Milagrismo. Con la piel erizada y los ojos pasmados, ante el abismo insondable de la muerte, mientras los peritos medían y marcaban tuvo la certeza de precisar el momento exacto Donde había empezado todo. El día había despuntado ardiente Como cada día de desentierro, su abuela había pasado a buscarla y juntas se apresuraron a subir al camión para partir apretujadas hacia La Quebrada. Por aquel entonces era joven, fuerte y convocaba, todavía era ” la flaca,” todavía convocaba. Entre cantos y jolgorio con el ímpetu que inyectan la sangre el olor albahaca llegaron a cerro blanco. Con alegre algarabía vio despeñarse a los diablos coloridos.La misma fascinación que se apoderaba de la muchedumbre la embargo toda y entre pintura, nubes de talco y harina, serpentinas, coplas y chaya, llegaron al mojón. Aquel año ya gozaba de cierto prestigio entre los barra bravas y le habían concedido el honor de quitar las piedras del totem. _ Que cave la flaca!! Que cave la flaca!!_ oyó decir en la plancheta. Y así sudando y oliendo a chicha, forcejeo con las pircas un largo rato. De repente sus manos morenas tantearon la aspereza del Pucllay, un intenso calor ascendió por sus manos y sus brazos cuando lo sintió moverse. Una lagartija!!! _ pensó asustada_ Con la firme convicción de qué no había vuelta atrás, palpo con las palmas y el alma que Pullay o lagartija o lo que sea que había tocado, tenía vida. Por un instante, solo por uno sintió el terror anudandose en su garganta y empezó a jalar, tocó su cuerpo inquieto, la larga cola, respiro profundo y en un resabio de sentido común común advirtió, que nada olía a carnaval, el aire olía a azufre, olía a diablo.