“Cada día que pasa, más dueña de mí misma,
sobre mí misma cierro mi mirada interior;
en medio de los seres la soledad me abisma.
Ya ni domino esclavos ni tolero señor.
Ahora van pasando mujeres a mi lado
cuyos ojos trascienden la divina ilusión.
El fácil paso llevan de un cuerpo aligerado:
se ve que poco o nada les pesa el corazón”.
Alfonsina Storni.
La leyenda cuenta que antes de Eva existió Lilith, la primera mujer en el jardín del Edén, creada al mismo tiempo que Adán.
Se dice también que, al negarse a someterse a este primer hombre, decidió escaparse.
Al igual que Lilith, que se acomodó las alas para salir volando del Edén, las mujeres de la productora audiovisual de MVM sobrevuelan el espacio con sus alas marcadas de luchas.
Mujeres que resisten en su arte de mostrar la realidad sin tapujos ni concesiones; sin imposiciones ni estereotipos.
Mujeres disidentes, desobedientes, rebeldes, que apuestan a la construcción y a la fortaleza, no sólo desde lo grupal sino también desde lo singular, para aportar una mirada distinta y en esa diversidad, producir un encuentro.
Ellas nos cuentan acerca del nacimiento de la productora y sobre la elección del nombre dibujado en la siga MVM.
“Fue un proceso de venir laburando y un día dijimos a esto le tenemos que dar un nombre y tenemos que darle alguna entidad a los laburos que veníamos haciendo.
Algunas nos habíamos conocido en medios alternativos, pero cuando nos conformamos laburando en distintas producciones, quisimos darle un nombre. Nos juntamos y un día surgió.
Al principio éramos tres, ahora somos 5. El primer trabajo entre las tres fue “La fruta prohibida”, que tenía dibujos, fotografía, sonido y audiovisual.
Creemos que esa fue la primera gestación completa de todas nuestras capacidades de laburo y a partir de ahí, empezamos a pensar “hay que ponerle nombre”, “nos copa laburar juntas” “seguimos laburando juntas”, y esto fue más o menos hace 7 años atrás.
En principio, tenía que ver con las siglas de nuestros nombres. Micol, Mónica y Vero. Después, cuando pensamos esas siglas juntas, también nos dio unas formas de alas que nos gustó.
Y el logo lo hicimos pensando en las alas que nos daba el cruce de las letras, relacionamos esa imagen con la Lilith. Ya veníamos conociéndola y entendiendo un poco todo lo que era demonizar una mujer que decide liberarse y como creo que todas somos antipatriarcales…
Todo eso también era un referente. La idea de poder construir desde el propio logo la mujer, tomando un poco esta Lilith que decide irse del paraíso para poder ser libre”.
¿Quiénes conforman la productora y a qué se dedica cada una?
“Verónica Velasquez, vengo de la Patagonia. Básicamente de formación de dibujante, artes plásticas y visuales. En este momento, me encuentro estudiando Comunicación social y hago de todo lo que necesito para expresar”
“Mi nombre es Micole Metzner, soy realizadora audiovisual, montaje, arte y todo lo relacionado”.
“Soy Monica Bonavia, Moni. Vengo de Junín. Estudié Comunicación Social y luego de ahí, empecé mi camino como fotógrafa. Laburo desde la imagen y también autogestionando en otras cuestiones, como hacer medicinas con plantas, varias cosas autogestivamente como hacemos todas, porque hay que sobrevivir sin patrón ni nada por el estilo.
Laburar la imagen tanto para afuera como para adentro”.
“Soy Dolores Tezanos, vengo de la Antropología y también hace un par de años trabajando en lo audiovisual y conociendo a las compañeras y empezando a trabajar juntas.
Yo me sumé ahora en la pandemia”.
Son todas mujeres las que forman parte de este proyecto ¿fue una decisión azarosa o fue pensada desde una perspectiva feminista?
