San Vicente. Por Maigualida Pérez Paredes

San Vicente. Por Maigualida Pérez Paredes

…En el silencio de la tarde, la polvareda del camino penetra las fosas nasales dejando una tos seca que cosquillea en los oídos. Los vehículos rústicos que suben y bajan a un costado de la construcción, no se detienen a observar. Es un viaje más; es rutina. Es trabajo!

La neblina, como algodón azucarado, se desvanece mientras la mirada, atraviesa la densidad del fenómeno por donde se cuelan imágenes y sonidos que emergen de la tierra escondida en el tiempo, he impone el silencio de los viajeros que hacen un alto para contemplar la majestuosidad de “San Vicente”.

Ante tanto misterio, avanzan al interior de la estructura, pensando en los bichos rastreros que se esconden en la maleza y que integran el conjunto, internándose por los túneles que se desplazan en un recorrido fantástico hasta otro extremo de la montaña… hacia la profundidad en la historia.

El golpeteo de herramientas contra la piedra y la tierra hacen la atmósfera marrón, seca y calurosa. Los zambos, brillantes por el esfuerzo que requería el trabajo, goteaban sudorosos y agotados…


…Trabajad, inútiles!… Trabajad!

Con la amenaza del látigo y los mosquetes, estos, no tenían más que hacer sino fabricar ladrillos de adobe y arrastrar piedras cuesta arriba, 12 kilómetros desde el río Buría, hasta alcanzar, en La Montañita, el lugar destacado por el teniente Juan Bautista Veintemilla para construir El Fuerte Real Minas de Buría, el único fuerte tierra adentro de toda América…y ubicado cerca de Santa Ana de Alquiza que era el camino real a Caracas…


… Inútiles negros… Indios mal olientes, Trabajad!

La historia emergía fiel y cruda. Los españoles dirigían la obra maestra de ingeniería, una fortaleza para cuidar los caminos, las riquezas allí almacenadas y acuartelar a los enemigos que no serían otros que los verdaderos dueños de la tierra: Los Indios Jiraharas-Ayamán que ante el atropello del invasor europeo se mimetizaban para así obstaculizar los asentamientos.

La construcción se eleva hasta el cielo con sus pilares imponentes y el mirador alcanza los sueños que llevaron a una lucha que tomo casi 100 años a los conquistadores para consolidar la fundación. En lo profundo de la tierra y en las paredes del fuerte dejaron las muestras de luchas sangrientas, manifestaciones artísticas que dan fe de su existencia, de su organización social y la belleza mítica de sus paisajes.

Cuenta la historia que por los años 1.566?(…) cuando Don Diego de Lozada iba a fundar Caracas, se detuvo cansado del viaje proveniente de la Provincia de Barquisimeto y pernoctó allí, en el poblado que estaba al pie del “Fuerte Real de San Juan de Buría” con sus tropas y en gesto de bienvenida, el gobernador de la provincia: Pedro Ponce, ofreció una corrida de toros, la primera efectuada en tierras de Nueva Jerez del Rey, donde los animales fueron expuesto en la manifestación taurina, tradicional del viejo continente y entre Pases de Capote y Muleta comienza el matador…

…En un gesto de admiración saludan al toro que sale a la arena, cabecea los tableros, atento a los movimientos del peonaje, embiste a la capa con nobleza. Dándole el pecho al animal, el torero hace giros suaves con el cuerpo, luciendo la muleta en la mano izquierda y sujeta en la derecha la espada…

Como en una vieja danza colonial, la vida del animal esta en las manos del matador que lo seduce con el filo de su espada amenazadora y disimula el dolor con su capote oscuro y elegante…

…En derechura al toro, apoya en la cadera la espada y adelanta con suavidad la pierna de ese lado; lo atrae, curvando su trayectoria en un pase natural que prepara al animal para amansarlo…

Los espectadores celebran el acto con expresiones de aprobación que no alerten al toro de su destino…

…Bajando la mano, remata atrás, a su espalda y acompaña el recorrido del cuerpo de la res

Exclamaba Don Diego maravillado por la exposición taurina en aquel marco embriagador y el alcance visual del terreno desde la altura en las montañas de Nirgua…

…La estocada final, penetra hasta la empuñadura del cuerpo del bovino: En la cruz, dándole el remate lógico a la suerte del animal. El torero muy ceñido al animal, adelanta la pierna y lo llama, con el dorso de la muleta para hacerlo girar y le hace pasar, recorriendo, con lentitud de “Pitón a Rabo”…

Lo cita al centro del platillo y recibe su embestida por un lado…

El matador gana terreno en cada muletazo y lo lleva así al punto que desea, quebrantándolo e imponiendo el mando… El toro ha pasado en breve tiempo de la apacible tranquilidad de la vida en el campo a un encuentro con lo desconocido…

En sus querencias comienza a buscar la salida dando saltos sin hacer caso de nada ni de nadie… Suena el clarín en el último instante de la faena y aquel en el que, más igualados están ante la muerte.

Nunca se dijo cuanto tiempo descanso y se reabasteció Diego de Lozada por estas tierras, lo cierto es que hoy, San Vicente, ciudadela fantasma, grita silenciosa reclamando su lugar entre la mitología y la historia.

Cuenta la leyenda que fue aquí, donde El Negro Miguel dio el primer grito de Libertad para los hombres de estas tierras, pero esa, es otra historia…


Maigualida Pérez Paredes
Del libro digital “Nirgua… Tierra de Magia”
Venezuela 2019

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