Bernardo Stamateas y su receta para la salud emocional: más “Emociones nutritivas” y menos gente tóxica

Bernardo Stamateas y su receta para la salud emocional: más “Emociones nutritivas” y menos gente tóxica

En esta entrevista, el best seller de la autoayuda habló sobre su último libro, en el que corre el foco de lo tóxico a lo positivo. Cómo el amor, el optimismo, la esperanza y la confianza pueden mejorar los vínculos, la salud física, las habilidades cognitivas y el sistema inmunológico.

“Todos tenemos un cartelito invisible que dice: ‘Todavía estoy en construcción, teneme paciencia’“, concluye Bernardo Stamateas al final de la charla con Infobae Leamos a propósito del lanzamiento de su último libro Emociones nutritivas – Cómo sentirnos mejor y crecer en nuestras circunstancias, publicado por el sello editorial Vergara.

El doctor en psicología, sexólogo clínico, terapeuta familiar y licenciado en teología apela al recurso del cartelito invisible en alusión al objetivo de su trabajo: “Ningún libro es una varita mágica que le cambia la vida a nadie, sino que intenta ser un disparador para poder seguir pensando dado que todos estamos en construcción”, explica.

En su recorrido como escritor, Stamateas lleva más de 30 títulos, muchos de ellos convertidos en best sellers. Uno de los más conocidos es Gente tóxica (2010), con el que logró popularizar el término al describir las distintas personalidades dañinas más frecuentes con las cuales convivimos a diario. Lo antecedió Emociones tóxicas (2009) y luego siguieron Pasiones tóxicas (2011) y Más gente tóxica (2014). El año pasado, escribió Gente nutritiva y ahora llega Emociones nutritivas.

–¿Cómo describe la conexión entre sus libros, de emociones y gente tóxicas a gente y emociones nutritivas?

–Escribí Gente tóxica, que se tradujo en más de 20 idiomas, entre ellos polaco, turco griego, francés, alemán, chino, etcétera, y me di cuenta que hay gente tóxica en todo el mundo. Ahora sentí que le tocaba el turno a la gente nutritiva. Si la gente tóxica nos mete miedo y culpa y nos nivela para abajo, la gente nutritiva son aquellas personas que mediante sus actitudes y acciones nos sanan.

–¿Qué propone entonces su último libro?

–Hablo de diez características, de diez rasgos que son sanadores, que todos podemos tener y que todos podemos desarrollar. Es decir, todos tenemos rasgos tóxicos, pero también todos tenemos rasgos nutritivos. Y hay personas que tienen un mayor desarrollo de actitudes que cuando estamos cerca de ellos nivelan para arriba, nos añaden valor, nos aportan y nos producen una expansión interior.

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En Emociones nutritivas, Stamateas define a la emoción como “un estado afectivo que surge de modo repentino y dura un breve momento; vendría a ser la reacción personal a una circunstancia vivida”. Y ejemplifica: “Si estoy contento, interpretaré las distintas situaciones de manera alegre; y, si estoy triste, lo haré de manera melancólica. También pueden actuar como una brújula que atrae recuerdos del mismo tono. Tienen el poder de atraer memorias y de construir interpretaciones de todo lo que nos sucede, además de acelerar o lentificar el tiempo. Cuando uno está ansioso, el tiempo vuela; cuando uno está angustiado o aburrido, parece que el tiempo no pasa más; cuando uno está enamorado, el tiempo es eterno y no hay lugar ni distancia; y así podríamos continuar…”.

Luego, invita a los lectores a identificarse con aquellas emociones que predominan en su vida o, por el contrario, a que considere, al leer el libro, cuáles deberían experimentar, para alcanzar una salud emocional más nutritiva. Esas diez emociones son: amor, optimismo, esperanza, confianza, fe, entusiasmo, asombro, tranquilidad, placer y alegría.

Stamateas detalla sus distintas complejidades y, con lenguaje sencillo y fácil de comprender, les dedica un capítulo a cada una. Brinda ejemplos y explica cómo procesarlas, cómo aprender a distinguirlas y cómo aprovechar su potencial al máximo. Y en base a resultados de estudios internacionales, hace hincapié en los beneficios que generan: mejoran los vínculos, la salud física, las habilidades cognitivas, refuerza el sistema inmunológico, reduce los síntomas de la depresión y la ansiedad y más.

