Eres la niebla blanquecina
que cubre mis labios
bajo el manto
de tus besos.
Eres la brisa perfumada
de una salobre fragancia,
la bruma del mar flotando
en mi cielo azul cobalto.
Eres el solsticio de invierno
y mi noche más larga,
la estela de espuma
en la sábana marina.
Eres la cencellada blanca
que, al disiparse,
deja mi cuerpo
desnudo y despoblado.