Las tardes ventosas nos invitaban a una sola cosa. A ir a la vuelta a la esquina de mi casa, sobre la avenida Doce de Octubre (de tierra)y juntarnos frente al campo, era una fija. Y más en otoño ya que los días eran mas ventosos ¿Porqué ahí? Porque frente a la avenida se abrían esas tres manzanas de llanura libres de cables y casas, y eran el sitio ideal para volar. Si! Digo bien, ya que yo me abstraía de todo soñando con ir a bordo de mi aparato hecho de caña, hilo , papel ,y por supuesto trapo.
Como todo en aquellos días, el barrilete también se hacía. Por tal motivo, ir a buscar y cortar caña era el principio del proyecto que luego de horas de trabajo.y dedicación se iba transformando en realidad, y si todo iba bien, quizás volara.
Eramos varios los pilotos reunidos a lo largo de la cuadra entre Larroque y Berutti. Sobre la huella de la “avenida” sin mas que nuestras aladas naves que llevaban al cielo los colores de nuestros cuadros de fútbol predilectos. Esto ya de por sí, era motivo de competencia entre mi amado barrilete blanco y rojo con el del clásico rival, azul y amarillo.
Tal era la rivalidad que apostábamos fuerte. Alfajores al vencedor, o malteadas al que perdiera.
Con el fin de ver quien volaba mas alto. U otras, a ver quién le daba mas hilo llegando mas lejos con ovillos descomunales con mas de cien metros, lo que nos obligaba a trabajar duro con los brazos para “tirar y soltar” , y así darle altura y dejarlo ir cíclicamente hasta ver quien se quedaba sin hilo primero para proclamarse ganador. Claro, después era aún peor el trabajo de recoger y traerlo sin que se caiga. Cuando esto sucedía, la bici era la gran aliada para llegar a rescatarlo antes que otros, a piratearlo. Porque como en todo y desde chicos tuvimos que aprender a convivir con las malas personas, y ya las había allí, y a esta temprana edad.
Hablando de ellos recuerdo una tarde en la que éramos varios volando. Curiosamente, mi barrilete y el de un rival boquense se encontraron en el mismo chachito de cielo. Como era de esperarse empezó una batalla aérea como las de la “primera guerra mundial” ,esas de los aviones de dos alas superpuestas, en donde ambos buscábamos superarnos o sabotear al otro haciendo vuelos laterales casi kamikazes para dañar el fuselaje enemigo. En esa tarde, yo saboreaba mi triunfo luego de esquivar ágilmente sus embestidas, cuando a metros de deshilar mi carretel por completo y así triunfar,… zas! Mi millonaria máquina de papel se perdió sin control y en caída libre, sin aparente explicación.
Entre llanto y bronca acumulada salí expulsado sobre el piloto bostero y que, de no ser por los demás que me frenaron justo antes, hubiera vengado mi derrota a golpes de puño.
Cuando entré en razones corrí por mi herida nave a su encuentro, la recuperé y al poco rato estuve de vuelta en el lugar de vuelo para buscar el motivo de mi pérdida de control. Ya mas calmo y analítico, me quedé detrás de los otros pilotos sin dejar de mirar a mi rival mientras éste recuperaba su pájaro trayendo y bobinando sistemática y metódicamente, el hilo. A poco de llegar a aterrizarlo veo un brillo en el trapo azul de su cola mientras esta se movía por acción del viento. Lo entendí todo. Eran hojas de afeitar como las que usaba mi viejo puestas a drede para que al pasar en vuelos laterales por la zona del hilo de otro, cortarlo y así ganar. Era una trampa y había que hacer algo!!!
Fue entonces cuando no aguanté mas y grité . ¡ Es un tramposo lo voy a matarrr!
Los otros no sabían a lo que yo me refería y no se metieron en la pelea. Mientras, nos revolcábamos entre trompadas en plena calle, encima del barro y los cardos.
Pero como siempre pasa, alguien miró la cola del barrilete ya caído, las vio y entonces gritó; ” ¡El de boca hizo trampaaa!!!!, ¡Tiene Gillettes en la cola!”
Fue entonces cuando ya no era una pelea de dos. Los otros se sumaron a la golpiza en donde hubo escarmiento hasta que el traidor suplicó piedad.
Se lo dejó de ajusticiar.
Este fue el merecido final para el “tramposo de los vientos” quien nunca mas pudo, con nosotros, volver a volar en aquel lugar.