El interior es lo otro. Por extraño o lejano. Sin embargo, los últimos dos grandes procesos de la política argentina vinieron desde el interior del país. Carlos Menem desde La Rioja y el menemismo duró once años. Y Néstor Kirchner desde Santa Cruz -y si contás las dos presidencias de Cristina- el kirchenismo duró doce años. Y fíjense que estoy dejando afuera los cuatro años con Alberto Fernández –que ella niega- y ni que hablar que aún hoy Cristina es la que está armando las listas para competir con pre-candidatos propios y no tanto en las PASO. Y digo que el interior es lo otro porque parece ser que la política argentina se cocina en la capital o en el AMBA. Bullrich y Larreta por Juntos por el cambio: porteños. Ni que hablar de Macri y Santilli que se pasó a provincia para ser candidato en Buenos Aires: porteños. Scioli era de capital hasta que se pasó a provincia, pero destila Abasto: porteño. Kicillof vive en Agronomía, CABA: porteño, aunque es Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Massa y Wado de Pedro no viven en la capital pero casi, apenas saliendo el AMBA: Tigre y Mercedes, ponele. Cristina vive en Recoleta, CABA, porteña, aunque por adopción o necesidad. Y Alberto Fernández más porteño que el tango. Todos por Unión por la Patria o casi. Y se suman Javier Milei, que vive en el Abasto: porteño, y ahora se fue a Benavídez por los perros, por La Libertad avanza. Y ni que hablar de Bregman, Solano, etc; que viven o trabajan en CABA: porteños. Dicho esto. Todos o la mayoría de los precandidatos buscan o necesitan a alguien del interior para que los secunde en la fórmula presidencial. Patricia Bullrich ya eligió a Luis Petri de Mendoza, admirador de Bukele y xenófobo para que no se le desperfile Juntos por el cambio. Larreta le ofreció ser candidato a vicepresidente a Gerardo Morales (Jujuy) justo cuando esa provincia está en llamas. Con manifestaciones de docentes, estatales y pueblos originarios y una dura represión por parte del gobernador Morales, en medio de una pelea por el litio y el agua y una reforma constitucional de la que se jacta en un aviso que si aplica un solo artículo de esa constitución termina con los piquetes y las protestas sociales. Y todos vemos por televisión como Juntos por el cambio y Unión por la Patria se ponen de un lado o del otro para defenderlo o denostarlo. Aunque la violencia siempre es violencia y en ningún caso está justificada. Pero también puede ser que Morales con tanto agite quiera ser él precandidato a presidente por el radicalismo dentro de Juntos por el cambio. Cuando todavía Facundo Manes dice que tiene los abales necesarios y que no se baja a su candidatura a presidente en Juntos por el cambio. Lo mismo dice Daniel Scioli por Unión por la Patria. El otro que aparece del interior es Manzur de Tucumán. Que podría colarse en una eventual fórmula presidencial con Wado de Pedro y si no arregla podría ir con Scioli. Y las probables fórmulas podrían ser: Wado de Pedro-Manzur, Massa-Wado de Pedro, Kicillof-Manzur o Scioli-Manzur. O Manzur Dios sabe con quién. Del que nadie habla más es de Schiaretti después que Patricia Bullrich no lo le dejó entrar a Juntos por el cambio. Pichetto en cambio ya se aseguró un lugar como primer diputado en la lista de Larreta, por si acaso. Lo cierto es que estas elecciones darán un cambio, ya sea con continuidad o más definitivo. Y eso porque el presidente Fernández pudiendo reelegir no reelige. Quizás por los problemas internos en su partido, por el desgaste o porque la situación económica no lo sostiene. Y habrá que ver que hace Sergio Massa si no llega a ser él el principal candidato a presidente por Unión por la Patria luego de arreglar con el Fondo el 30 de junio y seguir en economía o irse. Pero el cierre de listas es en dos días y las negociaciones son contrarreloj en el senado. Y a lo mejor se están olvidando de dos políticos del interior. Uno es Jorge Capitanich, que ganó la elección envuelto en el caso de femocidio de Cecilia Strzyzowoski en el Chaco. Y el otro es Alberto Rodríguez Saá o Adolfo Rodríguez Saá, que durante mucho tiempo nos hicieron creer que eran el mismo. Y muchos dirán que era casi un feudo San Luis, pero les juro que cruzás de Córdoba a San Luis por la ruta 7 y pasás de comerte un pozo tras otro a una autopista hermosa y ni que digo una, dos con la que hicieron en la circunvalación que rodea la capital puntana. Y a lo mejor habría que hacer como hicieron ellos. Primero, saciar el hambre. Después, hacer obras y caminos (y todo indica que descubrieron el negocio del asfalto antes que Lázaro Báez) y después crecer o las libertades. Porque en la Argentina habría que retroceder 20 años y empezar de nuevo.