A veces siento que me apago
y cuando lo digo, lo manifiesto.
Siento que estoy mintiendo,
porque en el fondo de mi corazón
sé que tengo la fuerza para salir adelante
como siempre lo he hecho.
Pero hay días grises,
tan oscuros que me llevan a la depresión severa.
Al costarme en la cama,
al taparme con la frazada,
al cubrirme y dejarme dormida por horas,
¡oh! Por un día entero,
sin amor, sin cariño, sin afecto.
Al despertarme,
ver en la casa en silencio,
no sentir el gusto del café
por no tener ganas de hacerlo,
por no tener apetito,
voy adelgazando de a poquito.
Lo único que oigo es la llave del cielo,
el sonido del llavero al abrir la puerta al salir,
el ascensor de mi casa,
cuando voy hacia abajo.
Me indica que estoy descendiendo
hacia la última planta baja.
Y aunque no tenga razones
para hoy en día estar así,
tengo los suficientes recuerdos
para sentirme tan amarrada,
para sentirme tan suicida,
aunque nadie lo note
a través de mi sonrisa.