Por último, el capítulo final está dedicado a una emoción nutritiva especial que llama “estado flow” o “estado del fluir”. Así la presenta en el libro: “Es una emoción nutritiva porque nos permite encontrarnos con la plenitud, con la alegría, con el sentido, con aquello que nos llena de dopamina, oxitocina y serotonina. Estos últimos son los químicos que nos proveen fuerzas internas y pasión justamente para enfrentar los momentos de crisis que la vida nos presenta en el día a día”.

–¿Qué es concretamente el “estado flow”?

–Son emociones que también podemos contagiar a otros. Son aquellas cosas que hacemos y en las cuales nos olvidamos del tiempo y del espacio, un hobby, por ejemplo, mirar una película, hablar con alguien. Nos metemos en esa actividad placentera, no nos damos cuenta que estamos disfrutando enormemente hasta que salimos de la tarea. Lo que se descubrió es que la gente con hábitos o rituales flow tiene mayores estados de felicidad; lo segundo que se descubrió es que las personas que activan las emociones positivas tienen mayor estado de felicidad, por ejemplo, la solidaridad, que siempre es terapéutica, generar los buenos recuerdos, etcétera. También la gente que tiene un optimismo inteligente, es decir, que construye una esperanza, un proyecto, que no se jubila psicológicamente, también tienen una mejor calidad de vida.

–Dice en el libro que las emociones nutritivas no son un producto del azar y que es posible cultivarlas ¿Cómo es eso?

–Todos tenemos alguna de estas diez emociones con mayor desarrollo. Podemos tener una confianza nutritiva, un entusiasmo nutritivo, una tranquilidad nutritiva, etcétera. Las emociones positivas nos predisponen a ser más sociables y nos ayudan a responder más inteligentemente a las distintas crisis. Obviamente no soy el primero que ha investigado este tema, cito en el libro varios autores, fundamentalmente al psicólogo y escritor estadounidense Martín Seligman, considerado el padre de la psicología positiva, y al psicólogo húngaro-estadounidense Mihály Csíkszentmihályi, quienes dividieron las emociones en pasado, presente y futuro. Entonces, la idea del libro es que todos podamos identificar a aquellas personas que pasaron por nuestra vida y nos hicieron bien: qué característica fue la que nos aportó valor y, a la vez, reflexionar sobre qué característica tenemos nosotros y cuál podríamos seguir desarrollando.

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–El género autoayuda suele ser criticado, a veces con razón y otras no tanto. Teniendo en cuenta que cada persona tiene su historia y sus recursos psíquicos, ¿cultivar estas emociones depende solo de la voluntad? ¿Alcanza con proponérselo?

– Bueno, la autoayuda hoy es un género que se conoce como bienestar. Antes, todo libro que no se sabía bien qué era, iba para la autoayuda. Luego se llamó desarrollo personal y hoy el género es bienestar e involucra muchas perspectivas. Obviamente dentro del género hay libros que te dicen “amate, querete, cuidate” y otros que desarrollan más profundamente algunas ideas prácticas para poder seguir desarrollando el potencial. No necesariamente quien lea un libro de estos es porque tiene un problema. Uno puede leer un libro sobre el amor, sobre la mejora de los vínculos y no necesariamente tener un conflicto en esa área.

–Pero ahora estamos en una sociedad que se nos presenta más intrincada, recién salida de una pandemia y con todo tipo de crisis, desde económica, política, climática hasta de salud emocional y mental.

–Sí, la pandemia nos recordó la finitud: cómo un virus nos puede quitar del planeta y de hecho lo hizo con tantas personas. Nos ayudó a recordar la fragilidad humana y a redescubrir algo que todos ya sabemos por sentido común, que es que lo más valioso que tenemos son los vínculos. Viktor Frankl, neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, contó que cuando estaba en Auschwitz, alguien le dio un pan, le dijo “esto es para usted” y Frankl dice algo genial: “El pan alimentó mi cuerpo unos minutos, pero su mirada y sus palabras alimentaron mi alma hasta el día de hoy”. Desde la psicología y la terapia breve, sabemos que lo mínimo es lo máximo: un pequeño cambio nos puede ayudar a traer una catarata de cambios, y no necesitamos grandes cambios, sino pequeñas mejoras. Y todos podemos desarrollar algunas de estas emociones, todos podemos construirlas.

“Emociones nutritivas” (fragmento)

La confianza nutritiva siempre es inteligente

Existe una confianza básica que todos tenemos. Por ejemplo, cuando abordamos un medio de transporte, no le pedimos al conductor su licencia de conducir. Del mismo modo, existe también una desconfianza normal, que es ocasional y tiene que ver con la precaución. Por ejemplo, cuando estamos por firmar un contrato. En una situación como esa, generalmente leemos todo exhaustivamente, averiguamos lo que no entendemos, investigamos.

