Ya no puedo hablar, ya te dije todo. Me enseñaste tanto y te olvidaste de lo fundamental: a que no sintiera, a que la cabeza maneje mis actos, a obrar sin poner el corazón.
Pero, los dioses tienen otros planes. Por placer eligen sus víctimas y sin querer hechan sus dados a rodar, marcando así nuestro azar.
Y aunque sea una contradicción, te enamoró justamente esa capacidad de entrega, el que te hiciera sentir el hombre más amado, el que te hiciera ver, pese a tu seguridad, lo que sos.
Hoy nos separará mi incapacidad. No puedo no sentir, aunque eso me vuelva vulnerable, y si pude entregarme como lo hice fue porque estaba, en cada acto, con todo mi ser.
Yo no sé fingir y sea quien sea, el juez que sentencie una y otra vez, el fallo se cumplirá, porque el juego seguirá, cumplas o no las reglas.