¿Estás a favor o en contra del lenguaje inclusivo?

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Escribí una columna de opinión defendiendo tu postura. Tomá como ejemplo: “La prohibición del lenguaje inclusivo en Argentina invisibiliza a las diversidades” de Mariana Iglesias.

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La prohibición del lenguaje inclusivo en Argentina invisibiliza a las diversidades

Mariana Iglesias es editora de Género del diario ‘Clarín’ de Argentina y dicta talleres de género y diversidad.

El 10 de junio de 2022, el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, informó que las y los docentes tenían que “respetar las reglas del idioma español” y el anuncio fue acompañado por una resolución del Ministerio de Educación que prohíbe el uso de la “e”, la “x” y el “@” por parte de docentes tanto dentro de las aulas como en las comunicaciones dirigidas a las familias.

La restricción del lenguaje inclusivo derivó en una polémica que aún continúa. Lo que se cuestiona de la nueva normativa es la invisibilización que plantean quienes sienten que el masculino genérico excluye a las mujeres y diversidades: dejar fuera la posibilidad de nombrar a las personas que no se sienten representadas. Y también la decisión y el objetivo de prohibir.

Hace años que en Argentina se extiende el uso del lenguaje inclusivo, que vino de la mano de leyes consideradas de avanzada como el matrimonio igualitario, que permite la unión de personas del mismo sexo, vigente desde 2010; y la ley de identidad de género, que permite modificar el nombre, la imagen y el sexo registrado en los documentos, que se aprobó en 2012.

Pero lo que terminó de instalarlo como posibilidad —sobre todo en la juventud— fue el acalorado debate por el aborto legal que comenzó en 2018 y culminó a fines de 2020 con la aprobación de la ley que despenalizó la interrupción del embarazo y que en paralelo exigió poner en práctica la educación sexual integral en las escuelas que estaba vigente desde de 2006, pero enfrentaba resistencias por los sectores religiosos y conservadores.

A lo largo de todos estos debates sociales sobre temas que dejaron de ser tabú, se forjó la famosa “marea verde” argentina —llamada así por el color de los pañuelos característicos de la lucha por el aborto legal—, y parte de la sociedad empezó a hablar con la “e”. Escuchar el “chiques”, “compañeres”, “todes”, se volvió algo natural en el lenguaje, como el uso de la “x” o “@” en los textos.

Además, desde hace un año se entregan en el país documentos de identidad “X” a las personas que no se sienten representadas en el binomio masculino/femenino, después de la publicación del decreto presidencial 476, y se aprobó la ley de cupo laboral travesti trans.

El lenguaje inclusivo siempre fue resistido desde los sectores más conservadores y fundamentalmente antifeministas. Al principio fueron burlas e ironías, pero desde hace un tiempo los ataques se volvieron más virulentos, sobre todo porque algunos ministerios los incorporaron en sus comunicaciones oficiales. Así estos sectores, principalmente de derecha, declaman que es “populismo barato, berreta y muy inútil”. Y proponen que se destruya el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad creado por el

gobierno actual en diciembre de 2019.

Son los mismos sectores que niegan la desigualdad de géneros en un país que tiene —según cifras oficiales— una brecha salarial de 30% en los trabajos formales y que llega a 35.6% en el empleo informal, y también minimizan la violencia de género, aunque hay un feminicidio cada 35 horas. Fueron 251 en 2021, según la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

El argumento del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires para prohibir este lenguaje inclusivo es que la pandemia provocó un retroceso en el aprendizaje y que esas tres letras usadas entorpecen el avance en la comprensión de la lengua. Especialistas en la academia difieren por completo.

El argumento del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires para prohibir este lenguaje inclusivo es que la pandemia provocó un retroceso en el aprendizaje y que esas tres letras usadas entorpecen el avance en la comprensión de la lengua. Especialistas en la academia difieren por completo.

dificulte la comprensión: “El cuestionamiento de una concepción binaria y patriarcal de la identidad de género tiene su correlato en el cuestionamiento del masculino genérico y otras formas sexistas del lenguaje. Esto muestra que el papel del lenguaje es central en la producción y reproducción de las desigualdades, pero que también puede contribuir a la transformación y subversión de subjetividades e identidades colectivas”.

El Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) consideró la medida como un “acto de censura”: “Prohibir un uso del lenguaje es ignorar el principio que lo rige —el cambio permanente— y a quienes lo ponen en funcionamiento: sus hablantes”. La Junta Departamental de la carrera de Letras de la UBA advirtió que “los usos de la lengua siempre son políticos en el sentido más amplio y fuerte de ese término; la intención de prohibir usos lingüísticos también lo es y lejos está de garantizar la libertad”.

Tanto la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT+) como referentes de izquierda presentaron amparos ante el Poder Judicial para impugnar la resolución. Amnistía Internacional solicitó acceder a la información que la supuesta correlación entre los resultados de dichas pruebas y el uso del lenguaje inclusivo.

Ante las críticas, la ministra de Educación de Buenos Aires, Soledad Acuña, admitió no sentirse representada cuando se menciona a “los ministros de Larreta”. “Siento que no me nombran a mí y mis colegas mujeres”. Por ahora, ni la ministra ni ninguna otra autoridad revelaron estudios que muestren que el reemplazo de la “O” del masculino genérico dificulte la lectoescritura.

“Lo que no se nombra no existe”, repiten quienes defienden el uso del lenguaje inclusivo citando al filósofo Georges Steiner. Hay subjetividades y formas de vivir y relacionarse que siempre existieron, pero no se nombraban, ¿o no existían porque no se nombraban? La lengua varía, muta, se moderniza, se enriquece, está viva. ¿Es lícito querer encorsetarla? El lenguaje inclusivo, además, vino a mostrar que la lengua tiene una carga ideológica. Eso parece ser lo que más molesta.

Fuente: Washington Post

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