Otra cuestión es ser un desconfiado crónico, una persona que experimenta una enorme soledad debido a que vive un gran conflicto con respecto a ser capaz de vincularse confiadamente con los demás.

Veamos algunas de las creencias principales que esta persona alberga en su mente:

1. Hay un mensaje oculto que debo descifrar. Cuando el desconfiado escucha A, para él, podría tratarse de B, C o D. Intenta permanentemente hallar un mensaje oculto en todo lo que ve y oye. Este sistema de interpretación paranoica proviene de su historia personal en la que lo que se decía no coincidía necesariamente con lo que se hacía. Esa es la razón de que busque siempre el “mensaje oculto”. Como aquel al que le dicen: “Hola” y, de tan desconfiado, piensa: “¿Qué me habrá querido decir?”. Para el que desconfía, la gente dice una cosa, pero, en realidad, quiere decir otra. Ese es su lema.

2. No puedo confiar en los demás. El desconfiado no puede armar un vínculo, ya que vive en un estado hiperalerta en espera de ser atacado. El otro es culpable, aunque le demuestre lo contrario. Hagan lo que hagan y digan lo que digan los demás, el prejuicio arraigado en el desconfiado lo lleva a no confiar; y, cuando finalmente logra abrir su corazón, se arrepiente porque sus sentimientos de persecución aumentan. Piensa: “Cualquier persona puede traicionarme”. Esto lo conduce a no poder idealizar a nadie, le cuesta incluso admirar.

Una de las manifestaciones de la desconfianza crónica, por ejemplo, son los celos. Cuando alguien resulta demasiado amistoso, amoroso o generoso, el desconfiado piensa que algo desea quitarle, que lo está usando y que “allí hay gato escondido”. No solo desconfía “cuando la limosna es grande”, también cuando la limosna es pequeña.

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3. El otro actúa por motivos ocultos. Muchas veces el desconfiado proyecta en el otro la ira que acumula en su interior. Es el otro el que lo quiere lastimar. Es el otro el que lo quiere agredir. Como resultado, termina en un gran aislamiento, llevando una vida solitaria, sin intimidad afectiva. También acostumbra a racionalizarlo todo y desarrolla una memoria prodigiosa: recuerda fechas, horarios, rostros, etc. Suele analizar tanto el lenguaje verbal como el no verbal.

Mira de manera obsesiva hacia la derecha y hacia la izquierda observando cada escena y contexto porque teme ser “lastimado” por cualquiera y en cualquier momento. Su hipervigilancia lo lleva a caer en un enorme estrés. Su pensamiento constante es: “Si no me mantengo atento, me usarán”.

4. Los demás son hostiles. No solo la ira, sino además una enorme dosis de frustración interna lleva al desconfiado a proyectar hostilidad en el otro todo el tiempo. Si, por ejemplo, escucha una risa u observa una mirada especial, lo lee como una agresión. Su interpretación es: “Se está burlando de mí, me está agrediendo, me quiere lastimar”.

Cree firmemente que los demás están empecinados en descalificarlo, rebajarlo, ningunearlo. Por eso, que la gente se entere de sus cosas personales hace que piense que eso será usado en su contra.

Paradójicamente aquel que vive con esta actitud de desconfianza crónica es quien más fácilmente es estafado y engañado. Esto es así porque el estrés constante en el que vive lo lleva a analizar mal las situaciones y a tomar decisiones equivocadas la mayoría de las veces.

Quién es Bernardo Stamateas

♦ Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1965.

♦ Es doctor en Psicología, sexólogo clínico, terapeuta familiar y licenciado en Teología.

♦ Se destaca especialmente por su capacidad de oratoria, por lo que además de su carrera como escritor ha realizado multitud de conferencias y seminarios centrados en la autoayuda, tanto en la Argentina como alrededor del mundo.

♦ Su concepción religiosa lo ha llevado a convertirse en pastor de la Iglesia Bautista Ministerio de Dios, situada en el barrio de Caballito, en CABA.

♦ Escribió más de 30 libros que abordan temas de autoayuda, superación personal y espiritualidad, muchos de esos títulos convertidos en best sellers, como Sanidad en las FinanzasIntoxicados por la fe y Pasiones tóxicas.

Fuente: Infoabae

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