Los últimos acontecimientos políticos nos interpelan y nos convocan a la acción política. Este nuevo caso de transfuguismo político, de compra venta de voluntades de un senador de la nación, a cambio del pago de dinero, tiene unas consecuencias imprevisibles en el seno de la sociedad. Un Senador que ingresó por la boleta del U x P, y de un día para el otro comenzó a votar todas las leyes propuestas por el actual oficialismo de ultra derecha de Javier Milei, es repulsivo y agraviante.Este caso de suma gravedad, es un nuevo caso que incentiva el descreimiento de la sociedad en toda su dirigencia, sobre todo en la política, pero este suceso se extiende a la dirigencia gremial, la judicial, social, la dirigencia toda de la argentina.
Este caso de suma gravedad, es un nuevo caso que incentiva el descreimiento de la sociedad en toda su dirigencia, sobre todo en la política, pero este suceso se extiende a la dirigencia gremial, la judicial, social, la dirigencia toda de la argentina.
Esta situación perversa, es propalada por los medios hegemónicos, pero ocupándose sobre todo, en mostrar una sola de las caras de este cohecho, el pasivo, – aún no probado, aunque la situación de flagrancia, establece una semiplena prueba de que se trata de una “coima” recibida por este Senador, a cambio del voto positivo de las leyes claves para el Mileísmo -, como lo es la LEY BASES -. Y no del sujeto activo del cohecho o pagador de esta “coima”, que sin duda es el actual oficialismo. Sobre todo, porque el Senador Kuider, que como quedó dicho ingresó por U x P, luego se unió a las filas del Mileísmo, teniendo en cuenta que fue propuesto para presidir Comisiones estratégicas del Congreso, como las de Asuntos Constitucionales, y nada menos, que la Bicameral de Inteligencia.
Haciendo un poco de historia, la consigna popular, el “Que se vayan todos”, es un antecedente político que marcó a fuego el sistema democrático argentino. La Ley “Banelco” y la compra de voluntades políticas de congresistas, fue una de las razones fundamentales de aquel caótico 2001.
Esta situación de descreimiento en la dirigencia política, puede desencadenar una nueva crisis política, en la que el principal perjudicado es el pueblo argentino; porque al perder credibilidad su dirigencia, se pierde la posibilidad de aplicar las políticas públicas que son necesarias para que la gran mayoría del pueblo pueda tener dignidad en su vida.
El “transfuguismo”, la “Borocotización” de los “políticos” tiene alguna de sus raíces o sus causas estructurales, en la falta de democratización de los distintos estamentos o estructuras que componen la representación política.
En primer lugar en los partidos políticos, es en donde la representación está reducida al consenso en “mesas chicas” o cúpulas dirigenciales, que se van anquilosando y se van sedimentando en “capas geológicas”, dentro de los distintos estamentos del Estado; que después dan lugar a las nuevas rotulaciones, como las de “LA CASTA”, que a la postre, tiene consenso en la sociedad y en los votantes.
Es necesaria e indispensable, la renovación de la dirigencia política y el “trasvasamiento generacional”. Por eso hace falta más democracia en los partidos políticos o frentes, que deben constituirse en Congresos partidarios más abiertos en donde puedan participar, no solo los cuadros dirigenciales, sino los cuadros medios, pero también y sobre todo, la base electoral a través del debate y el voto directo de sus afiliados.
Otro tanto pasa con la dirigencia que representa a los trabajadores organizados. Por supuesto que son los propios trabajadores los que tenemos que darnos nuestras propias representaciones gremiales, pero también se deben dar los instrumentos legales para que la democracia sindical sea una realidad.
Todos conocemos, que hay dirigentes sindicales que están hace, 10, 20, 30 y hasta 40 años al frente de su sindicato, esto no es posible. Esto provoca claramente la “Burocratización” de estas dirigencias, incluso la corrupción gremial; lo que redunda sin dudas, en la inacción gremial, en la falta de impulso a los reclamos de los trabajadores.
Es también muy necesaria la democratización de la Justicia. “La familia judicial” debe ser democratizada, la endogamia que existe en nuestro sistema judicial, sobre todo hegemonizado por una clase social, la Alta y media alta, produce una justicia de clase. Por este motivo se hace necesario, que la población en su conjunto pueda elegir a sus jueces, sus fiscales y demás magistrados por el voto popular.
En suma, esta situación que se produce en el seno de nuestra democracia, que este año cumple 40 años de ejercicio ininterrumpido, solo se puede modificar con más democracia.-