Carta abierta al arzobispo de Valencia: Igualdad en la Cofradía de la Sangre de Sagunto

Carta abierta al arzobispo de Valencia: Igualdad en la Cofradía de la Sangre de Sagunto

La Cofradía de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de Sagunto, cuya fundación documentada se remonta a finales del siglo XV, ha venido rigiéndose a lo largo de los siglos por sucesivas normas estatutarias (su última redacción es de 1976). Sus estatutos prevén que pueden ser cofrade “…los varones que lo deseen…”, así, ya en 1999, un grupo de cofrades promovió la celebración de una Junta General para modificarlos. La propuesta fue rechazada. En 2021, un grupo de cofrades reunió firmas para solicitar el cambio de los estatutos y que pudieran ser cofrades “…todas las personas bautizadas…”. La propuesta, de nuevo, fue rechazada.

No podemos mantenernos impasibles ante esta vulneración constante de los derechos de las fieles católicas en Sagunto. Por ello, hemos creado el grupo Semana Santa Sagunto Inclusiva, formado por mujeres y hombres, cofrades y no cofrades, que continuaremos haciendo visible esta situación hasta conseguir la igualdad en la cofradía. Hemos tenido numerosas ocasiones de pronunciarnos apelando a la igualdad, a la justicia social, al respeto por la tradición… En esta carta abierta nos gustaría dar fundamento a nuestra pretensión que, ante todo, consideramos justa y conveniente para nuestra cofradía.

Estamos ante una cofradía católica, no es una asociación privada que pueda mantener las normas que quiera, es una asociación pública de fieles. Así lo define el Código de Derecho Canónico tras su reforma de 1983 (cánones 298 y siguientes). Lo define como asociación pública la Conferencia Episcopal en consulta vinculante de 21 de diciembre de 1988 y lo regula como asociación pública los propios estatutos-marco de la Archidiócesis de Valencia aprobados el 30 de abril de 2019.

Como asociación pública es necesario que sus estatutos se adecuen a la normativa canónica y están sometidos a la vigilancia de la autoridad eclesiástica (c. 305, 307 y 309). Conforme al canon 304, los estatutos han de redactarse “teniendo en cuenta la necesidad o conveniencia del tiempo y del lugar”.

Todos somos bautizados

En toda la normativa referida y en todas las directrices sobre la materia, las cofradías están formadas por fieles, sin distinción. Siguiendo al Vaticano II, en su Constitución ‘Lumen gentium’, “son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, … cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo”.

Desde sectores opuestos a esta modificación nos piden que ingresemos en otra cofradía o que creemos una nueva, vulnerando nuestra legítima aspiración de  celebrar las tradiciones y la piedad popular de la misma manera que la han celebrado antes nuestros familiares (c. 215 y 298). Dice la norma 63 del Directorio de la Santa Sede sobre la Piedad Popular de 17 de diciembre de 2001: “…la transmisión de padres a hijos, de una generación a otra, de las expresiones culturales, conlleva la transmisión de los principios cristianos…”. En su norma 68 dice “…el Santo Padre Juan Pablo II ha señalado a la familia como sujeto de la piedad popular”.

Queremos destacar que los estatutos actuales de la cofradía ni siquiera contienen la previsión de que los cofrades hayan de ser católicos. Se da la increíble paradoja en la que un varón, cualquiera que sean sus creencias o religión, puede formar parte de esta cofradía y una fiel católica, con vocación, no puede ser cofrade por el simple hecho de ser mujer. La Instrucción de la Conferencia Episcopal Española de 24 de abril de 1986 en su norma 15 señala: “Los miembros de estas asociaciones han de ser necesariamente católicos, (cf. c. 316 & 1-2)”. También su norma 23 exige “la plena fidelidad a la comunión eclesial”.

Señor arzobispo, solicitamos su intervención y asistencia. Como siempre, hay sectores que se resisten al cambio, pero debemos reconocer la necesidad y conveniencia de la inclusión de la mujer en las cofradías. Queremos recordar el editorial de Vida Nueva en su número 3.312: “Si las mujeres estuvieron al frente y hasta el final en esa primera procesión (pasión de Cristo)… hoy no se entiende que se les niegue voz y voto. En tiempos de sinodalidad, las hermandades y cofradías han de empaparse de una corresponsabilidad entre hombres y mujeres que no se puede demorar. Una igualdad que capellanes y obispos están llamados a alentar para borrar cualquier veto, lo mismo en la calle que en los estatutos que en los órganos de gobierno”.

Hay algo extraordinario para los fieles católicos y es el hecho de que todos nosotros, cualquiera que sea nuestra condición o circunstancias, los domingos debemos acudir a la Iglesia, poner nuestra vida ante Dios y, humildemente, arrodillarnos. Nuestra cofradía se encuentra en una situación parecida; es muy antigua, muy importante, muy especial… Aún así, es el momento en que, humildemente, acuda al refugio de su madre, la Iglesia.

Muchas gracias.

Fuente: Vida Nueva Digital

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