Palermo viejo. Autor: Juan Botana. Interpretado por Eva Espejo
¿A dónde te fuiste, Palermo orillero?
De Jorge Luis Borges y Miguel Abuelo.
De adoquín en las calles. Ni seco ni enfermo.
Un poco cambiado, te fuiste perdiendo.
¿A dónde te fuiste, Palermo tan viejo?
Ni Soho ni Hollywood, ni siquiera nuevo.
Te fuiste alejando de tus casas bajas.
De Hipódromo a Bingo, de vereda ancha.
Dos o tres bodegones cierran tus ventanas.
Para los que no queremos mirar.
Ni árabes ni turcos, tampoco gitanos.
Algún que otro judío se pasó de lado,
cruzó la avenida Córdoba sin el Atalaya
y se perdió en Armenia
que se volvió plaza y feria después.
Una herida en mi pierna recuerda el gasómetro
y los conventillos reciclados, rotos,
sin vidrios, ni ser, que envuelven la plaza.
De puertas abiertas a tiendas de ropa,
harapos reales, “vestite y andate”,
edificios altos, bares sin antorchas,
gimnasios sin clubes,
milongas sin tango,
sin pasado ni penas.
Ni esquina rosada, ni rosa salmón.
Hoteles boutiques y restó temáticos
no alumbran tus velas
ni tu luz de patio
menos un farol.
Para turistas franceses obras de teatro,
que no te conocen, prefieren París.
Agua que salpica no inunda tu lago.
Un paseo en mateo se escucha venir.
Para mí la nostalgia de una zapatilla rota,
la pelota, la cuadra
y la cara de mi abuela en la ventana
se nubla entre sombras,
me dice quien soy.
Para mí los aviones, la costanera, la soga,
el elástico y las mojarritas.
La rayuela perdida en alguna baldosa
dibuja con tiza los pies de mi hermana
y su amiga Noceti.
Tampoco Lucía, aunque sigue Ariel.
Ya no te busco por las tardes,
Fernando Vizcaíno, en la esquina
que cuando fue del sol
dejó de ser nuestra
y apagó tu almacén.
Ya no huelo
el olor a eucalipto en la estufa.
Ni me cruzo a lo de Don Luigin
a comprar kerosene.
Se sigue inundando tu Juan B. Justo.
Juan José Botana ya no camina tus calles
cansadas de andar.
De Plaza Guadalupe a Placita Serrano,
ahora Cortázar se hamaca el ayer,
se venden los años,
se escucha volver.
Carriero no estaba
en las paredes manchadas.
Un tranvía escondió sus vías
en la calle Guatemala.
Dios olvidó un alma
entre Santa Fe y Güemes
sobre Gurruchaga,
la dejó abandonada,
sola, pobre, en situación de calle, desolada
y se fue como él.