“No fue pensada ni de una postura ni de la otra, sino que es como una actúa, construye, como vive. Entonces las cosas se fueron dando de esa manera y se generó esto. Somos mujeres disidentes, desobedientes, y creo que lo que nos unió fue un poco esto…como esa disidencia, esa desobediencia; cada una con sus prácticas cotidianas quizás distintas, pero como esa desobediencia sea por mi parte sexual, sea por mi parte de no comer animales; cada una tiene las suyas y creo que eso es lo que nos une, más allá de pensarlo de una postura feminista. Tampoco teorizamos tanto sino practicamos, hacemos y construimos”.
Desarmar para volver a armar
“Ella se inclinó sobre su respiración
y comprendió que aún vivía.
Se tocó la libertad
y la dejó escurrirse como una pequeña noche”.
Susana Thénon
Poder deconstruir mandatos, ideas, maneras impuestas de sentir y de ver para disfrutar y elegir desde el deseo y la libertad. Un feminismo más allá de las teorizaciones, que se construye en lo cotidiano y se multiplica, de voz en voz. Porque más allá de lo que hagan para callarlo, es una revolución en marcha, como dice Virgine Despentes: “El feminismo es una revolución, no una redisposición de las consignas marquetineras, no una vaga promoción de la felación o de los swingers, no sólo se trata de mejorar los sueldos complementarios. El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres, para los hombres, y para los demás. Una revolución, ya en marcha. Una visión del mundo, una elección. No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a las pequeñas conquistas de los hombres, sino de mandar todo bien a la mierda.”
¿Cuáles son los objetivos como productora?
“Uno de los objetivos que tenemos con la productora es poder autogestionarnos y otro objetivo bien contundente, es poder hacer producciones; tener todos los recursos necesarios para poder contar mejor las historias que queremos contar y poder laburar juntas; que no es solamente una visión de dinero, sino que es una visión de construcción, de forma de vida.
Por eso también, seguimos, nos capacitamos y todo el tiempo estamos buscando poder ir más allá, para romper un poco con todo esto; con este mundo que no nos gusta.
Para contar otras cosas también desde el disfrute. Creemos que también ese es el deseo, autogestionarnos a través de cosas que disfrutemos. ¡Basta con esta política de la frustración, del sacrificio! ¡No! nosotras queremos divertirnos y queremos poder laburar como lo hacemos y ganar lo suficiente para autogestionarnos”.
¿Están conectadas y/o participan de otras organizaciones y colectivos?
“Si, algunas formamos parte de un colectivo audiovisual que se llama Claster, Claster audiovisual de la Provincia de Buenos Aires. Ahí trabajamos bastante el audiovisual de forma comunitaria y cooperativa.
Y después, estamos como todo el tiempo armando redes desde un montón de lugares.
Luchas colectivas desde la individualidad colectiva; mucho activismo, tanto en la calle, como desde la imagen”.
Además de producciones audiovisuales, han realizado varias intervenciones urbanas, denunciando situaciones de violencia, femicidios y toda situación que, de algún modo, las interpela, donde el arte es un acto de resistencia que emerge a través de los cuerpos.
“Dentro de lo que sería la productora hacemos cosas audiovisuales, pero también lo que venimos haciendo es ver sobre lo que queremos hablar o sobre el concepto a laburar o lo que esté sucediendo y a partir de eso, ir encontrándole la forma que puede ser tanto una foto, un dibujo, un corto o alguna intervención en la calle, o varias de esas opciones.
Eso en lo que se refiere a los contenidos propios, después lo que tiene que ver con lo laboral, sería más que nada de lo que nos pidan. Hicimos desde sociales hasta cumpleaños de 15; películas.
La idea es esa, ver entre las que estamos, qué es lo que queremos decir y a partir de ahí, ir viendo el cómo y la forma que le vamos dando.
Las intervenciones en la calle también fueron paralelas a la formación, porque no es que nosotras decimos “somos una productora y trabajamos para eso y esperamos los clientes”, sino que somos una productora en todo lo que su palabra significa, que es producir y procesarnos para avanzar juntas.
En su momento hicimos varias intervenciones en la calle, porque lo necesitábamos con nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestras luchas.
