25 de octubre del 2019

25 de octubre del 2019

Sucesos sociopoéticos

25/10/19

Los días continúan. La violencia del Estado se hace en el día a día. No puedo decir que he ido todos los días a Plaza Italia y mucho menos que he recorrido todo Santiago para ver cómo están las cosas en cada barrio. Mucho menos puedo dar cuenta de todo lo que sucede en otros pueblos y ciudades de Chile. Los videos son muchos. Los militares están visibles en varias esquinas y espacios. Las redes están llenas de hashtags (#) que dan cuenta de una población tratándose de comunicar. La ONU ya ha hablado, Zizek y otros filósofos ya han opinado, los artistas han hecho compilaciones para dar cuenta de su desaprobación. Por todas partes están los memes y las imágenes, los grafitis y los afiches con palabras de protestas que llenan todas las paredes de la ciudad.

            Ir hacia el centro, o más bien Baquedano, Alameda, Plaza Italia no es mucho más complicado que antes, se gasta más y las micros antiguas vuelven a aparecer. Esas mismas, bondis, que me hacen acordar a los viajes del 707 entre el colegio y mi casa. Ciertos días nos juntamos en frente de la Biblioteca Nacional o en las afueras del MAC (Museo de Arte Contemporáneo) por el lado del Parque Forestal como ya hacíamos antes de toda la revuelta. Nos juntamos, leemos poesía. Muchos hemos escrito cosas nuevas estos días. La violencia, el insomnio, los helicópteros, el enojo, el dolor acarreado se hacen notar. Aunque trato de no exponerme, quiero poder ayudar mostrando la cantidad de gente que no está de acuerdo con las medidas tomadas ante la situación del metro y aprovechar a mostrar su descontento con respecto a la construcción social, político y económico que está desde la dictadura. Se necesita un cambio profundo. La mayoría de Iberoamérica se encuentra en la misma situación.

            En la tele, ya se han nombrado a los venezolanos y a los bolivianos como los culpables de esta situación. No se la atribuyen los políticos que se nombran en la calle. Tanto Piñera como Chadwick perdieron toda legitimidad popular, no deberían estar ya en el poder si esto fuese una real democracia, pero siguen ahí. La Iglesia se mantiene callada ante los hechos mencionados, cuando debería ser la primera en comentar la deshumanización que el Estado ha generado (tal vez espero demasiado y no estamos en la Revolución Francesa ni dentro de Los miserables).

            Siento que en Valparaíso la están pasando peor, en el puerto no se está dejando entrar nada, los militares no están pudiendo ganar terreno (al igual que en La Ligua por lo que tengo entendido). En Plaza Italia sí, desde temprano que Vicuña Mackenna y Alameda están sobrepasadas de gente. Después de la Biblioteca siempre nos dirigimos para ver cómo andan las cosas por esos lados. Caminamos por Alameda, pasamos por Irene Morales/Ramón Corvalán Melgarejo. Ahí sí que hay una batalla. No una guerra, pero hay fuegos y barricadas para que los pacos no puedan entrar. Por casi todas las calles perpendiculares a Av. Alameda, escondidos hay unos cuantos “guanacos”, camiones y tanques (con agua lacrimógena) que se coordinan para tirar agua, polvos y bombas lacrimógenas. El viento va hacía el Este y nosotros también estamos caminando hacía esa dirección. Algunas piedras vuelan hasta que poco a poco los camiones se mueven y tiran dichas armas contra el pueblo.

            Esto lo había visto cada vez que me encontraba por esos parajes. Ayer decidí seguir caminando. Para el lado de Av. Providencia no se ven tantos uniformados, la cosa está tranquila. Con mi compañere decidimos sentarnos y comer algo. Mis píes cansados y ampollados por los días anteriores agradecen el pastito fresco en estos días calurosos y sulfurosos. El viento tiene olor picante, el aire viene para este lado y no hay nada para hacerle. Se escuchan los silbidos y gritos cada vez que, allá, a una cuadra, el Estado le tira veneno a los ciudadanos para que no estén donde ellos han dicho que no se podía estar, reprimiendo toda posible libertad de expresión.

