Por qué escribo. Por Mónica Samaniego

Por qué escribo. Por Mónica Samaniego

Escribo porque desnudo mi interior, me dejo ser y naturalmente fluyen mis sentimientos, encontrando en las palabras el terciopelo que abraza mi corazón y la música que alegra mi alma.
Mientras escribo mi mundo se circunscribe a ese mágico momento, expresando mi luz interior y olvidando la oscuridad de la noche. Es un instante en el que siento el calor del sol en mis manos y hace que viaje en ese universo fascinante real e imaginario de la historia que cuente.
Siempre fui una apasionada de las letras, desde pequeña escribía poesías, a veces en una servilleta de confitería, pues no dejaba pasar la motivación que me llevaba a hacerlo.
Mi inspiración siempre fue el amor en sus distintas facetas, deseos anhelados, proyectos logrados y algún viaje por lo desconocido.
Mi temperamento inquieto y romántico hace que convierta un drama en una historia no necesariamente con un final feliz, pero dejando abierta la interpretación a cada lector.
Escribo porque me gusta, me hace feliz, me reconforta y son minutos, horas o el tiempo que dedique que me transporto a esa hoja en blanco que va tomando el color de mis palabras, el perfume del rosal rojo que me subyuga y el sentimiento desenfrenado que aflora en cada historia que trato de contar.
Tengo una asignatura pendiente que comencé hace años, fui modificando, perdí bastante material, y en pandemia, retomé el recorrido de esas hojas que llevo en mi corazón y espero que llegue ese fascinante día que vuelva a reencontrarme y avanzar hasta llegar a su atractivo final.
Simplemente ¿por qué escribo?, porque es una manera de plasmar y exteriorizar lo mejor de mí, es un crecimiento personal y anhelo compartir mis sensaciones y que le sea gratificante al lector.

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