En una de esas intervenciones, que fue bastante grande en el primer “Ni una menos”, hicimos una cruz de pijas con un vestido de novia colgado que decía “Hasta que la muerte nos separe”. Son los códigos de convivencia de un matrimonio “hasta que la muerte nos separe”. Era muy fuerte todo lo que fuimos procesando desde ese lugar.
Llevamos esta cruz gigante y la llevamos desde la casa donde estábamos en ese tiempo, en San Telmo hasta el Congreso. Fue el primer autoconvocados de “Ni una menos”.
Íbamos parando por las cuadras, diciendo todo lo que nosotras habíamos escrito y queríamos reproducir con un megáfono.
Tenemos megáfono, varios kits para hacer lo que sea. A veces, hacemos un video, otras una intervención en la calle, un audiovisual, una fotografía, una pintura, lo que sea.
Después hicimos otra intervención en once, que reescribimos el preámbulo de la Constitución argentina. Empezaba diciendo: “Nos las conchas unidas del Sur, dictamos en este momento…” Fuimos un viernes a la tarde a Once y lo manifestamos.
Por ahí, no es que somos una organización política que usamos estas herramientas para conquistar espacios, sino que las usamos para conquistarnos a nosotras mismas; exponernos a distintas experiencias. Y esas acciones estuvieron buenísimas.
En el segundo “Ni una menos” también, estuvimos adelante de toda la marcha, que ni sabíamos que estábamos adelante de todo. Marcábamos con grafitis nuestras siluetas e íbamos poniendo todos los nombres de las muertas por femicidio, por violencia estatal.
Eso lo hicimos porque son cosas que tenemos necesidad de hacer, además de la parte de producción audiovisual.
En Bahía Blanca también activamos, poniendo los nombres de los femicidios.
Y de alguna manera, viendo la forma, usando los lenguajes que tenemos y si no los tenemos, los creamos, los estudiamos, los hacemos, pero cuando tenemos que transmitir algo, lo que nos sucede a nosotras…ahí vamos, de la forma que sea. Eso como grupa, más allá de los laburos que hagamos como productora porque eso nos une, nos fortalece y nos llena de vida también”.
De los gestos que se vuelven imprescindibles
“Nosotros no hacemos films para morir,
sino para vivir, para vivir mejor.
Y si se nos va la vida en ello,
vendrán otros que continuarán… ” .
Raymundo Gleyzer
Sus contenidos son de un gran compromiso social y abordan distintas problemáticas, como ser: la violencia de género, la violencia institucional y demás.
¿Cómo piensan estos cortos y/o largometrajes? ¿Cuáles temas las convocan?
“Desde todo lo que estuvimos trabajando juntas, todas las temáticas nos atraviesan porque estuvimos sumergidas en ellas, porque en todas estuvimos. En ninguna de los proyectos que encaramos, estamos hablando de afuera, como espectadoras. Siempre estuvimos adentro de todas las situaciones que contamos y desde ahí, es de donde encaramos una realización sobre esos temas que a nosotras nos tocó transitar.
Y por eso tienen la potencia de haberse realizado en cortos, largos, videos, todo lo que fuera fue porque todas lo vivimos. No nos planteamos de ante mano, sino que fue un impulso de sacarnos lo que teníamos encima más o menos”.
¿Qué situaciones, personas, literatura, arte en general, las inspira y conmueve?
“Lo que nos conmueve nos inspira. A veces, no tiene que ver con el arte y la literatura, tiene que ver con otras personas, otras situaciones. Lo que nos conmueve son las realidades o lo que vemos y vivimos que no tienen que ver con algo legitimado con el marco del arte, y que justamente, son las cosas que nos conmueven, nos motorizan a seguir trabajando.
No idolatramos lugares establecidos o personas, o espacios legitimados de arte, porque también habría que hablar de cuáles son los espacios legitimados de arte y quiénes los legitiman y quién supuestamente te tendría que conmover. O sea, una en ciertos lugares no podría decir “mirá a mí Picasso me parece un misógino, que construyó su carrera en base a un montón de cosas que él mismo fue haciendo de anular otras voces y otras cuestiones y maltratrando gente”.
