Digan algo.
Por favor, digan algo.
Algo que no sea un eco.
Algo que no sea laxo.
Que no sea una verdad de perogrullo.
Ni un aforismo que no ayuda a nadie.
Digan algo que ayude.
No digan supuestos.
Ni supongan que están diciendo algo.
No digan algo sobre las divinidades.
Ni sobre algún mortal divinizado.
Digan algo mortal.
Digan la leyenda en el papel que envuelve la piedra.
Digan el nombre escrito en la bala.
Digan algo respecto a su propia muerte y respecto a su propia vida.
Sin distraer con los detalles.
Digan algo respecto a las llaves, a los códigos y a las puertas que se abren o se
cierran.
Digan si las perdieron o si nunca las encontraron.
Digan lo que no tengan.
Digan lo que les falta.
Digan algo sobre lo que visceralmente odian,
Sin catarsis, ni redención ni impotencia.
No digan algo sobre una emoción de superficie.
Pongan en palabras su aullido de lobo.
Dejen los ladridos para los perros y los maullidos para los gatos.
Digan algo desde la propia voz.
Palabras trasportando esos sonidos.
Digan algo impropio, genuinamente obsceno.
Digan algo doloroso, algo que dañe.
Despojado de morbo, de piedad, de orgullo.
No digan cosas esperanzadoras o nihilistas.
Digan lo que ven en su horizonte.
Aunque suene a alucinación, a locura o epifanía.
Aunque no vean nada o no lo entiendan.
Digan lo que entiendan y lo que no.
Digan algo. por favor, digan algo.
Al menos que lo intentan.
Aunque falte convicción en lo que dicen.
Yo lo intento,
sin estar muy convencido de estar diciendo algo.