Amboy. Por Juan Botana

Amboy. Por Juan Botana

Es el pueblo donde nació Vélez Sarsfield


En Amboy está prohibido galopar en el pueblo.
Está prohibido también traicionar el recuerdo
de un gaucho que corta un alambre en las afueras.
De un señor que sale solo para vernos.
De dos chicas que pasan.
A las que la vida del pueblo
se la contó su abuela.
Del departamento de policía.
De una pulpería.
De una capilla vieja.
Del Bar Cultural Amboy.
De los negocios cerrados
a la hora de la siesta.
De otro almacén abierto (de ramos generales).
De los regionales.
Del calor de octubre,
cuando hay frío de campo.
De un dispensario.

Probablemente Amboy, supo ser cabecera
de una zona más grande y pasaba la ruta.
Y era el páramo obligado hacia Santa Rosa.
Seguro, hubo rosas y un arroyo que corre.

Lo demás:

Dos manzanas nomás,
dura el casco histórico.
Un comité de la UCR.
El puesto sanitario.
El colegio Vélez Sarsfield.
El correo.
Y una plaza,
con juegos petisos.

En Amboy todo es petiso
o a su altura.
Un perro perezoso achica la calle, que de por sí es chica.
Como achicaron los lotes cuando al fin los dieron.
Los lotes de las casas son chicos,
porque siempre hubo espacio para salir afuera.
Acá, todo es afuera, porque cortan alambres.
–Se acuerdan del gaucho–
Nadie te saluda y te miran de lejos.
Casi nadie te espera.
El valle está lejos y está cerca.
Es más fácil llegar desde que asfaltaron la ruta.
Para visitar el museo llame al bar de Aurelia.

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