Ir en contra de todo eso, implica un montón de cosas pero es lo que pensamos.
Nuestros referentes son espacios o situaciones, personas o gestos, creemos que son más gestos, pero van mutando todo el tiempo, no es una cosa fija.
Los laburos que nos han pedido, también los usamos como un ejercicio de inspiración. A partir de cada laburo, si es un video de un tema, escuchamos mucho ese tema, a ver que nos dispara. La inspiración nos agarra trabajando.
Vero con todas sus series de mujeres, por ejemplo. Moni con sus laburos de ensayos fotográficos. Mico con sus ensayos visuales. Cada una realiza sus trabajos propios y luego son disparadores que laburamos juntas”.
En cuanto a la inspiración que fue un gesto cotidiano y después se transformó en una producción, me gustaría que nos cuenten alguna experiencia.
“Por ejemplo, Oid Mortales que es nuestro primer largometraje como productora, nace a raíz de haber sido docentes en institutos de menores. Varios años trabajamos en eso y ahí fuimos testigos de todo un cotidiano de violencia sistemática, de indiferencia hacia los adolescentes y las adolescentes. Y con Daniel Fernández, que es uno de los chicos que estuvo en el Instituto Manuel Belgrano, esperamos su salida, realizamos el guión y lanzamos este largometraje que está en breve a estrenarse.
Después está el corto “Se trata de mujeres”, a raíz de una experiencia que una de nosotras vivió con unas amigas a los 18 años.
Además, hacer un corto con todas estas experiencias vividas, es como una catarsis y esa es un poco la búsqueda y en base a eso, vemos cómo llevarlo a cabo.
También “La fruta prohibida” que fue una mezcla de fotografía, montaje sonoro, pintura y dibujo, tuvo que ver con haber pasado experiencias”.
Vero nos cuenta al respecto:”Empezó con una ruptura de espejos y de ahí saqué una obra que se llamó “La esclavitud de los espejos” donde hago una serie de fotos con otra fotógrafa de mi misma mirándome en el espejo y rompiendo ese reflejo que el espejo me propone, para poder empezar a verme en otros, en otras, en otres.
Con ese trabajo recorrí bastante. Es un trabajo conceptual, que tiene que ver con los modelos de vida, belleza y toda la historieta. Ese fue nuestro primer trabajo creo, como artístico contundente. Después sumamos a la muestra fotografías de Moni y Micole, hizo todo un montaje sonoro y audiovisual también.
Eso también fue a partir de haber vivido algo de una búsqueda propia.
Las fotografías de Moni en “La fruta prohibida” son todos desnudos y es un trabajo muy lindo que tiene que ver con su propia búsqueda como fotógrafa y desde los cuerpos también, desde las necesidades propias de mutar.
Todos nuestros trabajos están basados en gestos, experiencias y también cuando ofrecen un trabajo buscamos la inspiración. No hicimos nunca un trabajo que no nos inspire.
A mí me inspiran las madres de plaza de mayo, con toda esa potencia de mutar todo ese dolor en una potencia que revolucionó casi un mundo.
Las mujeres zapatistas también; las revolución de las mujeres mapuches y me gusta muchísimo, Virginie Despentes”.
¿Algún proyecto en el que estén trabajando y quieran compartir?
“Uno de los proyectos que estamos haciendo ahora, es un documental que hicimos sobre una antropóloga argentina, Esther Hermitte. Lo filmamos en Chiapas el año pasado. La experiencia fue increíble y ahora estamos como en la etapa de montaje.
De ese trabajo hasta ahora se hizo un corto 360 y un corto 2d.
Y después otro trabajo que estamos haciendo, es un trabajo con archivos que es una experiencia con hologramas, vamos a tratar de hacerlo para fin de año. Es una experiencia muy interesante, pensando la violencia estructural en Latinoamérica y cómo pensarla en otros formatos, cómo sacar el archivo del 2d y cómo hacer hablar al archivo con nuevas tecnologías.
