Juan Botana en el Centro Cultural Estación Provincial de La Plata

Juan Botana en el Centro Cultural Estación Provincial de La Plata

Pamela Vestrid: ¿Quérés seguir vos? ¿Qué pregunta te tocó?

Juan Botana: ¿Qué libro me marcó de chico? Supongo que hubo otros antes, pero siempre digo “Kim de la India” de Rudyard Kipling.

Pamela Vestrid: ¿Qué trajiste para leer?

Juan Botana: Tres poemas. Que dicen así:

Volver a Marx

Siempre tendré la poesía como excusa.

Tendré las flores más rojas. Un recuerdo vivo.

Tendré al hombre y no a Dios.

Los muelles en la arena de la isla de Cuba.

Las torres del Paine.

Otra chica abusada llorando en la ciudad.

Siempre habrá un nuevo facho restringiendo accesos

y otra selva en llamas.

Bonistas que compran y venden nuestras ganas.

Pueblos rotos por el hambre y la pobreza estructural.

Puedo decirles a otros, aunque yo no lo crea.

Que hasta el día más triste se termina a las doce.

Que hace 170 años lo advirtió Karl Marx.

Que su diagnóstico aplica también para Latinoamérica.

Siempre me quedará Martí y odiar las fronteras,

la infancia en peligro,

las injusticias, la deuda externa, la explotación.

La Plaza de Mayo, la libertad y esa igualdad que no llega.

El amor para siempre y el sueño de revolución.

Todo eso de lo que yo debería escribir en mis poemas.

Si no te vas.

Esta mañana

Maderas acostadas por la lluvia y el viento

guardan mi corazón como un silencio

y no me importan mis dudas ni mis ansias

si no otra hoja que cae con el viento

y ese golpeteo de gorrión en la mañana

para ponerme a resguardo bajo techo.

Mientras la poesía se mezcla entre las chapas

y deja las hojas y al gorrión al descubierto.

Es ahí cuando el poeta se calla

y que los damnificados de tanto mal hablen por ellos.

Llamado del río

Río es aquel que huye del río

hilados de cobre sobre el río miro

la muerte en un silbido frío

que no moja

recuerdo cuando de chico corría

por un campo brillante pejerreyes

heridas flotantes entre fueyes peces

de un acordeón marrón azul sonando

de Tres Arroyos a Corrientes por Bahía

Pergamino corría

La Pampa sin su sol

y sin querer el fuego palidece

                                                ese temblor

y la pleamar de la montaña sana

la maraña de gorriones en la tarde

                                                           arde

su pesar

los árboles podados con el viento

                                                        siento

y es la noche que atrae a los fantasmas

no me duermo

grito o bostezo quemadura

                                            hambre

la orilla del río hacia mi playa vuelve

y estoy solo

en la noche siempre uno está solo en el reflejo

                                                                          dolo

de saberme que no estoy

en la balanza

en la vejez

en la templanza

la temperatura del agua está más fría

me dijeron que venían a buscarme

pero ni siquiera veo pescadores

y si el río es lo que amé de eso se huye

pero seguirlo sería hasta imprudente

si a mi edad hasta me quemo con el mate

                                                                   fluye

fluye la mente y se va

de frente a frente

cuando la cabeza y el ajedrez no son lo mismo

y los árboles ya no crecen con el agua

sus raíces no brotan por el aire

asfixiado de la pieza

al centro no voy desde hace tiempo

pero si me quieren llevar iré a la playa

donde la noche golpea todavía

que de noche arrancaba hasta las flores

                                                                 olores

de llover

me voy

el río está al volver

me voy

pero si aún no vienen a buscarme

ya me olvidé

me voy

si no era tarde de río para irme

Pamela Vestrid: Estos son poemas, ¿pero vos estuviste presentando todo el año pasado un libro de crónicas?

Juan Botana: La crónica es el género donde más cómodo me siento. Pero la consigna hoy eran poemas y me incliné por estos para este encuentro. Los dos primeros no están en ningún libro (a lo mejor estarán, si sale, en uno que se llamará Flores plebeyas). El último está en Amores truncos, que es mi libro más conocido.

Pamela Vestrid: ¿Cuántos libros tenés?

Juan Botana: Yo tengo cuatro libros. El primero se llama Recovecos y son cuentos personales. El segundo se llama Toda la voz de América en mi piel, que es un ensayo sobre la crónica a través de la obra de Pedro Lemebel. El tercero es Amores truncos, que es el que me hizo más conocido. Un poco por los poemas y las redes sociales, pero mucho por los festivales que organicé en zona sur y en capital, especialmente en el Jardín Botánico. Y el cuarto es Sin ojos que los miren. Pero yo soy comunicador social y entré a la literatura un poco por placer y mucho por hobby.

Pamela Vestrid: Yo también soy comunicadora social y profesora en comunicación y también escribo por gusto.

Juan Botana: Sí y quizás para los que tenemos alguna formación académica más ligada a monografías, papers o ensayos. O en mi caso a la comunicación periodística, ejercitar otros géneros como la poesía, la crónica o los cuentos, nos sirva para liberarnos y ser más creativos. O al menos intentarlo. Yo trato de cambiar de género como práctica. A veces lo logro y otras no. ¡Muchas gracias por invitarme!

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