¡Hola Pablo! Yo no creo en la vida después de la muerte, pero de algún modo te lo tenía que decir.
Prefiero quedarme con la última vez que hablamos. Una mañana del 24 de marzo cuando me llamaste para pedirme que vaya a conducir tu programa de radio el 20 de abril, justo un día antes de mi cumpleaños.
Y como yo te di algunas vueltas, me pediste que si no podía ir te mandara gente como tantas veces y que le dijera a Raúl Ezcurra si quería conducirlo él, cosa que hice.
Después yo pude ir e hicimos el mejor Festival de Poesía en la radio que recuerde. No sé si lo pudiste escuchar. Tampoco importa mucho eso ahora. Importa tu legado.
Vos nos marcaste un rumbo a muchos de nosotros que intentamos promover la cultura donde se pueda, pero especialmente en la zona sur.
Me acuerdo la primera vez que me invitaste a tu programa Cacho de Cultura y me preguntaste: ¿Qué es eso de reunir poetas? Después me ofreciste ir a dar una charla a tu taller de escritura para adultos en la Universidad de Lanús y les dijiste a tus alumnos que a lo que él hacía yo le había agregado conocimiento e inteligencia. Siempre fuiste muy generoso conmigo.
Y la última vez que nos vimos en la radio les manifestaste a tus oyentes e invitados que yo era el comandante de la cultura y que tenía que tomar tu posta.
Yo no sé si tanto, pero algo vamos a hacer.
Ayer me enteré de la noticia de que habías fallecido y a la noche no pude dormir bien. No soy conocido de tu familia, así que no me animé a preguntar dónde era y si había velatorio.
Encima ayer estaba la marcha federal universitaria que reunió a cerca de 1 millón de personas en todo el país. Y muchos llevaron un libro por el Día del Libro. Como esos que vos promocionabas en tu radio e invitabas a escritores y artistas a que se puedan expresar.
Como yo lo estoy haciendo en este preciso momento en el que voy a extrañarte. Te lo quería decir antes de ponerme a llorar.