            Aproximadamente a las 18 aparecen en la cuadra que me encuentro, casi sin ser vistos de repente me encuentro rodeada de gas lacrimógeno. Yo, que había pedido un día sin que mi psiquis pase por el terror y la adrenalina que produce el veneno estatal, estaba nuevamente sufriendo por no estar de acuerdo con su manera de hacer política. Nos empiezan a acorralar. Aparecen más y más carros, la gente empieza a correr, pero muchos no se dejan llenar de pánico, la situación de una masa ahuyentada no se ve. Todavía se escuchan cacerolas y gritos. A medida que la policía viene, una policía que no resguarda la seguridad ciudadana, sino solamente de las necesidades económicas de una elite, se acerca por todos lados. Un tanque chorreando para todos lados se acerca y aparece el agua venenosa. Pocos se quedan atrás intentando sostener el terreno a fuerza de piedrazos. Siento que se ven pequeños en comparación con la fuerza de esos aproximadamente 15 policías con todo su metal, plástico y venenos.

            Agua con bicarbonato me ofrecen, me dan cerveza, limón, cigarrillo, todo lo que dicen que puede solucionar el ardor de ojos, nariz y garganta que se sufre. Pienso que de cierta manera ya me estoy volviendo inmune. El miércoles (o algún día anterior, ya me estoy perdiendo en los días) por grabar un “hermoso” video de como un guanaco rompe la barricada y llena a todos de esa maldita agua (creo que me entró en las zapatillas y de ahí mis ampollas) sufrí mucho más que lo que estaba sufriendo con todo eso que tiraron. Había bombas cayendo del cielo, no sé cómo. Tal vez habrán sido esos helicópteros que después aparecieron a todo retumbar por los cielos.

            (Hago un paréntesis solo para mencionar los drones que han estado pasando durante toda la semana, no sé si a favor o en contra, solo digo que se ven, y he visto más de tres.)

            Y los balines comenzaron. La gente corrió más y más. Fácilmente cuando ellos quisieron, tiraron de manera coordinada, con el viento a su favor, todo esa maldición para desparramar una vez más a la gente que intenta pacíficamente llegar a un Estado que no se los pase por encima; a un gobierno que escuche y no acalle; políticos que entiendan cuáles son las necesidades de las clases a las que ellos no pertenecen, a clases que según ellos son vagos, que no logran salir de su lugar dentro de los estamentos porque no están trabajando lo suficiente, porque no se están endeudando lo suficiente, porque no han logrado como ellos ser un cuadrado más dentro de las pruebas oficiales de trigonometría.

            El descontento sigue siendo general. Aunque empezó solo con estudiantes enojades y cansades del sistema, sigue con ciudadanes que no han logrado ser escuchados en toda su vida. Frente a la Biblioteca muchas comunas han estado presentes: Huechuraba, Renca, La Ligua, Puente Alto, Maipu, La Cisterna, y muchas más que lastimosamente me falta geografía santiaguina para seguir mencionando. Del lado de Av. Providencia no se veía la batalla de les empañuelades que enojades tiran fuegos y piedras. Y aun así los policías sin siquiera ver más allá de sus cascos detuvieron y castigaron a toda una masa inocente. No todes, ni muchos menos la mayoría de quienes están protestando todos los días, están de acuerdo con los saqueos y la violencia que estos producen, pero de igual manera, es algo que debía pasar. La gente anda pasando hambre y la alimentación a la que alcanzan no es nada saludable, el agua no es potable. Se ha escuchado a más de una persona contando que los saqueadores han regalado mucho de lo que han logrado obtener, porque lo hacen en contra de aquellas grandes empresas que se ganan un 60% del producto con impuestos. Porque los saqueos son en supermercados, no en los mercaditos y mucho menos en las ferias. La gente entre sí se está respetando, se ve como se comparten la comida, el agua, el bicarbonato, los cigarrillos, todo lo que el otro necesite.

            Pero quién de todos los empresarios de supermercados que se juntaron con Piñera en los días de la marcha pueden decir que no cambian de auto y celular según lo que dicte la moda. Me gustaría que me pudiesen responder: ¿Desde cuándo que no tienen en cuenta sus necesidades? y si de esa manera ¿realmente son felices?

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