1985: El Núremberg Argentino. Por Gabriel Palleres

1985: El Núremberg Argentino. Por Gabriel Palleres

El film relata la tarea del fiscal Julio César Strassera y su equipo, en el célebre juicio a las Juntas Militares, que juzgó el terrorismo de estado durante la última dictadura militar que gobernó Argentina desde 1976 hasta 1983.

La película se despliega en ese histórico año: durante la primavera del gobierno de Alfonsín los verdugos uniformados son sentados en el banquillo de los acusados y empiezan a desfilar las pruebas: mujeres violadas en nombre de la patria, bebés robados en nombre del ser nacional, argentinos torturados en nombre de la subversión internacional, jóvenes arrojados vivos desde aviones en nombre de la soberanía. En pocas palabras, la bestia humana hace gala de todo su horror y se apodera del tribunal.

A medida que avanza el relato, se empiezan a conocer las vicisitudes del histórico proceso: la presión militar, las amenazas, las ambigüedades del gobierno, el silencio y complicidad del poder judicial. Entonces, se inicia otro problema: como juzgar a aquellos que tenían todo el poder, que tienen cómplices en la justicia y en el poder económico. La tensión y una industria de maquinaciones atraviesa toda la película.

Podemos establecer un paralelismo entre la obra de Santiago Mitre y la monumental película El juicio de Nuremberg(1961, director Stanley Kramer), puesto que también echa luz sobre la tenebrosa historia reciente: toda el film transcurre en un tribunal, en el cual se juzga a los jueces cómplices de la Alemania Nazi(1933-1945), donde las pruebas arrojadas sobre el tribunal, nos vuelven a empujar a las zonas más tenebrosas del alma humana: niños cadavéricos, humo grisáceo de muerte , pilas industriales de cadáveres, hornos saciados y el horror plasmado en el rostro de los sobrevivientes. En este sentido, podemos agregar que las imágenes de los campos de concentración que se muestran en el tribunal son reales: son grabaciones tomadas por los liberadores (utilizadas para el documental Noche y Niebla, 1956, director Alain Resnais) y que
golpean con toneladas de realidad.

Existen más conexiones entre ambas películas: en el film de Stanley Kramer también se ven las presiones políticas: la Guerra Fría se mete en el juicio y busca ser leve con Alemania, puesto que ahora es aliada contra el comunismo (hablamos de Nuremberg, bastión ideológico del nazismo y parte de la Alemania Occidental ocupada por Estados Unidos), entonces el horror se negocia. Pero la conexión más importante de ambas películas es que los protagonistas excluyentes son antiguos seres grises de la justicia: Dan Haywood, magistrado estadounidense jubilado y empachado del sistema; Julio César Strassera, fiscal conocido por su mal humor, sus bravuconadas y su inteligente
pasividad durante el proceso. A medida que avanzan los relatos se incrementan sus figuras y afloran sus grandezas: no negocian con el terror, su fuerza y determinación con la verdad los convierten en historia pura.

El impacto que tiene el alegato final del Fiscal, que quedó resumido en el inconsciente colectivo como “Nunca Más” es similar a las palabras del juez Dan Haywood cuando, luego del alegato, lo visita Ernst Janning y se excusa del horror, alegando que no sabía en profundidad de lo ocurrido. Dan Haywood es contundente: “se llegó a eso la primera vez que usted condenó a muerte a un hombre sabiendo que era inocente”

Establecidas las similitudes, ahora podemos hablar de las diferencias: Dan Haywood es un personaje de ficción, mientras que Julio César Strassera es real; sus luchas, sus miedos, su coraje es infinitamente más virtuoso. Otro punto a subrayar es que los juicios de Nuremberg los hizo Estados Unidos, que ocupaba la Alemania Occidental, y desde esa potestad de país ganador juzgo los crímenes de guerra según su criterio y beneficio. El juicio a las juntas, vale aclararlo, lo hizo un tribunal ordinario de jueces, fiscales, secretarios que vivirían y respiraban el mismo aire que los represores; también hay que decir, que Ricardo Alfonsín tuvo un rol clave para el desarrollo de este proceso, en la película de Santiago Nieto no se lo muestra y casi que su figura se hace transparente. Concluyendo, podemos decir también, que este histórico proceso fue el único que juzgo a los dictadores en la región y, con la excepción del juicio de Nuremberg, en el mundo.

1985 se estrenó en 2022, cuando pensábamos que se había dicho todo sobre la última dictadura militar. Repasemos un poco: el modelo económico de la dictadura (Plata dulce, 1982), el robo de bebés (La historia oficial, 1986), la guerra de Malvinas (Iluminados por el fuego, 2005), la infancia en los años de plomo (Kamchatka, 2002; Infancia clandestina, 2011), los vuelos de la muerte (Garaje olimpo, 1999), citando algunas de las películas más representativas. Teniendo en cuenta lo dicho, el film de Santiago Mitre habla en profundidad de un tema no abordado por ninguna película.

Más todavía: la música, la reconstrucción de época, el clima logrado, gira y se ancla en 1985. Una película galordanda, profunda, fuerte y necesaria.

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