Tenía tan solo cinco años, cuando mi abuelo me llevó al fondo de su enorme quinta .
Me había tomado la minúscula mano con cariño diciendo:
_Vamos mi nietita, hoy haremos algo que nos unirá para siempre .
_Dejaremos semillas que darán más frutos un día, aunque yo no esté.
Y así fue .
El abuelo partió una tarde de verano, no era ni de invierno. Se sintió muy mal aquel día y de golpe cayó en la mesa con un infarto fulminante.
Fue una partida muy dolorosa, que nos sorprendió.
Yo tenía trece años
Solo sé que corrí desesperada, precia que era en camara lenta .
No llegaba más hasta el fondo de la quinta donde tantas veces nos sentamos a escribir y dejar nuestros poemas desde aquel día,
que por primera vez él me había colocado para siempre en ese lugar místico.
El árbol era una bella higuera, que según mi abuelo, había sido plantada cincuenta y seis años atrás, por él y su abuelo .
Lo que el abuelo me pidió aquel día, era que cada verano, cuando los frutos deliciosos comenzaran a crecer, le colocará siempre unos poemas .
Colocara mis sueños, mis tristezas, mis miedos y lo que quería para éste mundo .
Así lo hicimos por muchos años juntitos, de la mano, como la primera vez.
Hasta que tube que volver solita a leer sus últimos poemas .
Tome con dolor una hoja junto a un higo muy fresco que crecía en el gajo .
Abrí la hoja ya un poco sucia por la intemperie, leí entre lágrimas sus últimas letras y lloré desconsoladamente hasta no tener lo que llorar.
Abrí otra y otra, eran cinco hojas, colgadas en la higuera.
Lo más importante era que en cada verso, me dejó el legado de libertad, de justicia, de cuidar la naturaleza y amor a la humanidad.
Siempre volví, cada verano coloqué poemas, mis valores, mis sueños, mis deceos, colgados en aquella hermosa compañera.
Cada verano, todos en el barrio iban a juntar los frutos ya maduros, las brevas que con su dulce melaza, pegoteba las manos y junto a los higos un poema que cada vecino llevaba.
Así fue creciendo la poesía por el barrio.
Eran frutas deliciosas dando dulzura al paladar y una poesía daba alimento al alma .
Fuimos felices los dos, muy felices….
Hoy soy feliz cuando veo la higuera rebosante y que se llevan los higos y un poema .
Mi abuelo seguía presente, uniéndonos y como un día predijo.
_La semilla se esparcía…
Entonces, hoy ya siendo una abuela, llevo mi nieto hasta aquel bello lugar, nos sentamos , le leo mis cuentos, le hablo de mi abuelo, de su legado de las semillas, de la cultura.
El también hoy, dejó sus hojitas colgadas en la higuera.
que spues testamento o q???
Muchas gracias por el comentario. Saludos!