades de morir antes de cumplir 5 años que los niños más pobres de las zonas rurales. Y los niños más pobres de las zonas urbanas de 1 de cada 6 países tienen menos probabilidades de terminar la escuela primaria que los niños de las zonas rurales.

Por qué hay esperanza:

Ningún niño debería sentirse obligado a emigrar de su hogar, pero hasta que no se aborden las causas profundas de la situación, es poco probable que esta situación cambie. Esto significa abordar la violencia generada por la comunidad y las pandillas, fortalecer los sistemas de protección para que los niños puedan estar seguros en sus comunidades, mejorar el acceso a una educación de calidad y a oportunidades de empleo, y asegurar que los jóvenes tengan la oportunidad de adquirir las aptitudes que necesitan para construir un futuro mejor y más seguro para ellos mismos y para sus países de origen.

UNICEF calcula que decenas de miles de niños emigran sin permiso legal, algunos con sus familias y otros solos, un factor que les hace extremadamente vulnerables. Es esencial que se respeten los derechos de los niños migrantes, ya sean legales o de otro tipo. Dondequiera que estén, y sea cual sea su historia, los niños migrantes son, ante todo, niños. Los gobiernos pueden proteger a los niños migrantes dando prioridad a su interés superior en la aplicación de las leyes de inmigración y, siempre que sea posible, deben mantener unidas a las familias y utilizar alternativas a la detención de comprobada eficacia, como las familias de acogida o los hogares de acogida; muchos gobiernos están poniendo a prueba con éxito estos enfoques.

La llamada ventaja urbana desaparece cuando miramos más allá de los promedios y el control de la riqueza, por lo que las políticas y programas sociales diseñados para apoyar la supervivencia y el desarrollo infantil deben prestar mayor atención a los niños más pobres y marginados de las zonas urbanas. En general, las ciudades modernas ofrecen un mejor acceso al agua potable, a los servicios de salud y sociales y a las oportunidades educativas. Por lo tanto, si los gobiernos de las ciudades pueden trabajar para establecer un acceso inclusivo para todos los niños y fomentar la igualdad de oportunidades en sus ciudades, la vida en las zonas urbanas podría impulsar la supervivencia y el desarrollo de los niños.

5- Miles de ustedes nunca existirán oficialmente, al menos que actuemos

Por qué estoy preocupada:

Todo niño tiene derecho a una identidad legal, a la inscripción de su nacimiento y a una nacionalidad. Pero es muy posible que una cuarta parte de las personas que nacen hoy –casi 100.000 bebés– nunca tengan un certificado de nacimiento oficial ni reúnan los requisitos necesarios para obtener un pasaporte. Si tus padres son apátridas, pertenecen a una comunidad perseguida o marginada, o simplemente si vives en una región pobre y remota, es posible que nunca recibas una identidad o un certificado de nacimiento. Es posible que te nieguen la ciudadanía o que te quiten la tuya. Esta falta de reconocimiento oficial por parte de cualquier estado conduce a la posibilidad de que te nieguen atención médica, educación y otros servicios gubernamentales. Más adelante en la vida, la falta de identificación oficial puede llevar a que te cases, hagas trabajos peligrosos o te recluten en las fuerzas armadas antes de la edad legal. Como niño no registrado o “apátrida”, eres invisible para las autoridades, como si nunca hubieras existido.

Por ejemplo, en los campamentos improvisados de Bangladesh, donde cientos de miles de familias de refugiados rohingyá han huido en busca de refugio, todos los días nacen bebés. Es poco probable que un bebé rohingyá sea inscrito en el registro de nacimiento y que se le confiera una nacionalidad, lo que le priva de este “pasaporte básico para la protección” desde el comienzo mismo de su vida.

