Pobres los pobres. Por Susana Rodríguez

Pobres los pobres. Por Susana Rodríguez

Por los pobres, Señor, tus favoritos,
y los niños por venir y los ancianos,
por todos los que sufren con sus manos
crispadas de dolor por la injusticia,
yo te pido un minuto de razón en los que lucran
con el pan, con la tierra y la noticia.
Porque es mentira
que los negros hieden siempre,
que los indios alborotan porque ignoran,
que los jóvenes protestan,
que los necesitados no agradecen.
Porque es mentira. Porque la guerra
es diaria contra el hambre y el cansancio.
Porque, Señor, nosotros, los de abajo,
que crecimos entre el barro y los centavos
podemos ser leales si el trabajo
corona la comida en nuestra mesa;
y respetamos al que llora de desgracias
repetidas por siglos de ignominia,
y abrazamos nuestra cruz, para sentirnos
más cerca en la verdad con el hermano
invisible que, descalzo y resudando, sigue
con sus dientes apretados de fatiga
para darse a sí mismo la confianza
de un sueño nuevo y la esperanza
de que más pobres no poblarán el Universo.

Por eso, Señor, no dejes de ampararnos,
y envía solo seres con promesas
factibles, que contemplen la pureza
del que mira los Andes con respeto
porque reconoce en ellos tu grandeza,
y guardará por siempre el gran secreto
para diseminarlo donde sea.
Envíanos un solo ser humano, empecinado
en demostrar su compromiso entero
con nuestra humanidad, sin egoísmos.
Y así descubrirán que vale un bledo
la comodidad de uno, si el sacrificio
es general, de los otros, de los que deben
conformarse con los restos
y el olvido perenne, humedecido
de sangre derramada, de desaparecidos,
de carencias sin fin…
Ahora que ya sembramos tantos héroes,
confiamos más que nunca en el camino
que será de millones para quienes
todavía no todo está perdido.

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