Rubén Darío y su fuerte conexión con las mujeres

Rubén Darío y su fuerte conexión con las mujeres

Sin lugar a dudas las mujeres ocupan un lugar especial en el corazón de Rubén Darío, los mejores poemas fueron escritos dedicados a la mujer como Leda, A Margarita Debayle y Sonatina, Venus, etc. ´´Las mujeres de carne y hueso eran las preferidas del poeta y no las soñadas o imaginarias musas vagamente entrevistas al través de los tules de su fantasía.

Fueron tres sus mujeres, como las Gracias. Pero de estas tres musas la única que, en verdad, merecía tal nombre, fue la dulce niña con quien contrajo bodas en El Salvador. Me refiero a Rafaelita Contreras, hija de Alvaro Contreras, político y orador de fogosa inspiración, por quien Darío sentía admirativa atracción personal´´. Rubén Darío no fue homosexual como se afirmaba hasta hace poco, es una falsedad ingente puesto que el poeta era depositario del amor de bellas doncellas como Rafaela Contreras, Rosario Murillo y Francisca Sánchez, con quien engendro varios hijos. ´´Se caso Rubén con este celeste capullo de fina idealidad. SU boda lo celebro primero civilmente, Circunstancias que diré mas adelante le obligaron a partir inesperada y casi furtivamente para Guatemala. Allí realizó su boda religiosa, y de esta República paso a Costa Rica, en donde Rafaelita Contreras le dio el primer hijo, que honra y venera hoy la memoria de su padre, el doctor Rubén Darío Contreras. Los ojos de Rafaelita soñadores, grandes y oscuros, llenos de esa dulzura de luz húmeda, que el poeta añoro siempre en sus versos. Ojos de tan dulce mirar que parecían embebidos en la sonrisa de un niño en la cuna. Ojos cargados de suspiros. Los ojos de Rafaela Contreras, gloria y musa del poeta, necesariamente debieron causar hondo surco en el impresionable espíritu de Rubén , de este Rubén que fue hechizo de liras en América y hoy ornato de la lengua castellana en el mundo. Rafaela Contreras era la adorable Stella que sedujo a Darío como una genuina silfide en los campos libres de barbarie y opresión. Fue Rafaelita Contreras que mas amo Darío y en la canción de Otoño en Primavera lo hace ver con ternura: ´´Plural ha sido la celeste historia de mi corazón Era una dulce niña, en este mundo de duelo y aflicción. Miraba como el alba pura; sonreía como una flor era su cabellera oscura hecha de tristeza y dolor.´´ Darío le escribió testimoniando del amor a sus mujeres, como es el caso del cuento Palomas blancas y garzas morenas, dedicado a su Rosario Murillo , que conoció desde muy niño. Rafelita Contreras… Azucena tronchada por un fatal destino. En «Carne, celeste carne…» Darío celebra con entusiasmo embriagado de deseo la «celeste carne de la mujer», que es «ambrosía», «maravilla», y lo hace porque siente en el amor el reactivo más fuerte contra la tristeza de la vida, que se le presenta «tan doliente y tan corta». Todo es anuncio, en realidad, de ese otoño que se manifiesta completo en «Yo soy aquél…», y especialmente en la «Canción de otoño en primavera», poema tan penetrado de música, de tristeza, de humanidad sincera. Darío canta en este poema el fin de todas sus ilusiones, con el temprano deshojarse de la juventud. Sin embargo, él tiene la conciencia de que las ilusiones son lentas a morir y que no vale saber que los sueños son imposibles de realizar, porque no pierden nunca su sugestión: En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesas que cantar! Mas a pesar del tiempo terco mi sed de amor no tiene fin: con el cabello gris me acerco a los rosales del jardín…´´ Rosario Murillo tenia ojos verdes, provocador de un embrujo hipnotizador ´´ Ojos de Rosario Murillo, ojos de fuego, de mando, ojos de misterio, ojos que tienen en su verde enigma guardados los secretos del mar ¡Ojos de Rosario Murillo!, los ojos que temió siempre el poeta que fascinaron su carne pero que amedrentaron su alma! Francisca Sánchez, era de nacionalidad española, era el paño de lagrima de Rubén, los amigos que

Darío tenia en París la llamaban la Princesa Paca. Rubén Darío decía Francisca Sánchez acompañame, en un ruego natural a la princesa. Francisca Sánchez del Pozo se despidió de Rubén Darío en 1914, y nunca mas se volvieron a ver, Darío recorrería Centroamérica impartiendo catedras de paz en tiempos de guerra. Darío vivió momentos de profunda tristeza y nostalgia, como este en el pierde a su Princesa Paca. Francisca Sánchez podría decirse es la principal heredera, a la que Darío le dedico con mucho amor su testamento, la heredera de una obra poética muy fecunda y pristina como la del gran pánida.

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