Y hay otro grupo de niños que confrontan hoy en día la amenaza de vivir sin una identidad legal clara y de convertirse en apátridas. Si eres un niño inocente nacido de un combatiente extranjero perteneciente a un grupo armado, es posible que no tengas ciudadanía, o que te la hayan arrebatado. Solamente en la República Árabe Siria, UNICEF calcula que se encuentran cerca de 29.000 niños extranjeros, la mayoría de ellos menores de 12 años, y que en Iraq hay otros 1.000 niños sin ningún tipo de documentación civil. Todos ellos corren el riesgo de convertirse en apátridas e invisibles.

Es muy posible que 1 de cada 4 bebes que nacen hoy nunca tengan un certificado de nacimiento oficial ni reúnan los requisitos necesarios para obtener un pasaporte

Por qué hay esperanza:

La inscripción de los niños en el registro civil es el primer paso para asegurar su reconocimiento ante la ley, salvaguardar sus derechos y garantizar que cualquier violación de estos derechos no pase desapercibida. Las Naciones Unidas se han fijado el objetivo de que todos los seres humanos del planeta tengan una identidad legal para 2030. UNICEF apoya a los gobiernos para que trabajen en esta dirección, comenzando por el registro de todos los nacimientos.

Para algunos niños a quienes se les niega una identidad oficial debido a los desacuerdos sobre su situación jurídica, la única solución real es de índole política. UNICEF insta a los Estados Miembros a que cumplan con su responsabilidad de proteger a todos los menores de 18 años, de conformidad con la Convención sobre los Derechos del Niño. Esto incluye a los niños que nacen de nacionales de otros estados, que pueden ser migrantes, refugiados o combatientes extranjeros, porque los niños son, ante todo, niños.

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UNICEF/UNI159401/Pirozzi

En otras circunstancias, la tecnología y las asociaciones innovadoras señalan el camino a seguir. En el Estado Plurinacional de Bolivia, por ejemplo, TIGO, una empresa nacional de telecomunicaciones, el Alto Tribunal Electoral y UNICEF colaboraron para incrementar la inscripción de los nacimientos en hospitales y centros de salud, lo que dio lugar a un aumento de la inscripción de los nacimientos de más del 500% entre 2015 y 2018. En Rwanda, la inscripción automática de los niños al nacer en los hospitales dio lugar a un aumento de la inscripción de los nacimientos, que pasó del 67% en 2017 al 80,2% en 2018. Debemos ampliar urgentemente programas como éste para llegar a un mayor número de niños. Esto significa ampliar drásticamente el acceso digital a las comunidades más remotas y vulnerables, de modo que los sistemas de registro civil puedan ocurrir en tiempo real.

6- Ustedes necesitan las destrezas del siglo XXI para una economía del siglo XXI

Por qué estoy preocupada:

Hay más de 1.800 millones de jóvenes de entre 10 y 24 años en el mundo, una de las cohortes más elevadas de la historia de la humanidad. Con demasiada frecuencia, estos jóvenes carecen de acceso a una educación que les prepare para las oportunidades de empleo y empresariales que se dan hoy en día, y que les brindarían las aptitudes y las perspectivas necesarias para actuar en una economía del siglo XXI. Mientras tanto, en los últimos 30 años, la desigualdad relativa de los ingresos entre los países se ha reducido, pero la desigualdad absoluta en los ingresos* ha aumentado de manera considerable, por lo que algunos niños y familias con bajos ingresos quedan rezagados y pierden las oportunidades de las que disfrutan sus coetáneos más ricos. Además, la movilidad se ha estancado en los últimos 30 años, lo que ha llevado a que otra generación haya caído en la trampa de la pobreza debido a una única circunstancia: la familia en la que ha nacido.

