Carta abierta de Marcelo Gornatti a cuando uno no quiere

Carta abierta de Marcelo Gornatti a cuando uno no quiere

La última imagen que recuerdo es la de ella esperando en vano que me diera bolilla y observando cómo se marchaba sin escuchar. Por mi parte no estaba ni enojado ni sorprendido: sabía de antemano la que se me iba a venir.

Mientras caminaba hacia la parada del colectivo, pensaba si le tendría que haber dicho que nos
despidiéramos y no que me dejara con la palabra en la boca. Pero era una reacción instintiva: sabía muy bien que cuando se enojaba directamente me cortaba el rostro.

Desde entonces no supe más nada de ella. Tampoco me propuse llamarla. No necesitaba mendigar su cariño.

De modo que para fortalecer mi autoestima, iba hasta la playa y caminaba a la orilla del mar
devorando kilómetros de arena y espuma hasta yacer acostado de cara a las estrellas, acunado
por el ronco sonido de las olas.

Pero la desesperación pudo más. Definitivamente no concebía mi vida sin ella.

Así una noche me interné en el mar y cuando estaba hundiéndome algo o alguien surgió de la
nada y se propuso convencerme de que era preferible la indiferencia a la muerte.

“No es eso. Sólo quisiera apropiarme de su sentir hacia mí para no sufrir por su ausencia”, me
atajé.

Sin embargo aquello jamás ocurrió y desde entonces padezco la consecuencia de mi amor no
correspondido.

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