Volver del templo
con la flor de la ofrenda entre los dedos
deshacerla lentamente
ser objeto de mi propia oración:
oscura y tibia deidad
apiádate de tus bestias
considera estos pétalos que te ofrezco
solo por hoy
permíteme respirar tu noche más negra
concédeme el calor del otro
su mano en esta mano que ya no reconozco.