No habrá más penas ni olvido. Por Gabriel Palleres

No habrá más penas ni olvido. Por Gabriel Palleres

En esta extraordinaria adaptación de la novela de Osvaldo Soriano, se narra con humor corrosivo la interna entre la izquierda y la derecha peronista. El argumento es simple: En la tranquila localidad de Colonia Vela, a principios de los años 70, se desata una feroz lucha entre peronistas de izquierda y peronistas de derecha, cuando el delegado municipal Ignacio Fuentes es echado de su trabajo y decide atrincherarse en el palacio municipal. A partir de este momento todo es caricaturesco: lo acusan de ser infiltrado comunista y lo ultiman a salir o, literalmente, lo van a cagar a tiros, luego los tomatazos, mierda que cae de los aviones y, como tragedia o comedia, argentinos matando argentinos en nombre de Perón.  

Realizando una brevísima síntesis de la violencia política en la Argentina del siglo XX, podemos decir que el derrocamiento del peronismo en 1955 y su posterior proscripción engendró una violencia que se empezó a manifestar en los sabotajes en las fábricas, los intentos de sublevaciones y las constantes conspiraciones. Estamos hablando de un régimen que negaba la voluntad política del partido mayoritario. A lo anteriormente explicado se le agregó el protagonismo de la juventud de los años sesenta y la influencia fulminante de la Revolución Cubana.

En la película de Héctor Oliveira no se explica este proceso, solo se expresa con humor las contradicciones irreversibles de la juventud peronista en los años setenta: haber creado la imagen de un Perón socialista y luego, con el regreso del General, pretender que ese sueño de juventud se plasme en un proyecto nacional.      

Podemos decir que Soriano se adelanta a Diego Capusotto y nos invita a reír y reflexionar del sinsentido de nuestra historia reciente: matar y morir gritando ¡Viva Perón! O realizar jerarquía de quien es más peronista y acusarse mutuamente de gorila, de malinterpretar a Perón y debatirlo como si se tratase de un libro de filosofía. En este sentido solo podemos hacer lo que plantea la película: reír y reír, hasta que muere el primer argentino y una amarga sensación comienza a contaminar nuestro júbilo, hasta degradarlo en tristeza nacional.

La Película fue estrenada en 1983, en plena primavera alfonsinista. En sintonía con un clima de época, la historia argentina es puesta en el banquillo de los acusados: desde Camila hasta la Noche de los Lápices, pasando por ciclos televisivos o documentales como La república perdida. Lo interesante, más allá del oportunismo político, fue la libertad para abrir el debate sobre los aspectos más oscuros de nuestra historia.

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