Cómo no recordarte, si viví momentos hermosos, nos gozamos mutuamente, el lugar nos eligió y siempre nos esperaba.
Hoy, a través del tiempo y sin buscarlo, te veo intacta, del mismo color, como en aquellosdías, con la única diferencia, nuestras vidas, pero al pasar, si me detengo y cierro los ojos, se refleja tu imagen y tu boca sensual, erizando mi piel cuando tus manos acariciaban mi torso y se fundían en una pasión incontrolable.
Quien diría que aquel día otoñal te conocería, recuerdo esa noche que bailamos mucho, me invitaste con un trago y conversamos tanto que dejé que todo fluyera naturalmente, sin pensar si existiría un mañana.
El mañana existió, me hiciste mucho bien, teníamos historias de vida muy distintas, la mía más compleja, la tuya más tranqui, pero el tiempo que nos unió fue inolvidable. Recuerdo tus palabras «mi dulce Tatiana, eres una súper mujer, me encanta tu femineidad, como también lo madraza que eres, desbordas ternura» Mi respuesta siempre era «si soy así, es porque tú me motivas a desnudarme de cuerpo y alma»
—Hola Tati, ¿qué te parece si paso a buscarte y vamos a pasar el día a Chascomús? —Excelente idea, pero antes tengo que arreglar el tema de los chicos, porque Patricia hoy tiene franco, veo como lo resuelvo —respondió Tati.
Pasamos un día espectacular, disfrutamos la naturaleza y a la tarde elegimos sentarnos frente a la laguna, al lado de un árbol frondoso con aroma a eucalipto, y mateamos hasta cansarnos, mimándonosy dialogando cómo continuaría esta experiencia maravillosa que decidimos transitar…
Emilio era soltero, en cambio yo estaba divorciada de un matrimonio traumático, y tenía dos hijos pequeños y una responsabilidad atroz. Venía de años muy difíciles y hacía tiempo que no me sentía halagada por un hombre, ya que mi prioridad era el trabajo y no me daba mi tiempo, pero con Emi quería intentarlo.
Esa noche lo invité a cenar a mi casa, conoció a mis hijos, era un dulce y eso me seducía mucho, le preparé una carne asada con ensalada. Mientras preparaba un café se puso a jugar con los chicos, una imagen hermosa, parecían tres niños.
Cuando los chicos se fueron a dormir, fuimos al living, tomamos un whisky y pasaron las horas hablando, me sentía tan acompañada que no quería terminara esa noche…
Lo nuestro fue breve e intenso, hoy me pregunto ¿si hubiera durado más, recordaría hoy todo lo lindo que fue? Igual tengo un deseo, que dudo se pueda materializar, «¿Emi nos cruzaremos en esta tierra?»
Aquel atardecer me sorprendió con un ramo de pimpollos rojos y una nota que decía «a la luz de mi alma y al fueguito tierno que penetra en mi corazón, te amo» Lo abracé, lo besé y nos detuvimos caminando, nos esperaba nuestro refugio, pintado de marrón, que extrañaba el perfume que dejábamos…
Te propongo algo Tati, ¿qué te parece si el domingo vamos a pasar el día a Tigre, un amigo nos invitó a hacer una escapada por el Rio Luján, te gusta la idea? —Mi tesoro, me encanta la propuesta, déjame organizarme.
Pasamos un día inolvidable, el clima nos ayudó, llegamos hasta el Paraná, fue mágico. Quizás fue el principio del fin, pues me di cuenta que mis sentimientos cada vez eran más fuertes, y me resultaba difícil poder seguirlo en todo, pues yo tenía mis limitaciones, y él era libre.
Hoy me detuve al pasar, no cambiaste el color marrón, te miré y me vino a la mente el primer día y uno de los últimos, cuando esperabas nuestro perfume, quizás nunca más volvamos, pero el recuerdo será imborrable.
Fuimos al cine, después a cenar a la Costanera y cuando volvíamos, fuimos a tomar un café y tuvimos un diálogo muy profundo, nos desnudamos y comprendimos que esa noche podía ser una despedida o un comienzo diferente a escribir nuestra historia…
Pasaron más de quince años, el recuerdo está intacto, y cada vez que paso y te veo, me gustaría por un segundo volver el tiempo a esos días, una mera ilusión, un presente distinto o similar al día que te conocí y no olvides que la “puerta marrón” está intacta y espera nuestro perfume.