Por qué hay esperanza:

UNICEF, junto con nuestros aliados mundiales, ha puesto en marcha una nueva iniciativa para preparar a los jóvenes a fin de que se conviertan en ciudadanos productivos y comprometidos. El objetivo de Generación Sin Límites consiste en garantizar que todos los jóvenes vayan a la escuela, aprendan, se capaciten o trabajen para el año 2030. Un programa en Argentina conecta a los estudiantes rurales de zonas remotas con profesores de secundaria, tanto en persona como en línea. Una iniciativa de Sudáfrica llamada TechnoGirl ofrece a las mujeres jóvenes de entornos desfavorecidos oportunidades de empleo en los sectores de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y en Bangladesh, decenas de miles de jóvenes están recibiendo formación en oficios como por ejemplo los servicios de telefonía móvil. A través de nuestro Desafío de la juventud, estamos reuniendo a jóvenes con mentes brillantes para resolver problemas en sus comunidades, porque los jóvenes son expertos en sus propias vidas y experiencias. El Desafío de la Juventud de la Generación Sin Límites ha colaborado con más de 800 innovadores en 16 países y producido soluciones innovadoras como la aplicación móvil SpeakOut, desarrollada por jóvenes de Macedonia del Norte para poder comunicarse de forma anónima a sus compañeros y pedirles ayuda en casos de intimidación, y el Código Rojo, un plan microempresarial autosuficiente de Pakistán, que ayuda a las mujeres jóvenes tanto en la gestión de la higiene menstrual como en la generación de ingresos.

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7 – Es preciso proteger tu huella digital

Por qué estoy preocupada:

La red informática mundial nació el mismo año que la Convención sobre los Derechos del Niño, hace 30 años. Hoy en día, esta red ha cambiado radicalmente el mundo y ha remodelado por igual la infancia y la edad adulta. Se cree que más de 1 de cada 3 niños en el mundo son usuarios habituales de Internet, y a medida que aumenta el número de jóvenes de esta generación, esa proporción también seguirá aumentando.

Más de 1 de cada 3 niños son usuarios habituales de internet y, a medida que aumenta el número de jóvenes de esta generación, esa proporción también seguirá aumentando

Los debates sobre los beneficios y peligros de las redes sociales para los niños son cada vez más frecuentes, y sin duda se necesitan más medidas para proteger a los niños de la intimidación y la exposición a contenidos nocivos. Los padres y los niños también están tomando conciencia del riesgo que supone compartir demasiada información personal en las redes sociales. Pero la verdad es que los datos que figuran en los perfiles de las redes sociales creados por los niños son solo la punta del iceberg de los datos. Menos comprendida, pero al menos igual de importante, es la enorme acumulación de datos que se están recopilando sobre los niños. A medida que los niños pasan una mayor parte de su vida cotidiana en línea, navegan por las redes sociales, utilizan los motores de búsqueda, el comercio electrónico y las plataformas gubernamentales, juegan, descargan aplicaciones y utilizan los servicios de geolocalización móvil, una huella digital compuesta por miles de datos se acumula a su alrededor. Puede que algunos de los datos hayan sido incluso recopilados antes de nacer y, ciertamente, antes de que los niños pudieran dar su consentimiento con conocimiento de causa para su recopilación y su uso.

La era de los llamados “grandes datos” tiene el potencial de transformar para mejor la prestación de servicios eficientes, personalizados y que respondan a las necesidades de los niños, pero también tiene un impacto potencial negativo en su seguridad, privacidad, autonomía y opciones de vida futuras. La información personal creada durante la infancia puede compartirse con terceros, comercializarse con fines de lucro o utilizarse para explotar a los jóvenes, especialmente a los más vulnerables y marginados. Entretanto, los ladrones de identidad y los hackers han explotado las vulnerabilidades de las plataformas de comercio electrónico para defraudar y explotar a adultos y niños por igual; los motores de búsqueda rastrean el comportamiento de los usuarios independientemente de su edad, y la vigilancia gubernamental de las actividades en línea es cada vez más sofisticada en todo el mundo. Además, los datos recopilados durante la infancia pueden influir en las oportunidades futuras, como el acceso a la financiación, la educación, los seguros y la atención de la salud. La relación entre la recopilación de datos y su uso, el consentimiento y la privacidad es bastante compleja para los adultos, pero lo es mucho más para los niños, ya que internet nunca se ha diseñado teniendo en cuenta los derechos y las necesidades de los niños, y pocos están preparados para navegar por las complejidades del intercambio de datos y el control de la privacidad.

