Respirar paisajes de añoranza, semblantear una esquina, sentir que aquí vive la vida.
Doblar por la calle del viento, retomar por la avenida que hace ruido en la soledad del tiempo.
Palpar el reciente otoño acaecido en la hoja del árbol que supo ser tuyo y un poco mío.
Juntar a la nube y al sol en ese rincón en el que alumbra la sombra y se hace ver la emoción.
La verdulería del barrio escogiendo aromas, seleccionando especias, escribiendo a mano en el anotador fiado.
El pasto y el invierno tensando esa relación que cuesta, pero asoma al costado de una vereda de recuerdos.
Y un párrafo aparte para las diagonales del desencuentro, que saben cruzarse, amarse, olvidarse para que este pueblo sea la alegría de caminar un sueño.