Por otro lado tenemos el estreno de “Oid Mortales”, que es el largometraje que venimos trabajando hace ya más o menos, cuatro años; que tuvo un año de proceso de guión, otro año de proceso de rodaje y hasta ahora estamos en la post producción, terminando color y sonido. Este año esperamos tenerla terminada para que haga su circuito.
Y después estamos con un Proyecto “Devenir mar”, es un desafío porque lo presentamos al Glayzer que tiene que ver con los fondos del Inca, entonces como productora fue un desafío, porque más allá de laburar independiente y autogestivamente, también empezar a conocer otros espacios y otras formas para ver cómo es ese mundo y poder también apropiarnos de esos recursos que nos corresponden y nos pertenecen a todos los que hacemos cine independiente. Porque más allá de tema del dinero, que tiene que ver con el hacer, también tiene que ver con las posibilidades de dónde se ven esos materiales, porque no entrar en ese circuito es también no tener un montón de posibilidades de pantalla, donde también es muy difícil poder acceder y hacer que nuestros materiales se vean.
Con este proyecto especialmente, también el desafío de MVM tiene que ver con eso, o sea poder experimentar eso. Y más allá de cómo sea ese resultado, la idea es hacer ese proyecto igual, entonces también esa es la fortaleza del proyecto, que no vamos a dejar de hacerlo por no acceder a esas vías que propone el INCA.
La película trata sobre una persona no binarie; su historia de vida y su proceso de transformación, sus vínculos.
Tanto Oid Mortales como algunas otras producciones audiovisuales, las pudimos realizar con la colaboración del Claster audiovisual de la Provincia de Buenos Aires, organización de la cual somos miembros activos, porque sin ese apoyo no las hubiéramos podido realizar.
Estuvimos como productora en el largometraje del gatillo fácil, de José Campusano en 360. Hicimos nuestro aporte y aunamos fuerzas para que ese largometraje se realice”.
¿Cuáles son sus objetivos y sueños como productora?
“Como objetivos de la productora en general, poder hacer trabajos como venimos haciendo, de la manera que estamos construyendo nuestros vínculos y nuestras maneras de laburar también sin jerarquías y sin que el laburo tenga que ser algo tortuoso, un sacrificio que te haga sufrir y que después esté la vida, sino pensarlo como parte de esa vida y nuestros vínculos más allá de ser MVM son en general y para todo.
Que podamos autogestionarnos, eso sería la gloria.
Y a partir de eso también, ir creciendo colectivamente entre las que estamos, y también otras personas que no están en MVM pero que forman parte de nuestros vínculos.
No nos quedamos sólo en lo que cada una sabe hacer como oficio, sino que también nos vamos retroalimentando entre nosotras y también seguir investigando, haciendo otras cosas y seguir creciendo, animándonos a distintos desafíos que vamos transitando y acompañándonos”.
“Nosotras no sólo resistimos, damos batalla”, responden al preguntarles qué significa la resistencia para ellas; una resistencia activa que habla de libertad para expresar y denunciar lo que brota de sus cuerpos y de sus almas, en el mundo y sus miserias.
Las mujeres MVM se animan, disienten y se corren de los estereotipos y las etiquetas; de las imágenes de los cuerpos cautivos en frascos de vidrio. Lejos de teorizar, construyen.
Deleuze decía que no era fácil ser libre “huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación. Convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo, convertir el pensamiento en una fuerza que no se reduzca a la conciencia”.
Ellas hacen de sus cuerpos su fortaleza, de los gestos una semilla para cambiar el mundo y así lo expresan, en un arte que trasciende lo establecido.
Recordé unos versos muy bellos de Violeta Parra: “Escribe como quieras, usa los ritmos que te salgan, prueba instrumentos diversos, siéntate en el piano, destruye la métrica, grita en vez de cantar, sopla la guitarra y tañe la corneta. Odia las matemáticas y ama los remolinos. La creación es un pájaro sin plan de vuelo, que jamás volará en línea recta”.
MVM sus alas dibujan el viento, para los remolinos cargados de historias nuevas para contar.
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Fuente: https://noticiasancap.org/