Con demasiada frecuencia, los niños no saben qué derechos tienen sobre sus propios datos y no entienden las implicaciones del uso que se hace de ellos, ni la vulnerabilidad a la que quedan expuestos. Incluso los adultos con un alto nivel educativo apenas comprenden a menudo los términos y condiciones de privacidad en las plataformas de medios sociales, por no hablar de los niños. Un análisis del The New York Times muestra que muchas políticas de privacidad de las redes sociales requieren un nivel de comprensión lectora que excede el que tiene un estudiante universitario promedio, lo que significa que muchos usuarios, especialmente los más jóvenes, probablemente están consintiendo cosas que no pueden entender completamente.

Por qué hay esperanza:

El reto al que nos enfrentamos hoy en día es garantizar el diseño de sistemas que maximicen los beneficios positivos de los grandes datos y la inteligencia artificial, a la vez que preservan la privacidad, protegen de los perjuicios y capacitan a las personas –incluidos los niños– para ejercer sus derechos. Ya estamos empezando a ver que se están tomando medidas: los gobiernos han comenzado a fortalecer los marcos regulatorios; los proveedores del sector privado están reconociendo el papel que deben desempeñar; y los educadores están pensando en cómo equipar a los niños con las herramientas para navegar el mundo en línea de manera segura. Es un comienzo.

La Convención sobre los Derechos del Niño establece claramente que los niños tienen un derecho específico de la privacidad, y no hay razón para que esto no se aplique también en línea. Al contextualizar el derecho de los niños a la privacidad en el conjunto de toda la gama de sus otros derechos, intereses superiores y capacidades en evolución, es evidente que la privacidad de los niños difiere tanto en su alcance como en su aplicación de la privacidad de los adultos, y existen argumentos convincentes sobre la necesidad de ofrecer a los niños una protección incluso más sólida.

Cuando los niños utilizan las redes sociales, deben tener la posibilidad real de aceptar o rechazar el uso de sus datos por parte del proveedor o de otras entidades comerciales, y los términos y condiciones deben ser claros y comprensibles para los niños. Como algunos niños han sostenido, esto podría abarcar también la eliminación de los perfiles históricos almacenados en las redes sociales, por ejemplo. Cuando se recopilan datos sobre los niños mediante el seguimiento de sus comportamientos en línea, es fundamental que se pongan a su disposición políticas de privacidad claras, transparentes y accesibles para que los niños tengan más posibilidades de dar su consentimiento informado, puedan comprender sus derechos y sepan cuál es el uso que se pretende dar a los datos recopilados. Es esencial dotar a los jóvenes de las aptitudes y los conocimientos necesarios para reclamar sus derechos digitales.

Los proveedores de servicios de Internet del sector privado y las plataformas de las redes sociales tienen un papel crucial que desempeñar en el fortalecimiento de la protección de los niños. Deben desarrollar normas transparentes y éticas y aplicar un mayor escrutinio y protección a toda la gama de datos relativos a los niños, incluida la información sobre la ubicación y los hábitos de navegación de los niños y, especialmente, sobre su información personal.

Algunos nuevos marcos reglamentarios, como el Reglamento General Europeo de Protección de Datos (GDPR), suponen un avance prometedor. En el GDPR de la UE se afirma que los usuarios de Internet, incluidos los niños, tienen derecho a recibir un aviso de privacidad transparente y claro, en el que se explique cómo se tratarán sus datos, y a poder obtener una copia de sus datos personales y rectificar cualquier tipo de información incorrecta sobre ellos.

