¿Cuál fue el periodista político más influyente de los últimos treinta años? Y la respuesta es Jorge Lanata. Y antes de él pudo haber sido Bernardo Neustadt y antes “Tato” Bores con sus monólogos de humor. Y justamente hoy Lanata mezcla la performance televisiva de Neustadt con el humor político de “Tato” a lo que le sumó editoriales al estilo Grondona, Morales Solá, Víctor Hugo Morales o Pagni y periodismo de investigación (Verbitsky,Tenembaum, Nelson Castro, Graña, Paenza). Lo cierto es que los que consumimos opinión política seguimos a estos periodistas, intelectuales, massmedia, performer o como quieran llamarlos, que sufren la realidad política como nadie y te la cuentan desde sus comienzos hasta hoy. Y sus comienzos fueron “The Posta Post” en El Porteño hasta llegar a director de Página 12 (periodismo al estilo francés bien escrito, más literario, de opinión, con noticias que nadie publicaba, uso de metáforas en los títulos y bajadas, noticias de África e investigación, con plata del ERP o el MTP y Sokolowicz, de centroizquierda no tan peronista contraria a Menem –más político que peronista que se volvió neoliberal en lo económico). Y en El Porteño y en Página 12 con menos o más sueldo era empleado, le pedía cosas al Estado que no hacía, se paraba contra el menemismo y denunciaba la corrupción, junto al Frepaso y a Carrió. Pero después llegó el kirchenismo y su paso a la radio y la televisión (primero Día D y ahora PPT). Y llegaron los Martín Fierro y el éxito pasó a ser otro y el sueldo también y armó su propia empresa productora y también creció su exhibición. Y con ella vinieron los trajes de colores y contar su vida privada (internaciones, cáncer, drogas, hijas, mujeres y hasta vendió su casamiento con Elba Marcovecchio a las revistas del corazón). Y si el color es el rosa por la película de Barbie o Inter Miami, rosa usaría hoy. Y si tiene que pelearse con Dady, Rial, Tinelli, Wanda, Vernaci o Milei por el rating lo va a hacer. Tantas veces veo periodistas militantes kirchenistas en la televisión preguntándose qué le pasó a Lanata. Porque no asume posiciones a favor del Estado como hacen ellos en sintonía con la línea editorial de Página 12 más favorable al peronismo y a Cristina. Y a lo mejor el Estado kirchenista no le gustó. Y él siempre trabajo para privados, aunque esos privados sean medios de comunicación. Y hay dos tipos de periodismo político: el que se para contra el poder y el que vive de él. Pero esas posiciones cambian y depende mucho de la guita que baje cada gobierno. El problema es que para él el poder sigue siendo el Estado y para los periodistas kirchenistas son los grupos concentrados y los multimedios como La Nación el Grupo Clarín, donde Lanata trabaja hoy. Me acuerdo cuando en la pelea Clarín-Gobierno, Ernesto Tenembaum, le preguntó: “Vos a favor de quién estás”. “Del más débil”, contestó. “¿Y el más débil es Clarín?”, repreguntó Tenembaum. Y dijo sí. Y él tranquilamente puede creerlo así y no pensar que el Estado defiende los intereses de la gran mayoría. Quizás porque al Estado lo percibe corrupto e invasor. Y así lo pensó en el menemismo y después en el kirchenismo. Y por plata le hace el caldo gordo a los Macri o Magnetto. Porque sufrió la misma metamorfosis que muchos profesionales exitosos de la clase media de la Ciudad de Buenos Aires que al salir de la facultad votaban al Frepaso y cuando fueron más grandes y les fue un poco mejor votaron a Macri, creyendo que su éxito se debió a ellos y no a un contexto político, social y económico en el que para los kirchenistas su gobierno ayudó. Pero él ahora no es sólo periodista, es también empresario y productor de radio y televisión. Y antes fue dueño de un diario, Crítica, y se fundió. Y ya no quiere que le pase lo mismo. Ahora genera sus propias noticias y cuando no las tiene, hace que él sea la noticia. Hoy él es su propia empresa y está bien que cuide sus intereses que nunca fueron lo del Estado o los de un gobierno, aunque conviva con ellos y gané según la pauta o el sobre que recibió. Y será liberal para él y socialista para los otros. Y para los intelectuales dirá que es un liberal de izquierda. Pero peronista nunca dijo que era. En todo caso fue Página 12 el que se vendió. Aunque hay investigaciones que aseguran que es del Grupo Clarín, por más que defienda a Cristina. Dejando en claro que los medios juegan para los dos. Un día le preguntaron a Jacobo Timerman si a él se lo llevaron los milicos por comunista (seguramente por lo que escribían muchos periodistas en su diario La Opinión). Y él le dijo que no. Que a él lo llevaron por judío. Y podemos pensar que si Timerman siguió vivo es porque algo confesó. O simplemente porque hay un punto en que los poderosos se encuentran. Y da lo mismo ser milico, político, sindicalista, dueño de un diario, candidato a presidente, periodista empresario o ministro de planificación federal, inversión pública y servicios de la nación. Y es mucho más parecido alguien con poder con otro con poder, que alguien que lo tiene y los que no. Una vez una militante peronista que tenía un programa de radio, bajó una columna mía sobre el acoso para ocupar ese tiempo defendiendo a Julio De Vido, porque era compañero. A lo que le contesté que compañero mío es el que viaje conmigo en el tren. Ese señor no.