Murió Beatriz Sarlo y en cierto sentido muere hoy con ella gran parte de lo que fue la intelectualidad argentina de los últimos 60 años. Y decir esto no es una exageración. En el caso de Beatriz, la cantidad de producción académica que tiene en su haber: los libros, las ideas, las categorías intelectuales, la forma que siempre tuvo de pensar la Argentina es lo que en definitiva debiera hacer un intelectual. Beatriz Sarlo siempre estuvo a un costado observando, diciéndonos cosas que a veces no nos gusta escuchar, diciendo cosas que son incómodas, poniéndose de un lado o del otro de los eventos históricos, de los movimientos culturales, de los partidos políticos, de los gobiernos. Beatriz fue una gran pensadora de la Argentina. No solamente de la intelectualidad argentina sino de todo el mundo. Beatriz fue traducida a muchos idiomas. Daba clases en grandes universidades alrededor del mundo. Sus categorías intelectuales marcaron la forma de ver el final del siglo XX y el principio del siglo XXI. Beatriz diminuta, Beatriz erudita, Beatriz borgiana, y de Martín Fierro también. Beatriz que se animaba a la disidencia, Beatriz, joven Beatriz, directora de una revista política y cultural en los tiempos más oscuros de la Argentina. Beatriz que se jugó el pellejo. Beatriz que se enemistó con amigos por sus ideas. Beatriz que hoy nos deja y deja un legado. Sobre todo deja fundamentalmente la clara percepción, la clara idea, la clara necesidad de saber muy profundamente que un país se piensa desde las ideas, se piensa desde las distintas formas de verlo. Un país se piensa, se discute, se analiza, se acuerda o se desacuerda, pero no hay forma de pensar un país, una cultura, una idiosincrasia, una ideología, sin discutirla, sin cuestionarla, sin ponerla sobre la mesa y disectarla. ¿Esta idea que tenemos del mundo es la correcta? ¿Hay ideas correctas? ¿De qué nos habla esto que está pasando? Beatriz nos pensó desde todos lados. Nos pensó desde la cultura, desde la academia, desde el canon y desde el contra canon. Nos pensó desde la calle, desde la arquitectura, desde los medios de comunicación, desde la literatura y desde la historia. Beatriz fue una gran intelectual, una gran pensadora de la Argentina. ¿Estabas de acuerdo con ella? Sí. ¿Estabas en desacuerdo con ella? también ¿importa eso cuando lo que importa es pensar el mundo? No, lo que importa es pensar el mundo. Y pensar el mundo es lo que hizo Beatriz. Pensar el mundo y pensarnos a nosotros los argentinos en ese mundo. Nos queda un cráter que caminaremos y bordearemos inmenso, oscuro, tu ausencia. Inmensa y oscura. Y una vara altísima, ¿quién la va a llenar? ¿Quién va a ocupar ese cráter que dejas, Beatriz? ¿Quién será el próximo intelectual, la próxima intelectual que esté a tu altura? Que nos siga pensando para no caer en la oscuridad de la ignorancia, en la oscuridad de la falta de reflexión, en la oscuridad del olvido de la historia, en la oscuridad del olvido de los eventos culturales e históricos que nos constituyen. ¿Quién nos va a pensar ahora, Beatriz? ojalá muchos chicos y chicas jóvenes te lean incansablemente y tomen tus llamas tomen tu brecha la llama eterna del conocimiento y sigan corriendo hacia adelante pensando el mundo que es lo único que nos salva de caer en la oscuridad.
En un país donde mayormente los pocos intelectuales que se auto perciben intelectuales se han atrincherado en los últimos años, de un lado o del otro de una grieta, solamente para tirarse bombas Beatriz siempre estuvo en el lugar fértil de la batalla, que es el lugar en el que se discuten las ideas, que es el lugar incómodo en el que uno tiene que llegar a una conclusión y decir estoy de acuerdo con vos, no estoy de acuerdo con vos, esta es mi idea, discutamos las ideas. Beatriz valiente, Beatriz incondicional con el pensamiento, con las ideas, con el mundo de las ideas. Luego las bajamos, las ejecutamos y vivimos en un país, pero primero hay que pensarlo. Pensemos como pensaba Beatriz. Discutamos lo que pasa. No seamos pasivos sino reflexivos. Cuestionemos las creencias de los demás y las propias.
Desde la SEA despedimos a nuestra socia honoraria, la que nos apoyó allá por el 2001 para que se creara esta institución y también la que fue por primera vez a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires porque la invitamos nosotros. Pedimos frente a una Beatriz que se nos fue por un mundo lleno de grandes pensadores jóvenes que lean a Beatriz, que se paren sobre los hombros de Beatriz para ir a más. Beatriz nos dejó un terreno muy fértil, una base intelectual enorme sobre la que construir una idea de país. Eso es lo que a nosotros nos corresponde ahora: tomar su llama eterna del amor por el conocimiento, de las ganas de entender lo que no entendemos y seguir adelante, honrando su memoria, discutiendo sus ideas, en disidencia, en acuerdo no importa, pensemos. Gracias Beatriz por tantos años de pensarnos.