Es mucho más fácil echarle la culpa a “La China” que a los tipos que salen con ella o la buscan permanentemente en una red social. Medios, mujeres y hombres y comentaristas del amor de otro le caen en las redes porque se comió a Colapinto, a Rusherking, a Icardi, a Vicuña o a Cabré. Y qué les importa. Salvo que la envidien por eso. O lo que es peor, la tildan de “puta” o “trola” cuando una mina hermosa y que desean infinidad de boludos no les da bola o les es imposible. Y la chica no se lo hace a ellos, lo hace. Que culpa tiene de ser linda, famosa y tener un montón de seguidores que ni siquiera conoce ni va a conocer. Que tiene de malo que les gusten los muchachitos de moda. Si a un montón de otros y otras les pasan lo mismo y nadie les dicen nada y está bien. Pero como ella puede hacerlo es condenable. Lo mismo pasa con el gigante asiático “China”. Los gobiernos del mundo ponen barreras arancelarias para que sus productos no invadan los mercados locales. Y así Milei los odia, pero ante una industria nacional que vende caro y no arranca, terminará abriendo la importación para controlar la inflación. Y así Trump en campaña dice que no va a dejar que entren más productos chinos a los Estados Unidos y hasta le pone impuestos a México para que los bienes chinos no entren desde allí. Pero no se puede tapar el sol con las manos. Y China es comunista para adentro de China, pero más capitalista que ellos cuando sale a exportar y competir. Y es verdad que destruye las industrias nacionales de muchos países. Pero si no te gusta que lo haga, no les vayan a pedir yuanes, autos, electrónica, metales o químicos buscando una solución rápida para abastecer a tu país de productos que no producís. O te llevaría mucho tiempo hacerlo. Al igual que los amores de “La China” Suárez, que les son imposibles. Es más fácil hablar, que ser feliz.