Mar
Mi abuela no conoció el mar.
Conoció el río para lavar
la parcela inundada
el ojo de agua para beber.
Creía que el mar
le enredaría los pies y las manos.
La asustaba que el agua no la dejara regresar
y que olvidáramos decir en voz alta su nombre.
Mi abuela no conoció el mar
con más de cien años
no tuvo tiempo.
Mujer que reza
Cinco misterios
sin perder la cuenta de las figuras entre los dedos
nueve días repitiendo lo mismo
frente a un cirio o dos o cien, no es suficiente.
Los que quedamos no llenaremos el vacío
-sobre todo de él –
Se le han muerto dos hijos, no hay resignación.
Para recordarlos a una sobrina le pusieron Martha
y a mí por Daniel, Daniela.
Mi madre cree que está bajo el agua
sale apenas con el poco aire que le queda
Siente la desesperación momentánea en el pecho
en el corazón
un golpe.
Mujer con piel de campo
A veces caigo, me arrastro
y pienso que está más cerca el día
en que te veré otra vez
Mujer con piel de campo.
Espero me recibas cuando sea tiempo
en la puerta del corral
con tus manos extendidas
los dedos sin huella.
Quiero verte caminar deprisa
para empuñar la daga
en los días de lluvia
espantar culebras
que bajan de la nube negra
cortando el cielo en forma de cruz.
Cúrame
mientras te abrazo
pon telaraña en mis heridas
sábila quemada que cicatriza.
Que el viento desorientado
mueva tu falda larga
las astillas de tus uñas aplaquen mi pelo
haciendo surcos en mi cabeza.
Daniela Rivera (Guadalajara, Jalisco.) Es ingeniera Industrial. Atendió talleres literarios al lado de los maestros Miguel Ángel Hernández Rubio y Luis Fernando Ortega. Es miembro del Taller de poesía Calle de Cervantes. Forma parte del libro colectivo El pienso no dicho (2019), Bestiario (2022) colección del mismo taller.
Ha publicado en revistas locales y de Guanajuato. Participó en el primer encuentro de Arte: Guadalajara-Cajamarca Perú (2020)
