Puso la luz de giro para despistar a su destino. Le guinó el ojo a un desatino, se llevó a marzo lo que aprobó y nunca quiso. Se le plantó al sol, simplemente para reconocerle a la sombra su atención. Intentó ponerle letra a una canción que se tararea por elección. Caminó kilómetros al costado del camino para ver ir a los que venían queriendo entrar a una salida. Juró todo eso que no prometió. Acariciando al perro, descubrió su debilidad por los gatos. Dejándose llevar por el viento que no vuela a las palabras, dijo todo, soltó amarras, descosió estructuras, traspapeló páginas de discursos, desató dogmas, entendió a las telas de araña… Y creyendo en lo que no creía, hizo que la vida, fuera un poquitito menos inflada de mentira.
Desde Adrogué, Buenos Aires, Argentina