Por qué escribo. Por Susana Rebequi

Por qué escribo. Por Susana Rebequi

Me preguntan ¿por qué escribo? ¿Y qué les puedo responder que otras veces no haya dicho? Pero, como los lecto-oyentes se renuevan, me sumerjo en cada una de las veces que he respondido y amplío esta respuesta.

Tengo mucho sentimiento acumulado; tengo que volcar eso en algún espacio para poder dar cabida a más. He pasado en mi vida muchos abismos de enfermedades propias y familiares y en silencio trataba de superarlas -a veces, no pude.

Al principio, escribía en un borrador y luego las echaba a la basura; algunas otras, las compartí entre amigos y fue ahí donde me dijeron que sabía poner en palabras esos hechos acontecidos.

Durante la edad escolar temprana, me encantaba anotar cada detalle de lo vivido durante las excursiones; anotaba minuciosamente cada cosa que comentaban los guías de las mismas. Tuve suerte porque a los docentes les gustaban los detalles que describía.

Más tarde, me sucedió con los viajes (imposible ir sin un cuaderno o anotador para realizar apuntes de los lugares que visitaba, sobre todo, su componente histórico, comidas y detalles del paisaje, todo con un gran cumulo de la emocionalidad que era propio de mi ser.

Hoy, escribo para sanar y para ayudar a otros. ¿Por qué? Porque si logro que mi sentimiento llegue a ser reflejo de algún otro ser que ha pasado por una situación similar, es trabajo cumplido.

Escribo para demostrarles a mis hijos que, no importa el tiempo que te lleve concretar una idea, un sueño, un proyecto… lo importante es no bajar los brazos y continuar.

La persistencia, la resiliencia y el amor que se coloca en cada una de las páginas o versos que se expresan, es motivo suficiente para no claudicar ante las inclemencias de la vida.

Cada texto que realizo, es una manera de acariciar heridas del alma. Es crecer. Es vencer miedos. Es vivir.

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