Global Pulse es una iniciativa de las Naciones Unidas que explora la forma en que las nuevas fuentes de datos digitales y las tecnologías analíticas en tiempo real pueden proporcionar una mejor comprensión de los cambios en el bienestar humano y las vulnerabilidades emergentes, con el potencial de apoyar las actividades de desarrollo. En respuesta a preocupaciones legítimas sobre la privacidad y la protección de datos, Global Pulse ha elaborado, en consulta con expertos en privacidad, un conjunto de principios de privacidad que garantizan la transparencia sobre el propósito del uso de los datos, protegen la privacidad de las personas, reconocen la necesidad de un consentimiento adecuado para el uso de los datos personales y respetan una expectativa razonable de privacidad, al tiempo que realizan todos los esfuerzos razonables para evitar cualquier intento de volver a identificar a las personas que se produzca de modo ilegal e injustificado.

8 – Podrías pertenecer a la generación de ciudadanos con menos confianza de la historia

Por qué estoy preocupada:

Todos los niños tienen derecho a participar activamente en sus sociedades y, para muchos de ustedes, sus primeras experiencias de participación cívica serán en línea. Sin embargo, la mayoría de ustedes crecerán como nativos de un entorno digital que está saturado de desinformación y de las llamadas “fake news” (noticias falsas), lo que socava la confianza y el compromiso con las instituciones y las fuentes de información. Los estudios indican que muchos niños y jóvenes de hoy en día tienen dificultades para distinguir los hechos reales de la ficción en línea y, como consecuencia, a su generación le resulta más difícil saber en quién y en qué confiar.

Una Comisión sobre Noticias Falsas, respaldada por el Parlamento del Reino Unido, y organizada en colaboración con Facebook, First News y The Day, descubrió que solo una cuarta parte de los niños que leen noticias en línea confían realmente en las fuentes de la información que están leyendo. Resulta tentador considerar esta situación como una señal positiva que revela unas sanas capacidades de pensamiento crítico en acción, pero el mismo estudio también descubrió que solo el 2% de los niños y los jóvenes del Reino Unido poseen las capacidades fundamentales de alfabetización que se necesitan para saber si una noticia es real o falsa. Otro dato preocupante es que casi dos terceras partes de los maestros dijeron que creen que las noticias falsas están perjudicando el bienestar de los niños al aumentar sus niveles de ansiedad e influir de manera sesgada en la visión que tienen del mundo. Y un estudio realizado en 12 escuelas de los Estados Unidos  en el que se evaluaba el “razonamiento cívico en línea”, o la capacidad de juzgar la credibilidad de la información en línea, reveló que cuando se evalúa la información en las redes sociales, los niños y los jóvenes son fácilmente engañados.

Sabemos que el impacto de la desinformación es pernicioso y tiene repercusiones en el mundo real. Por ejemplo, miles de padres de la generación actual han sido engañados por la desinformación difundida a través de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería móvil sobre la seguridad de las vacunas, lo que ha provocado una ola de dudas sobre la vacuna y un resurgimiento preocupante del sarampión tanto en los países de altos ingresos como en los de bajos ingresos, entre los que se encuentran FranciaIndia y Filipinas.

Las campañas de desinformación han engañado los niños para que entreguen dinero o den a conocer sus datos, o para convencerlos y explotarlos para que tengan relaciones sexuales. Y los últimos años, hemos visto cómo la desinformación puede sesgar el debate democrático y las intenciones de los votantes, y sembrar dudas sobre otros grupos étnicos, religiosos o sociales, creando división y malestar. Se trata de un problema mundial, con información procedente de países tan diversos como Brasil, Ucrania y Estados Unidos, donde campañas sofisticadas de desinformación han llevado a que sea necesario crear en las escuelas una clase denominada “Aprender a discernir”. Y en Myanmar se ha afirmado que una campaña de desinformación contribuyó a incitar a la terrible violencia que se produjo contra la minoría rohingya.

