Por leer a Gaby Ortíz. Por María Margarita Pérez Vallejos

Por leer a Gaby Ortíz. Por María Margarita Pérez Vallejos

Veredaprosa

Hoy sentí esa indiferencia por las cosas de rutina. El domingo es aburrido, casi siempre cuando no se va a alguna parte y ahora se sale menos, entonces, el domingo también tiene su rutina aterradora. Y me daba vueltas en mi cama y sabía que era el único lugar en donde quería estar y con lo menos de luz posible. La que se colaba por el movimiento de las cortinas gruesas, avergonzaba que se asomara para reírse y decir: “Perezosa, levántate. Está lindo afuera! Y yo más me escondía entre mis sábanas. Quería oscuridad. Nada que me dijera que afuera la vida continúa.

Abrí mi notebook y me puse a leer un poco a los compañeros. Entré para enterarme de las novedades y de pronto veo un escrito de una carita risueña que me pareció que me invitaba a leer. Curiosidad. No la había leído antes y empecé. Un verso. Otro. Otro más corto y cada vez más me iba gustando lo que decía. Hablaba, a ver, creo que de una semana que le había tocado pesada y ella quería deshacerse de esa tensión, estrés o cansancio, de alguna forma bonita que la llevara a relajarse. Buscó su costurero, no sé cuánto tiempo haría que no lo tomaba, pero parece que era bastante. Estaba desordenado, que los hilos de colores, unidos unos con otros se estaban dando la vida del oso, allí, guardados, sin que nadie los molestara. Para ellos el invierno continuaba adentro de aquel costurero, junto al metro, agujas, dedales y no sé cuántas cosas más. Esta poeta quería “bordar su vida” y de a poco, primero con desenlazar lo que estaba demasiado impenetrable o darle con las tijeras. Y bueno, recuerdo casi todo, pero no lo digo, pero me conmovió.

Después de leer no me sentí igual. Me arrollaba en mi camita, pero no sentía la misma sensación de abulia contra el mundo. Pensaba en el poema ese. ¿Qué podría hacer yo para hacer más alegre mi vida de domingo…?

Por fin, me acordé que en mi jardín la hierba estaba más linda que las flores y era descuido. Todo los días con –que mañana sí, lo hago-. Mañana no llegará nunca porque cuando es, se llama Hoy y lo sigo dejando para mañana. Salté de mi ayuda-pereza y me fui a la ducha. Me vestí de jardinera y tomé mi pelo. Manos a la obra con mis herramientas recién compradas y selladas. No me hicieron falta porque sólo bastaba con mis manos que metí en la tierra y la energía me fue llenando las venas de vitalidad. Quité casi toda la maleza que hacía de sombrilla a las flores pequeñas, limpié los restos de un otoño ya enterrado y lo que sobraba era basura. No podrán imaginarse que llené, es decir, no, dejé que echaran adentro de una bolsa para dejarla en el camión de la basura que pasa esta noche, total es sólo hierba liviana. Hice varías cosas más, como un marquito para las plantas que casi no soportan el peso de las flores y se quedan botadas. Barrí todo lo sobrante y se ve hermoso. Llené mi día de colores y la casa se ve hermosa porque la rodean los primeros colores. Los demás están en brote.

Estoy segura que si no leo a Gabi Ortiz, no hubiera tenido la fuerza de levantarme hoy y hacer cosas que llenaron las horas y coloreé la vida.

Ahora me falta rehacer el jardín secreto, pero… mañana.

*

(Es bueno leer a los compañeros)

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María Margarita Perez Vallejos

Octubre/2020

Inscripción 204.688

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¿Pueblo mío, verdad que en primavera

suena mi nombre en tus oídos

y tú me reconoces

como si fuera un río

que pasa por tu puerta?

(Pablo Neruda)

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