Esto es solo la punta del iceberg en el mundo de la posverdad. A medida que la tecnología que se emplea para engañar mejora su eficacia, y la verificación del contenido se hace más difícil, el potencial para reducir la confianza en las instituciones e impulsar la discordia social aumenta exponencialmente. Por ejemplo, con la sofisticada tecnología de la manipulación del video que utiliza medios sintéticos generados por la inteligencia artificial, cada vez resulta más fácil distorsionar y manipular la realidad, haciendo que parezca que determinados individuos hayan dicho cosas que no han dicho en realidad, lo que se denomina como las llamadas “falsificaciones profundas”. Si estas tecnologías avanzan sin que se tomen medidas que mitiguen su efecto para ayudar a la próxima generación a erradicar las falsificaciones, tienen el potencial de socavar fundamentalmente la confianza en la ciencia y la medicina, erosionar las instituciones y creencias fundamentales, dividir a las comunidades y representar una grave amenaza para nuestras democracias.

En la era digital, ya no podemos depender de la confianza ingenua en que la verdad tiene una ventaja contra la falsedad, por lo que debemos, como sociedades, fomentar la resiliencia contra el diluvio diario de la falsedad en línea. Deberíamos empezar por dotar a los jóvenes de la capacidad de comprender en quién y en qué pueden confiar en línea, para que puedan convertirse en ciudadanos activos y comprometidos.

Por qué hay esperanza:

Hay algunas pruebas que sugieren que los adultos deben confiar en que los niños y los jóvenes no se van a dejar engañar por las falsificaciones. Una investigación reciente publicada por la Asociación para el Avance de la Ciencia descubrió que los usuarios de las redes sociales mayores de 65 años compartían casi siete veces más artículos de dominios de noticias falsas que el grupo de edad más joven. Aunque las razones de ello aún no se han explicado, pueden indicar que un mayor nivel de alfabetización digital y mediática entre los “nativos digitales” actúa como filtro protector. No obstante, es evidente que tenemos que trabajar con más ahínco para preparar a los jóvenes como ciudadanos inteligentes con el fin de que se resistan a la manipulación y mantengan una relación de confianza con la información fiable y verificable y con el conocimiento institucional.

Aunque parece que las plataformas en las redes sociales tratan de combatir con seriedad la desinformación y trabajar con organizaciones de noticias para etiquetar claramente las fuentes confiables, no podemos depender solamente de la oferta para encontrar soluciones. Los niños tienen derecho a una educación que les prepare para el mundo en el que van a vivir, y hoy en día esto incluye una mejor alfabetización digital y mediática, así como el fomento del pensamiento crítico y la ponderación de las pruebas. El Director de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos está incluyendo preguntas sobre cómo distinguir lo que es cierto de lo que no es en la próxima ronda de las pruebas internacionales PISA, ya que se considera que un juicio crítico es una competencia mundial. Otras iniciativas similares podrían ayudar a integrar en la educación y la formación una serie de capacidades de alfabetización digital que podrían ser muy importantes para la próxima generación. Además, debemos trabajar arduamente para establecer vínculos significativos entre los jóvenes y las instituciones con el fin de reconstruir la confianza a fin de preservar en el futuro nuestras sociedades democráticas.

Una última palabra…

Por último, la mayor razón para tener esperanza es que ustedes –los niños y los jóvenes de hoy en día– están llevando la iniciativa al exigir medidas urgentes y empoderarse a sí mismos para aprender y moldear el mundo que les rodea. Ustedes están adoptando ahora mismo una posición y nosotros les estamos escuchando.

Así como los niños de 1989 se convirtieron en los líderes de hoy, ustedes, los niños y los jóvenes de 2019, son los líderes del futuro. Todos ustedes nos dan ejemplo.

Queremos trabajar con ustedes a fin de encontrar las soluciones necesarias para afrontar los retos de hoy, y para construir un futuro mejor para todos ustedes y para el mundo que van a heredar.

UNICEF Executive Director Henrietta Fore signature

Henrietta H. Fore
Directora Ejecutiva de UNICEF

Fuente: Unicef

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